CADENAS
Desapareció…. Esas fueron las palabras que salieron de mi boca al abrir el corral y no ver a ese hombre que noches anteriores me había amenazado… o advertido ya ni sé lo que significaba lo que me dijo. Le di tantas vueltas en la noche que hoy lo iba a enfrentar con las piernas temblorosas, él era la persona que iba a matarme, a liberarme de mis cadenas, pero ahora ya no estaba…. Una idea cruzó por mi cabeza, ¿y si estaba en el río como el primer día que lo encontré? Corro a la casa, y tomo la canasta para que mi madre no me descubra, pero cuando estoy a punto de salir me topo con ella.—Claus te espera en el bar, me pago por adelantado por ti —dice con frialdad entrando en casa. Un nudo se amarra en mi garganta, camino hasta el río y sin darme cuenta ya estoy corriendo y buscándolo por todas partes, mi respiración es agitada y mis lágrimas empiezan a nublar mi vista. Cuando llego al final del río mis esperanzas se desvanecen con él, me arrodillo lentamente y lloro hasta quedarme seca.
Llego al pueblo y miro el bar con reticencia, una mujer con un vestido sugerente sale dando tumbos y con un olor a alcohol fuertísimo entro lentamente deseando poder persuadir a Claus, el dueño del bar, pagaré por el dinero que le dio mi madre de otra manera. Una música retumbante se escucha, hombres beben y mujeres bailan a la par de las mesas, mi corazón empieza a latir con fuerza y estoy a punto de dar la vuelta, cuando una mano se posa en mi hombro y es el señor Claus. Después de mi padre, este hombre es el más esquero de este pueblo, controla este bar y se cree dueño de todas las mujeres para atraerlas a su bar y poder venderlas.
—Sabía que algún día me pertenecerías, siempre te observe desde lejos caminar con tus vestidos reveladores, me traerás mucho dinero —niego con asco.
—No le pertenezco…. ¡NO LE PERTENEZCO A NADIE! —digo explotando, quito su mano de mi hombro, pero él es más fuerte que yo. Toma mi muñeca y me jala hacia adentro, empiezo a golpear su mano desesperada, mientas jalo con fuerza para soltarme.
—¡No quiero, suélteme! —digo desesperada golpeando su mano una y otra vez, abre una puerta y me empuja adentro. Me levanto rápido y trato de salir forzando la cerradura con acelerado empeño, él se sienta a un lado mientas yo golpeo la puerta varias veces pidiendo ayuda.
—Quítate la ropa, quiero saber si mi producto está en buen estado…. Aunque tu madre ya me dijo que no eres virgen porque te encanta estar encima de un hombre todo el día, ¿por qué no viniste por tu cuenta putita? —sus palabras me lastiman con como agujas filosas, ¿por qué mi madre me odia?, ¿por qué?
—¡YAAA! QUITATE LA ROPA O LO HARÉ YO, Y CRÉEME NO TENDRÉ MIS MANOS QUIETAS —me giro hacia él llorando sin más opción, deslizo mis manos por mis mangas y las dejo caer haciendo que mi vestido resbale por mi cuerpo hasta alcanzar el piso. Tapo mis senos con mis manos y giro mi mirada a otro lado, él se levanta relamiendo sus labios y yo reculo hacia atrás.
—Ya me desnudé, déjeme ir… lo prometió —digo asustada mientras él sigue acercándose paso a paso. Empiezo a hiperventilar, toma mi brazo y yo jalo con fuerza para soltarme, se abalanza hacia mí empotrándome en la pared, trato de empujarlo, pero es un hombre gordo y macizo.
—Déjate llevar, Lucia… he esperado mucho tiempo para que crezcas —grito fuerte esperando que alguien me escuche, él besa mi cuello con fuerza, lastimándome, diviso una pequeña mesa con un jarrón y sin más estiro mi mano, tomo el jarrón y lo estampo en su cabeza rompiéndolo en mil pedazos, mi mano se corta ante tal acción, pero ese hombre cae al suelo y yo solo puedo ver la oportunidad para buscar la llave en sus pantalones mis lágrimas me impiden buscar bien las veo brillar y las tomo, pero la mano de Claus se estira hacia mí.
