El encuentro
Cierro los ojos con fuerza mientras suelto lentamente el aire por mi boca, envuelvo mi costado con unas vendas viejas mientras aguanto el dolor, todo mi cuerpo tiene hematomas. Cuando ya está todo envuelto me pongo mi vestido con todo el cuidado posible y sin darme cuenta, suelto el aire que había aguantado, saco mi viejo espejo y me miro, tapo mi boca con impresión y mis lágrimas brotan como cascadas viendo como mi ojo está de un color morado casi echando a negro. Está un poco caído, soy un fenómeno horrible, guardo el espejo y aprovecho para sacar debajo de mi almohada unas pastillas para no quedarme embarazada, es algo que me regalo la boticaria después de que fuera a su tienda con lágrimas en mis ojos rogándole que no me permitiera traer a un hijo a este mundo. Esa fue la primera vez que mi padre me toco, estaba tan asustada, pero no era tonta, sabía que si no me protegía quedaría embarazada, solo rezo cada noche no tener ninguna enfermedad de trasmisión sexual, pero ¿cómo hacerme un examen si no tengo ni un centavo en donde caerme muerta? Qué triste sería si algún día muriera, que harían ellos con mi cuerpo…. Seco mis lágrimas con rapidez y bajo acelerada con miedo, no quiero más golpes, es lo que repite mi mente todos los días que abro los ojos.
—Quiero que vayas a donde la boticaria y le digas que me dé mis yerbas de siempre, y trae unas botellas de vino, ¿entendiste niña? Y más te vale traer todo o juro por dios que no te dejaré dormir a dentro —acepto con rapidez y agachado mi mirada.
Salgo rápido y me dirijo al boticario, al entrar trato de disimular mi golpe, pero ella lo ve perfectamente. No dice nada, me pasa las yerbas de mi madre y en la canasta pone una pequeña latita, alzo mi mirada y voy a soltar algo cuando me detiene.
—No digas nada y ponte eso en ese ojo, así el morado se irá más rápido —sonrió de lado sintiendo un calor dulce en el corazón.
No digo nada y salgo sin más, me voy por el camino del río que es más largo, pero más tranquilo y silencioso, es mejor que aguantar las burlas de las personas del pueblo, reírse de una persona fea, lo puedo sobrellevar, pero reírse de una persona a la cual golpearon y hacerse los desentendidos duele más que unos cuantos comentarios sobre mi apariencia. Sigo el camino del río con mi mirada cuando a lo lejos diviso un bulto en la orilla, me acerco lentamente como si esperara a que alguien me atacara, ya estoy tan cerca de la orilla como para darme cuenta de que no es ningún bulto sino una…. Persona.
Me acerco con rapidez para ver si está muerto, o no sé si alejarme… que tal si me culpan de asesinato, mis miedos se apoderan de mí, pero mi cabeza me incita a comprobarlo. Me agacho y parece como un muerto común, trato de mirar a ver si tiene pulso, toco su cuello, pero con lo nerviosa que estoy no siento nada, estoy a punto de levantarme y alejarme como me lo dice mi voz interna, pero acto seguido él tose volviendo a dejarme inerte. Lo miro bien y no parece alguien que haya visto antes, es un poco grande para mí, diría que es bastante alto y al lado veo como una hilera de sangre se la va llevando el rio. Él vuelve a quejarse con dolor y a susurrar cosas que son entendibles, entonces es cuando ese lado… ese pequeño lado que desearía que me ayudaran, cuando me están golpeando me impulsa a salvarle, dejo la canasta a un lado y me agacho, pongo su cabeza en mis piernas trato de voltearlo y cuando lo que veo me deja boquiabierta. Tiene un disparo, me levanto y lo arrastro hasta el pasto alejándolo del río, pero caigo de trasero, ya que es demasiado pesado. Tengo que arrastrarlo hasta casa, murmuro mentalmente. Sigo arrastrándolo poco a poco agradeciendo a dios que casi nadie pasa por este camino y así sigo hasta llegar a mi casa. Lo meto en el corral donde sé que mi madre y ese hombre no lo encontraran, ¿qué diablos haces Lucia? Me pregunto a mí misma, mirándolo con la respiración acelerada por el camino que recorrí con él. Lo miro detenidamente para saber si murió y solo me estoy metiendo en más problemas, pero su respiración es suave, me acerco a él lentamente para mirar su herida, pero de un rápido movimiento desenfunda una pistola y la pone en mi frente, abre sus ojos que brillan siniestramente con una imponente mirada, mi respiración se detiene viendo la muerte pasar frete a mis ojos.
