La fea del pueblo
Cada día era igual, me levantaba antes de que el sol saliera y me cambiaba mi bata, me ponía uno de los únicos vestidos que guardaba en mi supuesto ropero, y un delantal sobre mi huesuda cadera. Lavo mi cara con agua recogida del río y en mi cajón saco un pequeño espejo roto que tengo como si fuera el tesoro más preciado. Me miro como si esperara a que algo en mí cambiara cada mañana que despierte. Mis cabellos eran cortos, llegado hasta mis mejillas, tanto que parecía un hombre de un color rubio opaco, tan seco y grueso como las ramas de un árbol viejo, sin olvidar mi color de piel, que era tan blanco como la leche desnatada. Mi delgada figura dejaba mucho que desear y no es porque yo quisiera, era porque casi no probaba bocado en esta casa. Saco esos pensamientos de mi cabeza, guardo el espejo y me apuro a bajar antes de que mi madre me golpeé como siempre lo hace por llegar tarde, a veces me imagino cuál será la escusa nueva para darme una golpisa.
Voy al corral y saludo a las gallinas mientras les echo maíz, están concentradas comiendo y aprovecho para robar sus preciados huevos y con ellos voy al mercado para obtener leche y algunos centavos. Cuando llego a casa me pongo manos a la obra, pongo hacer pan y mientras tanto frio algunos huevos que guarde con un vaso de leche fresca. Miro la ventana y veo como el sol se asoma por las montañas del pequeño pueblo de Grinch well, el único lugar que conozco, oigo que alguien baja y sé que es mi madre.
—¿Fuiste al mercado?, ¿cuánto conseguiste? —dice sin unos buenos días, sentándose en la pequeña mesa de madera.
—Solo algunos centavos, madre… pero pude conseguir una botella de leche fresca —digo girándome con orgullo dejando su desayuno en la mesa con una canasta de panes recién salidos del horno.
—¿Eres tonta o qué? Acaso crees que eso es suficiente, ganaría más dinero si te prostituyes, es lo único que sabes hacer —me retiro cabizbaja sirviendo otro desayuno.
—Fue lo único que pude conseguir… las gallinas casi ya no ponen huevos.
—¡Pues no es suficiente niña! —dice pegando un grito que hace que pegue un brinco.
Oigo las pisadas de mi padre y mi corazón empieza a latir con rapidez, mis manos se vuelven torpes tirando el plato que tenía en las manos, oigo como mi madre se queja en silencio por mi torpeza.
—Ummm… huele delicioso… ¿Tú hiciste el pan, Lucia? —dice susurrando detrás de mí mientras toca mi trasero descaradamente. Cierro mis ojos con fuerza deseando que todo pase rápido, el ruido de una silla corriéndose con fuerza se escuchó al fondo de la habitación y unas palabras afiladas me llamaron.
—Ya se arruinó el desayuno… ¡Lucia, ve a por agua al rio quiero bañarme y no te demores! —mi padre se queja por la interrupción de su juego sucio y se aleja de mí. Tomo rápido el cubo de madera y salgo corriendo.
Suelto el aire que llevaba aguantando desde que mi madre bajo y respiro llenando mis pulmones con el fresco aire mañanero, ya no recuerdo cuando el hombre al cual llamo padre empezó a tocarme y a mirarme con esos ojos sucios, tan solo me pregunto si todas las familias son así. Mientras madres abrazan y besan con cariño a sus hijos, la mía solo sabe insultarme y tratarme como un saco de basura, mientras padres enseñan a sus hijos carpintería y los alaban con orgullo, ese hombre… solo sabe golpearme y violarme en las noches. Llego al río y me maravillo con el espectáculo que hace el sol cuando choca contra el agua con sus cálidos rayos, hace que brille como miles de diamantes. Junto a mis manos para beber un poco de agua sintiendo como mis tripas rugen de hambre, sumerjo el cubo de madera para apurarme antes de que me den una paliza, cuando oigo el chasquido de una rama rompiéndose y de unos matorrales salen unos tipos que conozco perfectamente, ya que son unos malandros en el pueblo. Me levanto con rapidez para salir a correr, pero uno de los tipos ya estaban detrás de mí y me empuja con fuerza haciendo que caiga de bruces al suelo.
—Por favor… no tengo dinero, déjenme ir —suelto mirándolo con súplica, recordando que tengo las monedas de la compra, si me las roban mi madre me matará.
—¡Danos todo el dinero, fenómeno de circo! —los chicos se ríen siguiéndole su chiste. Uno de los tipos me pega una pata en la cara que hace que caiga al agua empapándome toda, ellos rebuscan en mi mandil y sacan únicas monedas que nos quedaban.
—No que no tenías nada m*****a zorra —pega otra patada en mi costado izquierdo, pego un grito de dolor y ellos se van con risas y contando el dinero.
