NUEVOS HORIZONTES
Las sonrisas cómplices de esos dos eran realmente tenebrosas, no sabía que esperar de aquello, Eros después de un rato me vuelve a mirar niega con una sonrisa y suelta después.
—No debiste salvar a este hijo de puta —alzo mi mirada al Sr y su semblante es relajado, sin déjame entrever que trama conmigo. Las llamaradas del fuego salen del lugar y Ares, Cicatriz y yuan salen sin ningún rasguño.
—Mi Sr ya todo está echo tenemos que irnos de este lugar —el Sr mira un momento el lugar y sonríe mientras las llamas se comen la estructura.
—Te divertiste Ares, ¿cómo estuvo ese culo? Lo bast
FrialdadSu mirada me atraviesa después de que me hiciera esa pregunta, pero yo lo único en lo que puedo pensar es en sobrevivir, tal vez si me alío con él no piense en desecharme, tal como lo hace Yuan. El empieza a acercarse más a mi exigiéndome respuestas, mi mente hace eclosionar malos pensamientos, la voz… la respiración y el olor de mi padre vienen, se sienten en mi cuerpo creándome una sensación de asco y repulsión, cierro mis ojos con fuerza y sin darme cuenta empujo al Sr lejos de mí.—¡No quiero! —propino sintiendo como el miedo me recorre entera, me abrazo con fuerza recordan
BIENVENIDA A MI MUNDO —Acaso lo que yo demando es siempre una burla para la gente que trabaja para mí —dice mirando fríamente al piloto del helicóptero, por lo que dijo yuan había llegado tarde una hora —¿Qué es una hora? Al parecer para el Sr es una ofensa muy grave. ¿Entonces lo que hice yo también le ofendió? Tendrá repercusiones mis actos, miro atentamente al Sr cuando siento la mirada intensa de alguien, miro a su lado y la mujer de pelo rojizo me detalla dándome escalofríos, su mirada es… aterradora como si estuviera planeado tu asesinato. Miro a yuan que la mira con desprecio y asco, ¿qué pasa aquí? El sonido de una cachetada resuena fuerte, miro al Sr y el hombre esta arrodillado en frente de él. —Que esto no se vuelva
SENTIMIENTOS Han pasado tres semanas desde lo acontecido, días atrás le pedí a Yuan que me llevara a un médico para realizarme exámenes que siempre había necesitado. Después de lo que paso, reflexioné, aun a pesar del miedo que tuve al ver lo sanguinario del hombre que me había salvado, lo único que me quedaba era aceptar la nueva vida que tenía y a quien servía de ahora en adelante, era una simple regla de supervivencia. Tenía que aceptar que el Sr tenía razón, ya no era la misma chica maltrataba por sus padres, ahora era la asesina leal de un jefe de una mafia muy importante y enfrentarme a esa realidad era algo que tenía que sobrellevar. —¡Maldición, Lucia te estoy hablando! ¿cuál es la capital de Austral
¿CATIGO O GOZO? Me jala con fuerza de las esposas posicionándome entre sus piernas, trato de levantarme desesperadamente, pero me es imposible con mis manos esposadas y sus manos sosteniéndome desde atrás. Mi corazón empieza a latir acelerado entrando en una especie de hiperventilación, sentía que el oxígeno no entraba en mi sistema. El Sr se acerca a mi cuello rozándome sin llegar a tocarme. —Relájate… o morirás te un ataque de pánico —dice susurrando en mi oído, niego con rapidez mientras el miedo toma primer plano. —Por favor, mi Sr… no volveré a ofenderlo… por favor —digo rogando mientras trato nuevamente de soltarme. Suelta una carcajada que resuena en el lugar y dice.
EL REYCorro sin mirar atrás por el pasillo sintiendo como este revoltijo de sensaciones se interponen una a la vez, mientras que mi conciencia me cuestiona con dureza que solo hice aquellos acatos para sobrevivir. Sin dar reparo choco con un hombre que me hace caer al suelo de bruces, propinando un chillido leve por la dureza en la que pasa. Al levantar mi mirada puedo alcanzar a ver un tatuaje en la cara, sonríe de medio lado siniestro haciendo que mi piel se erice y mi corazón lata con rapidez, desaparece por las escaleras del edificio, dejándome inerte en el pasillo recordando es sonrisa llena de maldad, una maldad que hacía tiempo no percibía. Sigo mi camino mientras analizo el suceso con detenimiento, toco el botón del ascensor para llamarlo, el tiempo se vuelve pesado y mi pecho empieza sentir un miedo inexplicable, cuando el ascensor abre sus puertas un cuerpo cae encima de mí tir&a
Incomodidad, es así como me sentía en esta fiesta, todo el mundo me miraba como si fuera una especie de presa, y ellos los cazadores. Baje las escaleras con mi escolta Eros a mi lado, al parecer me fije que cada jefe llevaba su respectivo guardaespaldas, y a su alrededor revoloteaban mujeres sirviéndoles como si fueran sus mucamas con cuerpos de revista. —Y si nos escapamos… —giro mi mirada con rapidez hacia Eros sin entender si oí bien lo que acaba de decirme, él sonríe con gracia y suelta. —Cálmate… puedo sentir tus nervios has aquí, pensé que, si decía alguna tontería te relajarías un poco, pareces rígida como un roble viejo —dice susurrando levemente mientras Eros saluda con asentimiento a algunas personas, por raro que parezca su técnica me sirvió relajándome un poco. —¿Quién es toda esta gente, parecen…? —digo buscando las palabras. —¿Mafiosos? —Termina mi frase con burla y acep
SUPLICASe acerca lentamente hacia mi como un cazador astuto que tiene una firme convicción de atrapar a su presa. Frente a mí, sin poder moverme siento rozar sus labios como si se estuviera provocando a sí mismo, como si lo pidiera y al final se arrepintiera. Una y otra vez sus ojos parecían hablarme, y acto seguido unos golpes fuertes en la puerta nos sacaron de aquel univalente ambiente pesado.—¡¿Sr, Abre la puerta?!, ¡¿Qué tanto tiene que hablar ustedes dos?! —dice agritos Virginia mientras golpea una y otro vez haciendo vibrar mi cuerpo. El Sr suspira hondo, cierra sus ojos con fastidio y se aleja
CINSERIDAD Empuño mi mano con fuerza mientras sus ojos me miran con intensidad, una especie de confusión lo embarga y después de un rato en el que solo nuestras miradas eran lo único que hablaban dice con fuerza. —Trae algo para vendarla, ¡Rápido! —dice en un grito, la chica se levanta del suelo con rapidez desapareciendo de nuestras vistas. Miro mi mano que está sangrando y sin entender por qué no siento dolor las cálidas manos del Sr la sostiene, miro hacia sus ojos y aun puedo ver la rabia, la confusión que siente. Como si se tratara de un niño que se acaba de equivocar y no entiende el porqué. —Mi Sr…. Yo —suelto tratando de hablar con él, pero antes de segui