—¡Maldita perra, te juro por dios que te encontraré y te follaré hasta que grites mi nombre! —me arrastro por el piso lejos de él y pongo a medias mi vestido, descalza corro hasta la salida lejos de ese hombre. Al salir la gente se queda viéndome con desagrado por mis fachas, sostengo mi cortadura que por lo que puedo ver y es grave, ya que sangra mucho la empuño con fuerza y la pongo en mi pecho mientras corro hacia mi casa con premura mientras mis lágrimas quitan mi visibilidad.
Entro a casa y subo las escaleras dando tumbos como si alguien me persiguiera aún, voy a la pileta de mi cuarto donde tengo agua recogida y sumerjo mi mano afectada, vuelvo a llorar sintiendo como escuece mi mano. La vendo con cuidado y tomo un poco de agua, lavo mi cuello con fuerza quitando la saliva de ese hombre tan asqueroso, miles de pensamientos pasan por mi cabeza y cansada de todo tiro la mesa con rabia. Cansada de la gente, por ser tan débil, por la vida tan asquerosa que llevo por todo, me siento en mi cómoda secando mis lágrimas. Cuando acto seguido oigo un estruendo de algo caer con fuerza, cosas se oyen romper y mesas caerse, me levanto asustada mirando hacia la puerta esperando mi muerte, pero enseguida oigo los gritos de mi madre, mi ceño se frunce, abro mi puerta lentamente aun escuchando sus gritos y súplicas. Oigo pasos y mucho movimiento en el primer piso, como si hubiera mucha gente. Temblorosa me animo a bajar lentamente las escaleras, cuando me encuentro en la última escalinata mis ojos no pueden creer lo que ven, hombres con trajes están destruyéndolo todo mientras el hombre al cual salve sostiene a mi madre del cabello mientras ella grita, la tira al suelo y pone su pie en su cabeza para que no se levante, se gira y al verme sonríe con esa sonrisa que noches atrás me había mostrado.
—¿Me extrañaste, zorrilla…? Porque yo sí lo hice —sus palabras gruesas como el acero adornadas por esa sonrisa tenebrosa. Mi cuerpo no sabe si correr o esconderse de este cruel destino.
JUSTICIA Su expresión es altiva y por lo visto se ve mejor que la última vez que lo vi, su ropa está pulcra llevando un traje color vino tinto y como lo supuse el día que lo encontré es mucho más alto que yo. Su presencia denota poder, uno del cual no entendía muy bien, un poco de barba en su quijada y esos ojos ámbar de mirada sagaz que hacen que tu piel se erice de terror, me quedo viéndolo sin poder creer lo que ven mis ojos… pensé que se había ido dice mi mente en constante bucle. —¡¿Qué hiciste Lucia?! Esto debe ser tu culpa, eres una… —no termina la frase, ya que es interrumpida por el hombre que tiene su cabeza en el piso, la presiona con fuerza y suelta. —¡Los muebles no hablan, así que calle su puta boca! —se sienta relajado en uno de los muebles viejos que hay, y sin importarle los gritos y sollozos de mi madre, pone sus pies encima de su cuerpo como si fuera alguna especie de reposapiés. Y entonces, como nunca había visto desde que tengo uso de razón, lágrimas genuinas br
VERDUGO—Traigan a las niñas —dice lanzando su cigarro al suelo, y luego pisándolo. Una mujer con traje y con mirada fría entra al lugar con un maletín plateado, lo deja al lado del Sr que no ha podido dejar a un lado su inmensa emoción. Él se acerca a la chica y le susurra algo en su oído, ella me mira sin ninguna expresión en su cara, se acerca hasta mí, y me empuja hacia la salida. Lo último que puede ver es al Sr sacar un cuchillo de mango elegante y a mi padre retroceder con apuro.—Mi Sr me pidió que curara tus heridas —dice para que mi atención se centre en ella. Un grito profund
MI MUNDO—Me ataco porque no quise acostarme con el…. Entonces lo golpe con un jarrón y escape —digo con la mirada en mis manos después de un rato en el que no escucho su voz, alzo mis ojos hacia él y una sonrisa de diversión se forma en su boca, sus ojos brillan de satisfacción. Llamas o un gras sol en verano, solo puedo tratar de imaginar que es lo que tanto le causa satisfacción… ¿matar?—Entonces iremos por ese hijo de puta y le daré lo que más le gusta —me quedo inerte sintiendo otra vez ese escalofrió recorre mi cuerpo entero, una musiquita en bucle se escucha miro hacia Yuan lin
NUEVOS HORIZONTESLas sonrisas cómplices de esos dos eran realmente tenebrosas, no sabía que esperar de aquello, Eros después de un rato me vuelve a mirar niega con una sonrisa y suelta después.—No debiste salvar a este hijo de puta —alzo mi mirada al Sr y su semblante es relajado, sin déjame entrever que trama conmigo. Las llamaradas del fuego salen del lugar y Ares, Cicatriz y yuan salen sin ningún rasguño.—Mi Sr ya todo está echo tenemos que irnos de este lugar —el Sr mira un momento el lugar y sonríe mientras las llamas se comen la estructura.—Te divertiste Ares, ¿cómo estuvo ese culo? Lo bast
FrialdadSu mirada me atraviesa después de que me hiciera esa pregunta, pero yo lo único en lo que puedo pensar es en sobrevivir, tal vez si me alío con él no piense en desecharme, tal como lo hace Yuan. El empieza a acercarse más a mi exigiéndome respuestas, mi mente hace eclosionar malos pensamientos, la voz… la respiración y el olor de mi padre vienen, se sienten en mi cuerpo creándome una sensación de asco y repulsión, cierro mis ojos con fuerza y sin darme cuenta empujo al Sr lejos de mí.—¡No quiero! —propino sintiendo como el miedo me recorre entera, me abrazo con fuerza recordan
BIENVENIDA A MI MUNDO —Acaso lo que yo demando es siempre una burla para la gente que trabaja para mí —dice mirando fríamente al piloto del helicóptero, por lo que dijo yuan había llegado tarde una hora —¿Qué es una hora? Al parecer para el Sr es una ofensa muy grave. ¿Entonces lo que hice yo también le ofendió? Tendrá repercusiones mis actos, miro atentamente al Sr cuando siento la mirada intensa de alguien, miro a su lado y la mujer de pelo rojizo me detalla dándome escalofríos, su mirada es… aterradora como si estuviera planeado tu asesinato. Miro a yuan que la mira con desprecio y asco, ¿qué pasa aquí? El sonido de una cachetada resuena fuerte, miro al Sr y el hombre esta arrodillado en frente de él. —Que esto no se vuelva
SENTIMIENTOS Han pasado tres semanas desde lo acontecido, días atrás le pedí a Yuan que me llevara a un médico para realizarme exámenes que siempre había necesitado. Después de lo que paso, reflexioné, aun a pesar del miedo que tuve al ver lo sanguinario del hombre que me había salvado, lo único que me quedaba era aceptar la nueva vida que tenía y a quien servía de ahora en adelante, era una simple regla de supervivencia. Tenía que aceptar que el Sr tenía razón, ya no era la misma chica maltrataba por sus padres, ahora era la asesina leal de un jefe de una mafia muy importante y enfrentarme a esa realidad era algo que tenía que sobrellevar. —¡Maldición, Lucia te estoy hablando! ¿cuál es la capital de Austral
¿CATIGO O GOZO? Me jala con fuerza de las esposas posicionándome entre sus piernas, trato de levantarme desesperadamente, pero me es imposible con mis manos esposadas y sus manos sosteniéndome desde atrás. Mi corazón empieza a latir acelerado entrando en una especie de hiperventilación, sentía que el oxígeno no entraba en mi sistema. El Sr se acerca a mi cuello rozándome sin llegar a tocarme. —Relájate… o morirás te un ataque de pánico —dice susurrando en mi oído, niego con rapidez mientras el miedo toma primer plano. —Por favor, mi Sr… no volveré a ofenderlo… por favor —digo rogando mientras trato nuevamente de soltarme. Suelta una carcajada que resuena en el lugar y dice.