Me quedo tirada ahí sin poder moverme del dolor, cierro mis ojos e imagino que estoy en otro lugar. Cae la noche y después de varios intentos de levantarme camino cojeando sosteniendo mi costado con dolor, cuando entro a casa mi madre me toma del cabello y me arrodilla en el piso, grito pidiéndole que pare, pero ella hace caso omiso y suelta con veneno.
—¿Dónde está mi maldito dinero zorra zarrapastrosa? —mis ojos se llenan de lágrimas, sostengo sus manos tratando de que me suelte.
—M…me robaron, madre… yo..yo —sus ojos se llenan de una rabia contenida, empieza agolparme varias veces mientras grita barbaridades, e insultos, yo me protege con mis manos mientras cierro los ojos.
—¡Me crees estúpida niña! Te fuiste todo el día para gastarte mi maldito dinero, apuesto a que fue con hombres porque eso es lo que te encanta hacer con el mío, ¿no? ¡Maldita perra! —me lanza una patada que cae, esta vez en mi ojo me lo tapo con rapidez mientras me revuelvo en el piso con dolor.
—Ya basta de hacer tanto ruido, vas a matar a la chica de tantos golpes y después el muerto no lo echarán a nosotros —dice mi padre bajando las escaleras con una mirada seria. Mi madre lo mira con rabia y se va sin chistar, él se acerca hasta mí y dice.
—Esta noche quiero que bajes al sótano… desnuda —tapo mi ojo con dolor y él se aleja dejándome ahí, mis lágrimas ruedan por mis ojos desesperada por qué todo acabe aquí y ahora. Me levanto a trompicones y mi reflejo se ve en la ventana, quito mi mano de mi ojo y empiezo a llorar con gemidos ahogados por lo mal que me veo.
La medianoche, llega bajo las escaleras como una cáscara vacía que acaban de romper, quito mi bata y me pregunto por qué sigo aquí, tal vez porque el miedo de morir me hace aferrarme a una casa inexistente de amor o simplemente porque no conozco una vida diferente a la que tengo… y si me voy ¿a dónde iré? Viviré como una vagabunda por las calles, mis lágrimas empiezan a brotar de nuevo sintiendo un inmenso vacío en mi corazón. Entro al sótano y lo veo fumando un cigarrillo, me mira y me señala el colchón viejo que hay en el piso, me lazo en él y miro a la nada para no ver su cara, él se pone encima de mí sintiendo su a olor a sudor y su suciedad miro hacia la ventana y veo la luna en todo su esplendor solo espero que todo pase rápido… mientras la luna es testigo de mi dolor.
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El encuentro Cierro los ojos con fuerza mientras suelto lentamente el aire por mi boca, envuelvo mi costado con unas vendas viejas mientras aguanto el dolor, todo mi cuerpo tiene hematomas. Cuando ya está todo envuelto me pongo mi vestido con todo el cuidado posible y sin darme cuenta, suelto el aire que había aguantado, saco mi viejo espejo y me miro, tapo mi boca con impresión y mis lágrimas brotan como cascadas viendo como mi ojo está de un color morado casi echando a negro. Está un poco caído, soy un fenómeno horrible, guardo el espejo y aprovecho para sacar debajo de mi almohada unas pastillas para no quedarme embarazada, es algo que me regalo la boticaria después de que fuera a su tienda con lágrimas en mis ojos rogándole que no me permitiera traer a un hijo a este mundo. Esa fue la primera vez que mi padre me toco, estaba tan asustada, pero no era tonta, sabía que si no me protegía quedaría embarazada, solo rezo cada noche no tener ninguna enfermedad de trasmisión sexual, pero
MUERTE O VIDA Toma mi cabello con fuerza y mete su verga en mi boca, cierro mis ojos y dejo que él haga todo el trabajo mientras escucho sus relinchos, empieza a hundirse más en mi boca y las arcadas no se hacen de esperar haciendo que él se detenga. —¡Maldita estúpida! Ni una mamada sabes hacer bien —golpea mi cara tirándome, el sabor de la sangre recorrer mi boca, ese un sabor a metal tan desagradable. Y entonces en mi mente se enciende una alarma y el cuchillo que tome llega como un destello de esperanza, tomo el mango mientras él… me insulta una y otra vez, lo apretó fuertemente entre mis manos huesudas, pero todos esos pensamientos oscuros son descartados por una voz dentro de mi cabeza»Si lo atacas, ese hombre a fuera morirá «suelto el cuchillo y mis lágrimas caen el suelo de la fría cocina me vuelvo a levantar frente a él, tomo su pene y lo meto dentro de mi boca sintiendo como la bilis sube por mi garganta él me levanta con fuerza colocándome a centímetros de su cara. —No si