—¡Donde m****a estoy m*****a perra! —dice con rapidez sin quitarme la pistola de la frente, el frío metal se siente tan perfectamente, era como si el tiempo se hubiera detenido.
—Eres muda o quieres morir, ¡¿Dónde estoy?! —salgo de mi shock deseando no morir así.
—Yo… yo… estás en mi corral —digo trabándome demasiando y temblando como una hoja. El hombre se vuelve a quejar con dolor, sosteniendo su herida sin dejar de apuntarme.
Continuo y digo —Te encontré en el río… yo solo te quise ayudar —mis lágrimas por fin hacen aparición cierro mis ojos y vuelvo a soltar. —Yo solo… yo solo no quiero morir en este lugar… en donde me tirarían como un saco de basura… no me mate por favor —digo llorando con fuerza.
—No sé quién m****a eres, ni que puta vida llevas, pero más te vale que no estés mintiendo o no dudare en poner una bala en tu cráneo —dice empujándome con el arma, caigo al suelo y abro mis ojos, su respiración se vuelve rápida y deja el arma a un lado alza su cabeza cerrando sus ojos.
—Yo puedo curar tu herida —digo temerosa viéndolo como sufre, eso se ve mal y no ha dejado de sangrar. Él vuelve a poner sus ojos en mí y suelta en un grito.
—¡Entonces mueve tu maldito trasero! —rápidamente me levanto y corro hacia el boticario. Necesito vendas, y algo para cocer, pero no tengo dinero… ya pensaré en que le diré. Cuando entro mi respiración es errática, miro mi vestido y está manchado de sangre, trato de taparlo con rapidez, pero la chica lo nota.
—Yo… necesito cocer una herida… pero no puedo pagarlo ahora —digo sin poder mirarla a los ojos, ella suspira alto y sin decir nada me pasa algunas herramientas quirúrgicas por lo que puedo ver.
—No me importa en qué diablos estés metida, pero si vas a cocer una herida no es como cocer ropa necesitas desinfectarla primero —me pasa una botella de cristal con un olor bastante fuete y algunas vendas.
—Aaah… y toma esto, lo necesitará la persona a la que cosas, que beba un largo trago —me pasa una botella de lo que parece licor, la miro a los ojos y lo único que puedo decir es un gracias.
—No me agradezcas nada, tendrás que pagarlo después, nada es gratis en esta vida —acepto rápido y corro con todas mis fuerzas, sintiendo como me punzan mis golpes, puede estar muerto ya… tengo que apurarme.
Cuando entro al corral el hombre está respirando con rapidez y sudando demasiado, sus ojos están cerrados con fuerza mientras veo el gigante charco de sangre, me abalanzo al suelo en donde está sentado, busco algo con que detener la sangre y sin pensarlo más arranco una buena parte de mi vestido lo oprimo en la parte afectada, el hombre pega un pequeño quejido, y abre sus ojos y me mira con superioridad.
—T-tenemos que cocerlo, estás perdiendo mucha sangre —digo acelerada para que me deje ver su herida, él se queda mirándome, toma su arma y de nuevo la pone en mi cabeza, se acerca con dolor hasta mi rostro y susurra.
—Si muero por tu puta culpa… créeme pequeña perra que no abra lugar en donde te puedas esconder —se tira hacia atrás y quita su arma, quita su mano de su herida y acto seguido acerco mi mano retirando su camisa y lo que veo es terrible, tiene una bala incrustada ¿cómo diablos haré esto?
