MUERTE O VIDA
Toma mi cabello con fuerza y mete su verga en mi boca, cierro mis ojos y dejo que él haga todo el trabajo mientras escucho sus relinchos, empieza a hundirse más en mi boca y las arcadas no se hacen de esperar haciendo que él se detenga.—¡Maldita estúpida! Ni una mamada sabes hacer bien —golpea mi cara tirándome, el sabor de la sangre recorrer mi boca, ese un sabor a metal tan desagradable. Y entonces en mi mente se enciende una alarma y el cuchillo que tome llega como un destello de esperanza, tomo el mango mientras él… me insulta una y otra vez, lo apretó fuertemente entre mis manos huesudas, pero todos esos pensamientos oscuros son descartados por una voz dentro de mi cabeza»Si lo atacas, ese hombre a fuera morirá «suelto el cuchillo y mis lágrimas caen el suelo de la fría cocina me vuelvo a levantar frente a él, tomo su pene y lo meto dentro de mi boca sintiendo como la bilis sube por mi garganta él me levanta con fuerza colocándome a centímetros de su cara.
—No sirves para nada, ¡Apúrate y haz la cena! No te salvarás esta noche… —me empuja con fuerza y se va enojando por no correrse en mi boca, seco mis lágrimas salgo con rapidez al patio.
Cuando entro mis ojos no pueden creerlo, está convulsionando en el piso, me tiro hacia él, toco su frente y está hirviendo, voy al banco que tengo al lado y sumerjo la tela descosida y la pongo en su frente para tratar de bajar su fiebre —tengo que sacarle esa bala, o morirá… —susurro bajo lo miro y está quejándose con temblores sin pensarlo más caliento el cuchillo que tome destapo su herida que empapo en el alcohol que me regalo la boticaria, grita quejándose y arrastrándose con dolor.
—Lo siento… pero no puedes hacer ruido —miro el cinturón que tiene su pantalón, lo desabrocho, esperando a que el hombre se queje de algo, pero está tan perdido en su mundo que ni se da cuenta, eso dice mucho de lo mal que se encuentra. Pongo el cinturón en su boca y él lo muerde enseguida, procedo a enterrar el cuchillo mientras la carne se quema alrededor, él ahoga sus gritos mordiendo el dichoso cinturón, sostiene con fuerza mi otra mano y cierra sus ojos cuando encuentro la bala la extraigo con éxito, sonrió con alegría, lo miro, pero él ya no está despierto lo muevo un poco con preocupación de que no haya resistido, pero aún respira. Este hombre es muy fuerte… qué vida tendría para poder aguantar todo esto.
Aprovecho que se desmayó y vuelvo a rociar la herida con alcohol para que no se infecte, él solo se queja un poco, cambio su trapo de la cabeza y pongo uno más mojado, y sin mucha técnica procedo a cocer, mis manos empiezan a temblar, pero alejo esos miedos. No sé la razón por la que me he jugado tanto por un desconocido, tal vez es el hecho de que querría que alguien me salvara igual, o tal vez al ver que tiene un arma, alisto a mi verdugo para salvar mi alma torturada. Cuando termino, suspiro con orgulloso de mi buen trabajo, seco el sudor de mi frente y me quedo al lado de esa persona por un momento, no conozco ni su nombre, ni quién es, lo miro atentamente algo que no había hecho hasta ahora, me fijo que está tatuado en cada extremo de su pecho y sus brazos son la misma historia. Mirándolo con atención me doy cuenta de que tiene un cuerpo muy bien cuidado, paso mis ojos por su rostro y a decir verdad es un hombre guapo… nunca tuve el derecho de mirar a otros hombres, ya que mi supuesto padre nunca me lo permitió, por eso tengo mi cabello está tan corto como el de un hombre para que nadie me mirara y solo tenerme para él. Sigo mirándolo y su boca es linda y atrayente arriba de ella tiene un pequeño lunar, sonrió con ganas de tocarlo, pero me evito esa necesidad, no quiero que ponga un disparo en mi cráneo, no aún…
Al caer la noche hago una cena sencilla como siempre, sirvo a mi madre que me ve con asco y a ese hombre que pronto tendré que pagar lo de esta mañana, sirvo mi ración que la destino para ese hombre que no ha comido desde que le dispararon, estoy a punto de salir cuando escucho una voz que me detiene.
—¿A dónde crees que vas niña? —dice mi madre con amargura, entro con rapidez y suelto.
—Yo solo iba a alimentar a las gallinas, mamá —suelto un poco nerviosa
—Me importa más bien poco lo que hagas… mañana mismo quiero que te presentes al bar de Claus para que te prostituyas, el dinero no nos alcanza —dice comiendo un pedazo de pan con normalidad. Mis ojos se empañan, me acerco a ella y me arrodillo.
—Por favor, mamá… no me vendas a ese hombre, no quiero ir por favor —digo rogándole, ella suelta mis manos de su vestido y se levanta con rabia.