CADENAS Desapareció…. Esas fueron las palabras que salieron de mi boca al abrir el corral y no ver a ese hombre que noches anteriores me había amenazado… o advertido ya ni sé lo que significaba lo que me dijo. Le di tantas vueltas en la noche que hoy lo iba a enfrentar con las piernas temblorosas, él era la persona que iba a matarme, a liberarme de mis cadenas, pero ahora ya no estaba…. Una idea cruzó por mi cabeza, ¿y si estaba en el río como el primer día que lo encontré? Corro a la casa, y tomo la canasta para que mi madre no me descubra, pero cuando estoy a punto de salir me topo con ella. —Claus te espera en el bar, me pago por adelantado por ti —dice con frialdad entrando en casa. Un nudo se amarra en mi garganta, camino hasta el río y sin darme cuenta ya estoy corriendo y buscándolo por todas partes, mi respiración es agitada y mis lágrimas empiezan a nublar mi vista. Cuando llego al final del río mis esperanzas se desvanecen con él, me arrodillo lentamente y lloro hasta queda
JUSTICIA Su expresión es altiva y por lo visto se ve mejor que la última vez que lo vi, su ropa está pulcra llevando un traje color vino tinto y como lo supuse el día que lo encontré es mucho más alto que yo. Su presencia denota poder, uno del cual no entendía muy bien, un poco de barba en su quijada y esos ojos ámbar de mirada sagaz que hacen que tu piel se erice de terror, me quedo viéndolo sin poder creer lo que ven mis ojos… pensé que se había ido dice mi mente en constante bucle. —¡¿Qué hiciste Lucia?! Esto debe ser tu culpa, eres una… —no termina la frase, ya que es interrumpida por el hombre que tiene su cabeza en el piso, la presiona con fuerza y suelta. —¡Los muebles no hablan, así que calle su puta boca! —se sienta relajado en uno de los muebles viejos que hay, y sin importarle los gritos y sollozos de mi madre, pone sus pies encima de su cuerpo como si fuera alguna especie de reposapiés. Y entonces, como nunca había visto desde que tengo uso de razón, lágrimas genuinas br
VERDUGO—Traigan a las niñas —dice lanzando su cigarro al suelo, y luego pisándolo. Una mujer con traje y con mirada fría entra al lugar con un maletín plateado, lo deja al lado del Sr que no ha podido dejar a un lado su inmensa emoción. Él se acerca a la chica y le susurra algo en su oído, ella me mira sin ninguna expresión en su cara, se acerca hasta mí, y me empuja hacia la salida. Lo último que puede ver es al Sr sacar un cuchillo de mango elegante y a mi padre retroceder con apuro.—Mi Sr me pidió que curara tus heridas —dice para que mi atención se centre en ella. Un grito profund
MI MUNDO—Me ataco porque no quise acostarme con el…. Entonces lo golpe con un jarrón y escape —digo con la mirada en mis manos después de un rato en el que no escucho su voz, alzo mis ojos hacia él y una sonrisa de diversión se forma en su boca, sus ojos brillan de satisfacción. Llamas o un gras sol en verano, solo puedo tratar de imaginar que es lo que tanto le causa satisfacción… ¿matar?—Entonces iremos por ese hijo de puta y le daré lo que más le gusta —me quedo inerte sintiendo otra vez ese escalofrió recorre mi cuerpo entero, una musiquita en bucle se escucha miro hacia Yuan lin
NUEVOS HORIZONTESLas sonrisas cómplices de esos dos eran realmente tenebrosas, no sabía que esperar de aquello, Eros después de un rato me vuelve a mirar niega con una sonrisa y suelta después.—No debiste salvar a este hijo de puta —alzo mi mirada al Sr y su semblante es relajado, sin déjame entrever que trama conmigo. Las llamaradas del fuego salen del lugar y Ares, Cicatriz y yuan salen sin ningún rasguño.—Mi Sr ya todo está echo tenemos que irnos de este lugar —el Sr mira un momento el lugar y sonríe mientras las llamas se comen la estructura.—Te divertiste Ares, ¿cómo estuvo ese culo? Lo bast
FrialdadSu mirada me atraviesa después de que me hiciera esa pregunta, pero yo lo único en lo que puedo pensar es en sobrevivir, tal vez si me alío con él no piense en desecharme, tal como lo hace Yuan. El empieza a acercarse más a mi exigiéndome respuestas, mi mente hace eclosionar malos pensamientos, la voz… la respiración y el olor de mi padre vienen, se sienten en mi cuerpo creándome una sensación de asco y repulsión, cierro mis ojos con fuerza y sin darme cuenta empujo al Sr lejos de mí.—¡No quiero! —propino sintiendo como el miedo me recorre entera, me abrazo con fuerza recordan