Necesito un cuchillo y fuego, pienso mentalmente. Me levanto con rapidez, pero antes de salir, él sostiene mi pierna con fuerza, yo lo miro y él suelta con una voz ronca y demandante.
—¡Adonde diablos vas! —lo miro con el ceño fruncido y suelto un poco enojada.
—Necesito que confié en mí para que pueda ayudarlo, se encuentra muy mal si no nos apuramos no podrá contar la historia —él me mira intensamente y yo tampoco quito su mi mirada de sus ojos.
—Yo no confió ni en mi propia sombra… mucho menos en una zorrilla de monte, así que mi único boleto es tu muerte si yo no vivo —suspiro alto y salgo un poco decepcionada por la actitud de este hombre. Tomo el cuchillo de cocina y lo guardo entre mis ropas, lo bueno es que mis padres están en la iglesia, qué ironía más triste la de creerse religiosos cuando están tan podridos por dentro. Cuando estoy a punto de salir me choco con alguien, subo mi mirada y es él…
—Vine temprano… tu madre se quedó, ¿sabe lo que eso significa pequeña puta? —mis ojos se llenan de lágrimas, él toma mi brazo con fuerza y me encamina a la cocina, me arrodilla en el suelo y oigo como abre su bragueta, miro hacia afuera para ver el corral y solo pienso en salvarle la vida a ese hombre, por favor no te mueras digo una y otra vez como si fuera mi única razón de vivir.
MUERTE O VIDA Toma mi cabello con fuerza y mete su verga en mi boca, cierro mis ojos y dejo que él haga todo el trabajo mientras escucho sus relinchos, empieza a hundirse más en mi boca y las arcadas no se hacen de esperar haciendo que él se detenga. —¡Maldita estúpida! Ni una mamada sabes hacer bien —golpea mi cara tirándome, el sabor de la sangre recorrer mi boca, ese un sabor a metal tan desagradable. Y entonces en mi mente se enciende una alarma y el cuchillo que tome llega como un destello de esperanza, tomo el mango mientras él… me insulta una y otra vez, lo apretó fuertemente entre mis manos huesudas, pero todos esos pensamientos oscuros son descartados por una voz dentro de mi cabeza»Si lo atacas, ese hombre a fuera morirá «suelto el cuchillo y mis lágrimas caen el suelo de la fría cocina me vuelvo a levantar frente a él, tomo su pene y lo meto dentro de mi boca sintiendo como la bilis sube por mi garganta él me levanta con fuerza colocándome a centímetros de su cara. —No si
CADENAS Desapareció…. Esas fueron las palabras que salieron de mi boca al abrir el corral y no ver a ese hombre que noches anteriores me había amenazado… o advertido ya ni sé lo que significaba lo que me dijo. Le di tantas vueltas en la noche que hoy lo iba a enfrentar con las piernas temblorosas, él era la persona que iba a matarme, a liberarme de mis cadenas, pero ahora ya no estaba…. Una idea cruzó por mi cabeza, ¿y si estaba en el río como el primer día que lo encontré? Corro a la casa, y tomo la canasta para que mi madre no me descubra, pero cuando estoy a punto de salir me topo con ella. —Claus te espera en el bar, me pago por adelantado por ti —dice con frialdad entrando en casa. Un nudo se amarra en mi garganta, camino hasta el río y sin darme cuenta ya estoy corriendo y buscándolo por todas partes, mi respiración es agitada y mis lágrimas empiezan a nublar mi vista. Cuando llego al final del río mis esperanzas se desvanecen con él, me arrodillo lentamente y lloro hasta queda