—¡Eso es lo único que sabes hacer engatusar a hombres! ¿Crees que no le sacaré provecho? Te irás mañana y punto —me quedo en el suelo llorando sin saber qué hacer.
—¿Por qué haces esto mamá? Tu marido es el que me viola todas las noches, ¿y yo soy la perra? —digo mirándola a los ojos con dolor, ella se acerca a mí y sin más me suelta una cachetada haciendo que mi piel escosa.
—¡Eres una sucia prostituta que me quito a mi marido, ahora iras donde perteneces! —toma camino y me deja en el suelo. Empuño mis manos con rabia y dolor, un sentimiento que he ido guardando como una enfermedad que se extiende lentamente hasta matarme, morir es lo que necesitaría para ser libre.
Camino con lentitud hasta el corral con el plato de comida. Cuando abro la puerta una mirada de ojos color ámbar me escanea de pies a cabeza, el silencio reina en el lugar mientras él solo me observa, trato de pensar en que decir por qué me quede inerte en el mismo lugar.
—Te vas a quedar ahí o me alimentarás, niña —dice con una voz ronca y rasposa que hace que mi espalda se erice.
Camino hasta él y me agacho, le ofrezco el plato sin saber muy bien que decir, nunca me había sentido tan nerviosa y tan perdida, pero no era un nerviosísimo de miedo, era algo más… me siento a unos centímetros de él, abrazo mis rodillas, y miro a otro lado mientras él revuelve la comida con desconfianza.
—Era lo único que había… lo siento —digo sin mirarlo, desde que lo encontré era la primera vez que lo veía sin la muerte en su espalda. Lo miro de reojo toma la cuchara y beber la sopa despacio, sus manos estaban llenas de anillos de plata y otros de oro, sin olvidar sus tatuajes que lleva.
—Habla ya, y deja de mirarme como tu mono de feria —dice fuerte mientras otra vez pone esa mirada dura y sagaz en mí. Mi mirada se agazapó y susurré lo que mi mente había estado repitiéndome todo este rato.
—Y-yo… solo… quería saber… sí… con el arma que tiene usted… podría matarme —suelto mirando el suelo mientras hago círculos con mi dedo.
—¿Eso es lo que quieres pedir por salvar mi vida? —dice con tranquilidad bebiendo la sopa como si no le acabara de decir que quiero que me mate. Lo miro esta vez más decidida y propiné.
—Por favor… al menos quiero que alguien al cual ayude, me mate… y me entierre en un lugar bonito en donde haya flores. Porque tendré la certeza antes de morir que podre descasar en un lindo lugar —suelto aguantando las lágrimas.
—¿Morir…? —dice dejando el plato aun lado. Yo lo miro con rapidez, sin entender a qué se refiere con su pegunta, él sonríe con gracia y suelta.
—Tú no vas a morir. —Me quedo sin palabras viendo como la luna es poco a poco destapada, iluminando su sonrisa siniestra. Él toma mi cabello con fuerza tirándolo hacia él, cierro mis ojos con miedo, sintiendo los fuertes tumbos que da mi corazón.
—Debiste haberme dejado en ese río, zorrilla de monte…. Acabas de condenarte. Entraste a mi mundo y salir ya no es algo a lo que puedas decidir, porque tú me perteneces ahora… —jalo fuerte para tratar de soltarme mientras el miedo recorre mi cuerpo como agua fría, caigo de culo en el piso y sin más él empieza a reír siniestro. Me arrastro asustada y sin más salgo de ese lugar, aun escuchando esa risa retumbar en mi cabeza, subo las escaleras corriendo, debatiéndome si mi vida aún me pertenece.
