KIERAN:
Me quedé en silencio mientras escuchaba con claridad cómo latía el corazón de Claris, lleno de curiosidad. Sonrió sutilmente al enterarse de que no había un pasado romántico entre Sarah y yo, aunque eso no hizo que su inquietud desapareciera por completo. Detrás de sus ojos perspicaces, sentí que quería preguntar más.
Claris continuó trabajando, pero podía percibir que haberle dicho que no saliera sola había sembrado un poco de miedo en su pecho. Aunque lo hice por costumbre antes de que se adaptara por completo a este mundo, debía comenzar a cumplir con las leyes de la manada. Los lobos guardianes silenciosos de este lugar la cuidaban como había ordenado, pero Sarah era otra cosa, una amenaza viviente. Podría hacer cualquier cosa para que los demás viesen a Claris como una intrusa y atacarla. La manada entera susurraba que ten&KIERANY ahí estaba, mi pasado-futuro regresando de nuevo. Me senté con la mayor lentitud posible después de indicar a Claris que lo hiciera a mi lado, acercando una silla. Ella se sentó mirándome preocupada. Era una abogada inteligente y sabía lo que había dicho Chandra.—Entonces, déjenme ver si entendí bien. La urgencia que tienen es que vinieron a proponerme matrimonio. ¿Con quién es esta vez, si se puede saber? —pregunté intencionadamente—. Porque ya dejé claro la primera vez que no me interesaba Chandra. ¿A quién eligieron esta vez para que sea mi esposa y a qué… “familia” pertenece? Porque déjenme aclarar algo: por el momento, no me interesa casarme.La figura majestuosa del Alfa Aleh se erguía frente a mí mientras trataba de medir sus próximas palabras. Se removió incómo
CLARIS:Aunque la conversación en el despacho parecía normal, yo podía sentir que había algo más detrás de las palabras que se cruzaban entre ellos. Cuando llegó la propuesta de matrimonio, mi corazón dio un vuelco. Por un lado, me decía que lo que Vikra había mencionado, al no dejar de buscar mi mirada, era mentira: Kieran Theron no estaba casado con Sarah; en realidad, ellos lo deseaban para su hermana Chandra. Por otro lado, el miedo se apoderó de mí ante la posibilidad de que él aceptara y yo quedara fuera de su vida. Para mi alivio, lo había rechazado, a pesar de todos los extraños rumores de desaprobación que habían llegado a mis oídos acerca de nuestra relación, rumores cuyo motivo no entendía.Era cierto que era una extranjera recién llegada a su vida y, quizás, mudarme con él fue algo precipitado.
CLARIS:El bosque a mi alrededor parecía estar conectado conmigo mientras observaba al impresionante lobo negro como la noche, con ojos dorados que me miraban fijamente, como si esperara que hiciera el primer movimiento. Era tan enorme que mi mente buscaba desesperadamente una comparación con los lobos de los documentales, sin encontrar ninguno de esas dimensiones. Kieran no estaba por ningún lado; me había guiado hasta este claro, donde el aroma a tierra y el sonido de un arroyo cercano llenaban el aire. Los ojos del lobo, fijos en mí, brillaban de una manera inusual; estaba allí, mirándome sin acercarse. Se echó con la cabeza apoyada sobre sus patas y miró a lo lejos, hacia el hermoso paisaje.—Kieran —llamé quedamente, viendo cómo el lobo movía las orejas y volvía a mirarme, arrastrándose lentamente hacia donde estaba yo, sentada en la hierba. Rozó su n
KIERAN:Me puse de pie lentamente, incapaz de apartar la mirada de ella. La luna llena se elevaba en lo alto mientras inhalaba el aire fresco de la noche, que movía el hermoso cabello dorado de Claris, brillando bajo la luz plateada y trayendo a mi memoria a mi Luna. Este lugar era su preferido, donde solíamos amarnos hasta el cansancio.La pregunta de Claris, lo que había dicho antes sobre no hacer que se enamorara de mí, resonaba en mi mente. Un sentimiento de culpa me invadía; sabía que debía decirle la verdad si quería mantenerla a mi lado, no podía seguir engañándola. Estaba rodeado de lobos y debía saber a qué atenerse. Le daría la opción de decidir si deseaba estar conmigo o no; ella debía elegir.—Claris… —comencé, pero antes de poder continuar, un aullido cortó el aire nocturno.Mi cuerpo se
ALFA KIERAN THERON:El olor me golpeó como una descarga eléctrica, enviando escalofríos por mi columna vertebral. Mi piel se erizó al reconocerlo: era mi propia esencia, pero más dulce, más intensa, entrelazada con algo más que no podía identificar. Imposible. Esto solo ocurría cuando... ¡No! Después de cientos de años esperando, ¿por qué ahora? Mis músculos se tensaron por instinto y, antes de poder procesarlo conscientemente, ya estaba corriendo. El aroma me guió más allá de los límites de la manada, hacia una vieja casa de piedra y madera en las afueras del pueblo. El edificio, rodeado de pinos centenarios, había sido ocupado recientemente por tres humanas. Podía oler sus esencias entremezcladas con el aroma a pintura fresca y cajas de cartón. Mi lobo Atka se agitaba en mi interior, desesperado por irrumpir en la casa, pero tres siglos de control me mantuvieron anclado al suelo. No podía simplemente entrar y asustar a los humanos. ¿Cómo era posible que mi esencia estuviera allí?
CLARIS: Las náuseas me asaltaron de nuevo mientras organizaba los documentos en mi escritorio. Era la tercera vez en la mañana y ya no podía disimular. Corrí hacia el baño, sintiendo la penetrante mirada de mi jefe siguiendo cada uno de mis movimientos. Al pasar junto a él, pude ver cómo arrugaba su nariz con ese gesto de disgusto que tanto lo caracterizaba.Después de tres meses trabajando en este pueblo perdido, conocía bien esa expresión. El señor Kieran Thorne, un hombre huraño de rutinas y cualquier alteración lo perturbaba visiblemente.—Necesito salir temprano hoy —anuncié cuando regresé, limpiándome discretamente el sudor de mi frente—. Tengo una cita médica. Él apenas levantó la vista de sus papeles, pero pude notar cómo sus hombros se tensaban. Después de un silencio que pareció eterno, asintió secamente. Caminé presurosa mirando mi reloj con miedo de demorarme demasiado. Mientras esperaba, suspiré pensando en que no era tiempo para enfermarme ahora. Mi madre y mi pobre h
KIERAN THORNE:Observé cómo mi asistente tomaba sus cosas y se alejaba rumbo a su vieja camioneta. La contemplé desde mi ventana, admirando su extraordinaria belleza y el aura de vitalidad que emanaba. Mi lobo Atka gruñía en mi interior, todavía sin querer aceptar que esa humana hubiera rechazado nuestro ofrecimiento de llevarla a su casa. Soy el Alfa, nadie me rechaza jamás. Pero había algo en ella que me inquietaba. Mientras su destartalado vehículo se alejaba, hice una nota mental: debía proporcionarle un auto mejor y más seguro.El sonido de la puerta interrumpió mis pensamientos. Me giré después de dar una última mirada a la camioneta que desaparecía en la distancia.—Mi Alfa, tu primo Gael está afuera, bastante alterado —informó Fenris, mi Beta, con expresión preocupada—. Me pidió estar presente en lo que describe como una reunión de la más alta importancia y confidencialidad. ¿Tienes idea de qué se trata?—Hazlo pasar y cierra la puerta —respondí, dejándome caer en el sillón tr
CLARIS:Salí de la oficina casi corriendo, no sé. Había algo en la mirada de mi jefe que me hizo temer. Ahora entendía porque nadie quería trabajar con él y como muchas mujeres antes de mí habían renunciado a ese puesto. Kieran Thorne era, sin duda, un hombre extraordinariamente atractivo, el tipo de ejemplar que raramente se encuentra en la vida. Alto, probablemente rozando el metro noventa, con un físico que parecía esculpido por los dioses: hombros anchos, cintura estrecha y músculos definidos que se marcaban incluso bajo sus impecables trajes de diseñador. Su rostro lo enmarcaba una mandíbula fuerte y definida, labios carnosos que rara vez sonreían, y una nariz recta que le daba un aire aristocrático. El cabello negro que llebaba siempre perfectamente peinado hacia atrás, dejaba al descubierto una frente amplia y unas cejas expresivas que acentuaban la intensidad de su mirada. Pero eran sus ojos los que verdaderamente me perturbaban. De un gris acerado que parecía cambiar de to