JUSTICIA Su expresión es altiva y por lo visto se ve mejor que la última vez que lo vi, su ropa está pulcra llevando un traje color vino tinto y como lo supuse el día que lo encontré es mucho más alto que yo. Su presencia denota poder, uno del cual no entendía muy bien, un poco de barba en su quijada y esos ojos ámbar de mirada sagaz que hacen que tu piel se erice de terror, me quedo viéndolo sin poder creer lo que ven mis ojos… pensé que se había ido dice mi mente en constante bucle. —¡¿Qué hiciste Lucia?! Esto debe ser tu culpa, eres una… —no termina la frase, ya que es interrumpida por el hombre que tiene su cabeza en el piso, la presiona con fuerza y suelta. —¡Los muebles no hablan, así que calle su puta boca! —se sienta relajado en uno de los muebles viejos que hay, y sin importarle los gritos y sollozos de mi madre, pone sus pies encima de su cuerpo como si fuera alguna especie de reposapiés. Y entonces, como nunca había visto desde que tengo uso de razón, lágrimas genuinas br
VERDUGO—Traigan a las niñas —dice lanzando su cigarro al suelo, y luego pisándolo. Una mujer con traje y con mirada fría entra al lugar con un maletín plateado, lo deja al lado del Sr que no ha podido dejar a un lado su inmensa emoción. Él se acerca a la chica y le susurra algo en su oído, ella me mira sin ninguna expresión en su cara, se acerca hasta mí, y me empuja hacia la salida. Lo último que puede ver es al Sr sacar un cuchillo de mango elegante y a mi padre retroceder con apuro.—Mi Sr me pidió que curara tus heridas —dice para que mi atención se centre en ella. Un grito profund
MI MUNDO—Me ataco porque no quise acostarme con el…. Entonces lo golpe con un jarrón y escape —digo con la mirada en mis manos después de un rato en el que no escucho su voz, alzo mis ojos hacia él y una sonrisa de diversión se forma en su boca, sus ojos brillan de satisfacción. Llamas o un gras sol en verano, solo puedo tratar de imaginar que es lo que tanto le causa satisfacción… ¿matar?—Entonces iremos por ese hijo de puta y le daré lo que más le gusta —me quedo inerte sintiendo otra vez ese escalofrió recorre mi cuerpo entero, una musiquita en bucle se escucha miro hacia Yuan lin
NUEVOS HORIZONTESLas sonrisas cómplices de esos dos eran realmente tenebrosas, no sabía que esperar de aquello, Eros después de un rato me vuelve a mirar niega con una sonrisa y suelta después.—No debiste salvar a este hijo de puta —alzo mi mirada al Sr y su semblante es relajado, sin déjame entrever que trama conmigo. Las llamaradas del fuego salen del lugar y Ares, Cicatriz y yuan salen sin ningún rasguño.—Mi Sr ya todo está echo tenemos que irnos de este lugar —el Sr mira un momento el lugar y sonríe mientras las llamas se comen la estructura.—Te divertiste Ares, ¿cómo estuvo ese culo? Lo bast
FrialdadSu mirada me atraviesa después de que me hiciera esa pregunta, pero yo lo único en lo que puedo pensar es en sobrevivir, tal vez si me alío con él no piense en desecharme, tal como lo hace Yuan. El empieza a acercarse más a mi exigiéndome respuestas, mi mente hace eclosionar malos pensamientos, la voz… la respiración y el olor de mi padre vienen, se sienten en mi cuerpo creándome una sensación de asco y repulsión, cierro mis ojos con fuerza y sin darme cuenta empujo al Sr lejos de mí.—¡No quiero! —propino sintiendo como el miedo me recorre entera, me abrazo con fuerza recordan
BIENVENIDA A MI MUNDO —Acaso lo que yo demando es siempre una burla para la gente que trabaja para mí —dice mirando fríamente al piloto del helicóptero, por lo que dijo yuan había llegado tarde una hora —¿Qué es una hora? Al parecer para el Sr es una ofensa muy grave. ¿Entonces lo que hice yo también le ofendió? Tendrá repercusiones mis actos, miro atentamente al Sr cuando siento la mirada intensa de alguien, miro a su lado y la mujer de pelo rojizo me detalla dándome escalofríos, su mirada es… aterradora como si estuviera planeado tu asesinato. Miro a yuan que la mira con desprecio y asco, ¿qué pasa aquí? El sonido de una cachetada resuena fuerte, miro al Sr y el hombre esta arrodillado en frente de él. —Que esto no se vuelva