CADENAS Desapareció…. Esas fueron las palabras que salieron de mi boca al abrir el corral y no ver a ese hombre que noches anteriores me había amenazado… o advertido ya ni sé lo que significaba lo que me dijo. Le di tantas vueltas en la noche que hoy lo iba a enfrentar con las piernas temblorosas, él era la persona que iba a matarme, a liberarme de mis cadenas, pero ahora ya no estaba…. Una idea cruzó por mi cabeza, ¿y si estaba en el río como el primer día que lo encontré? Corro a la casa, y tomo la canasta para que mi madre no me descubra, pero cuando estoy a punto de salir me topo con ella. —Claus te espera en el bar, me pago por adelantado por ti —dice con frialdad entrando en casa. Un nudo se amarra en mi garganta, camino hasta el río y sin darme cuenta ya estoy corriendo y buscándolo por todas partes, mi respiración es agitada y mis lágrimas empiezan a nublar mi vista. Cuando llego al final del río mis esperanzas se desvanecen con él, me arrodillo lentamente y lloro hasta queda
JUSTICIA Su expresión es altiva y por lo visto se ve mejor que la última vez que lo vi, su ropa está pulcra llevando un traje color vino tinto y como lo supuse el día que lo encontré es mucho más alto que yo. Su presencia denota poder, uno del cual no entendía muy bien, un poco de barba en su quijada y esos ojos ámbar de mirada sagaz que hacen que tu piel se erice de terror, me quedo viéndolo sin poder creer lo que ven mis ojos… pensé que se había ido dice mi mente en constante bucle. —¡¿Qué hiciste Lucia?! Esto debe ser tu culpa, eres una… —no termina la frase, ya que es interrumpida por el hombre que tiene su cabeza en el piso, la presiona con fuerza y suelta. —¡Los muebles no hablan, así que calle su puta boca! —se sienta relajado en uno de los muebles viejos que hay, y sin importarle los gritos y sollozos de mi madre, pone sus pies encima de su cuerpo como si fuera alguna especie de reposapiés. Y entonces, como nunca había visto desde que tengo uso de razón, lágrimas genuinas br
VERDUGO—Traigan a las niñas —dice lanzando su cigarro al suelo, y luego pisándolo. Una mujer con traje y con mirada fría entra al lugar con un maletín plateado, lo deja al lado del Sr que no ha podido dejar a un lado su inmensa emoción. Él se acerca a la chica y le susurra algo en su oído, ella me mira sin ninguna expresión en su cara, se acerca hasta mí, y me empuja hacia la salida. Lo último que puede ver es al Sr sacar un cuchillo de mango elegante y a mi padre retroceder con apuro.—Mi Sr me pidió que curara tus heridas —dice para que mi atención se centre en ella. Un grito profund
MI MUNDO—Me ataco porque no quise acostarme con el…. Entonces lo golpe con un jarrón y escape —digo con la mirada en mis manos después de un rato en el que no escucho su voz, alzo mis ojos hacia él y una sonrisa de diversión se forma en su boca, sus ojos brillan de satisfacción. Llamas o un gras sol en verano, solo puedo tratar de imaginar que es lo que tanto le causa satisfacción… ¿matar?—Entonces iremos por ese hijo de puta y le daré lo que más le gusta —me quedo inerte sintiendo otra vez ese escalofrió recorre mi cuerpo entero, una musiquita en bucle se escucha miro hacia Yuan lin
NUEVOS HORIZONTESLas sonrisas cómplices de esos dos eran realmente tenebrosas, no sabía que esperar de aquello, Eros después de un rato me vuelve a mirar niega con una sonrisa y suelta después.—No debiste salvar a este hijo de puta —alzo mi mirada al Sr y su semblante es relajado, sin déjame entrever que trama conmigo. Las llamaradas del fuego salen del lugar y Ares, Cicatriz y yuan salen sin ningún rasguño.—Mi Sr ya todo está echo tenemos que irnos de este lugar —el Sr mira un momento el lugar y sonríe mientras las llamas se comen la estructura.—Te divertiste Ares, ¿cómo estuvo ese culo? Lo bast
FrialdadSu mirada me atraviesa después de que me hiciera esa pregunta, pero yo lo único en lo que puedo pensar es en sobrevivir, tal vez si me alío con él no piense en desecharme, tal como lo hace Yuan. El empieza a acercarse más a mi exigiéndome respuestas, mi mente hace eclosionar malos pensamientos, la voz… la respiración y el olor de mi padre vienen, se sienten en mi cuerpo creándome una sensación de asco y repulsión, cierro mis ojos con fuerza y sin darme cuenta empujo al Sr lejos de mí.—¡No quiero! —propino sintiendo como el miedo me recorre entera, me abrazo con fuerza recordan
BIENVENIDA A MI MUNDO —Acaso lo que yo demando es siempre una burla para la gente que trabaja para mí —dice mirando fríamente al piloto del helicóptero, por lo que dijo yuan había llegado tarde una hora —¿Qué es una hora? Al parecer para el Sr es una ofensa muy grave. ¿Entonces lo que hice yo también le ofendió? Tendrá repercusiones mis actos, miro atentamente al Sr cuando siento la mirada intensa de alguien, miro a su lado y la mujer de pelo rojizo me detalla dándome escalofríos, su mirada es… aterradora como si estuviera planeado tu asesinato. Miro a yuan que la mira con desprecio y asco, ¿qué pasa aquí? El sonido de una cachetada resuena fuerte, miro al Sr y el hombre esta arrodillado en frente de él. —Que esto no se vuelva
SENTIMIENTOS Han pasado tres semanas desde lo acontecido, días atrás le pedí a Yuan que me llevara a un médico para realizarme exámenes que siempre había necesitado. Después de lo que paso, reflexioné, aun a pesar del miedo que tuve al ver lo sanguinario del hombre que me había salvado, lo único que me quedaba era aceptar la nueva vida que tenía y a quien servía de ahora en adelante, era una simple regla de supervivencia. Tenía que aceptar que el Sr tenía razón, ya no era la misma chica maltrataba por sus padres, ahora era la asesina leal de un jefe de una mafia muy importante y enfrentarme a esa realidad era algo que tenía que sobrellevar. —¡Maldición, Lucia te estoy hablando! ¿cuál es la capital de Austral