BREEN

Al día siguiente, ya mi energía se encontraba recargada; sin embargo, no me sentía con muchos ánimos de salir de la habitación para buscar lo que necesito y poder escapar. Si me puedo robar un maldito móvil, de la persona que sea, podré llamar a Madison y ya ella sabrá qué hacer.

Me di una ducha larga en la tina, puesto que no podía mojar mis vendajes. Es lo que necesitaba para relajarme y quitarme todo el peso de la verdad, que cargaba desde que me enteré del verdadero nombre del imbécil que me abusó. Una vez que estuve lista, abrí la puerta de la habitación, para encontrarme frente a ella al mismo tipo de anoche.

—Buenos días, señorita Greyson —por lo menos ya no me llama por un apellido falso y por fortuna, tampoco me vino a visitar el día anterior ese cabrón, porque no hubiera soportado ver su estúpida cara, ni mucho menos, escuchar todas las idioteces que tenga que decir, supongo que no se encuentra en casa.

—Buenos días… —No sé cómo llamarlo, así que esperé a ver si me dec