EL Sr
EL Sr
Por: Sra. F.J
Capitulo 1

                                                         La fea del pueblo

Cada día era igual, me levantaba antes de que el sol saliera y me cambiaba mi bata, me ponía uno de los únicos vestidos que guardaba en mi supuesto ropero, y un delantal sobre mi huesuda cadera. Lavo mi cara con agua recogida del río y en mi cajón saco un pequeño espejo roto que tengo como si fuera el tesoro más preciado. Me miro como si esperara a que algo en mí cambiara cada mañana que despierte. Mis cabellos eran cortos, llegado hasta mis mejillas, tanto que parecía un hombre de un color rubio opaco, tan seco y grueso como las ramas de un árbol viejo, sin olvidar mi color de piel, que era tan blanco como la leche desnatada. Mi delgada figura dejaba mucho que desear y no es porque yo quisiera, era porque casi no probaba bocado en esta casa. Saco esos pensamientos de mi cabeza, guardo el espejo y me apuro a bajar antes de que mi madre me golpeé como siempre lo hace por llegar tarde, a veces me imagino cuál será la escusa nueva para darme una golpisa.

Voy al corral y saludo a las gallinas mientras les echo maíz, están concentradas comiendo y aprovecho para robar sus preciados huevos y con ellos voy al mercado para obtener leche y algunos centavos. Cuando llego a casa me pongo manos a la obra, pongo hacer pan y mientras tanto frio algunos huevos que guarde con un vaso de leche fresca. Miro la ventana y veo como el sol se asoma por las montañas del pequeño pueblo de Grinch well, el único lugar que conozco, oigo que alguien baja y sé que es mi madre.

—¿Fuiste al mercado?, ¿cuánto conseguiste? —dice sin unos buenos días, sentándose en la pequeña mesa de madera.

—Solo algunos centavos, madre… pero pude conseguir una botella de leche fresca —digo girándome con orgullo dejando su desayuno en la mesa con una canasta de panes recién salidos del horno.

—¿Eres tonta o qué? Acaso crees que eso es suficiente, ganaría más dinero si te prostituyes, es lo único que sabes hacer —me retiro cabizbaja sirviendo otro desayuno.

—Fue lo único que pude conseguir… las gallinas casi ya no ponen huevos.

—¡Pues no es suficiente niña! —dice pegando un grito que hace que pegue un brinco.

Oigo las pisadas de mi padre y mi corazón empieza a latir con rapidez, mis manos se vuelven torpes tirando el plato que tenía en las manos, oigo como mi madre se queja en silencio por mi torpeza.

—Ummm… huele delicioso… ¿Tú hiciste el pan, Lucia? —dice susurrando detrás de mí mientras toca mi trasero descaradamente. Cierro mis ojos con fuerza deseando que todo pase rápido, el ruido de una silla corriéndose con fuerza se escuchó al fondo de la habitación y unas palabras afiladas me llamaron.

—Ya se arruinó el desayuno… ¡Lucia, ve a por agua al rio quiero bañarme y no te demores! —mi padre se queja por la interrupción de su juego sucio y se aleja de mí. Tomo rápido el cubo de madera y salgo corriendo.

Suelto el aire que llevaba aguantando desde que mi madre bajo y respiro llenando mis pulmones con el fresco aire mañanero, ya no recuerdo cuando el hombre al cual llamo padre empezó a tocarme y a mirarme con esos ojos sucios, tan solo me pregunto si todas las familias son así. Mientras madres abrazan y besan con cariño a sus hijos, la mía solo sabe insultarme y tratarme como un saco de basura, mientras padres enseñan a sus hijos carpintería y los alaban con orgullo, ese hombre… solo sabe golpearme y violarme en las noches. Llego al río y me maravillo con el espectáculo que hace el sol cuando choca contra el agua con sus cálidos rayos, hace que brille como miles de diamantes. Junto a mis manos para beber un poco de agua sintiendo como mis tripas rugen de hambre, sumerjo el cubo de madera para apurarme antes de que me den una paliza, cuando oigo el chasquido de una rama rompiéndose y de unos matorrales salen unos tipos que conozco perfectamente, ya que son unos malandros en el pueblo. Me levanto con rapidez para salir a correr, pero uno de los tipos ya estaban detrás de mí y me empuja con fuerza haciendo que caiga de bruces al suelo.

—Por favor… no tengo dinero, déjenme ir —suelto mirándolo con súplica, recordando que tengo las monedas de la compra, si me las roban mi madre me matará.     

  —¡Danos todo el dinero, fenómeno de circo! —los chicos se ríen siguiéndole su chiste. Uno de los tipos me pega una pata en la cara que hace que caiga al agua empapándome toda, ellos rebuscan en mi mandil y sacan únicas monedas que nos quedaban.

—No que no tenías nada m*****a zorra —pega otra patada en mi costado izquierdo, pego un grito de dolor y ellos se van con risas y contando el dinero.

Me quedo tirada ahí sin poder moverme del dolor, cierro mis ojos e imagino que estoy en otro lugar. Cae la noche y después de varios intentos de levantarme camino cojeando sosteniendo mi costado con dolor, cuando entro a casa mi madre me toma del cabello y me arrodilla en el piso, grito pidiéndole que pare, pero ella hace caso omiso y suelta con veneno.

—¿Dónde está mi maldito dinero zorra zarrapastrosa? —mis ojos se llenan de lágrimas, sostengo sus manos tratando de que me suelte.

—M…me robaron, madre… yo..yo —sus ojos se llenan de una rabia contenida, empieza agolparme varias veces mientras grita barbaridades, e insultos, yo me protege con mis manos mientras cierro los ojos.

—¡Me crees estúpida niña! Te fuiste todo el día para gastarte mi maldito dinero, apuesto a que fue con hombres porque eso es lo que te encanta hacer con el mío, ¿no? ¡Maldita perra! —me lanza una patada que cae, esta vez en mi ojo me lo tapo con rapidez mientras me revuelvo en el piso con dolor.

—Ya basta de hacer tanto ruido, vas a matar a la chica de tantos golpes y después el muerto no lo echarán a nosotros —dice mi padre bajando las escaleras con una mirada seria. Mi madre lo mira con rabia y se va sin chistar, él se acerca hasta mí y dice.

—Esta noche quiero que bajes al sótano… desnuda —tapo mi ojo con dolor y él se aleja dejándome ahí, mis lágrimas ruedan por mis ojos desesperada por qué todo acabe aquí y ahora. Me levanto a trompicones y mi reflejo se ve en la ventana, quito mi mano de mi ojo y empiezo a llorar con gemidos ahogados por lo mal que me veo.

La medianoche, llega bajo las escaleras como una cáscara vacía que acaban de romper, quito mi bata y me pregunto por qué sigo aquí, tal vez porque el miedo de morir me hace aferrarme a una casa inexistente de amor o simplemente porque no conozco una vida diferente a la que tengo… y si me voy ¿a dónde iré? Viviré como una vagabunda por las calles, mis lágrimas empiezan a brotar de nuevo sintiendo un inmenso vacío en mi corazón. Entro al sótano y lo veo fumando un cigarrillo, me mira y me señala el colchón viejo que hay en el piso, me lazo en él y miro a la nada para no ver su cara, él se pone encima de mí sintiendo su a olor a sudor y su suciedad miro hacia la ventana y veo la luna en todo su esplendor solo espero que todo pase rápido… mientras la luna es testigo de mi dolor.  

siganme en mis redes sociales para saber mas de los estrenos, en f******k como sra f.j y en i*******m como sra_f.j_books

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo