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Capítulo 6. Tentadora Petición

Benjamín, al ver como estaba tratando su padre a Ana Sofía, se molestó, su primer impulso era frenarlo, decirle que debía respetar a su hija, pero no era conveniente hacerlo, porque eso molestaría a Ana Sofía y le buscaría más problemas, por lo cual luego de pensarlo un par de segundos se contuvo, la solución más efectiva sería hacer regresar a Smith, por eso sin pérdida de tiempo envío un mensaje a Sirio.

Enviado a número sin identificar.

«Ustedes han enviado a un tal señor Smith, a sostener una negociación con la familia Celedón, se fue sin escuchar la presentación de mi esposa, haga que regrese, le pida disculpas y acepte financiar el proyecto. Todas las negociaciones con los demás Celedón, que sea duro y no firme ningún contrato con ellos; donde esté Ana Sofía en la negociación, debe aprobarla sin ninguna objeción»

Recibido de número sin identificar

«¿Es su primera instrucción como CEO de las empresas de la familia?»

Enviado a número sin identificar

«Aún no he aceptado. Tómelo como un favor al hijo de su jefe»

Fue su simple respuesta, y luego borró cada mensaje, porque no podía dejar ninguna evidencia que lo comprometiera.

—Ana Sofía te hice una pregunta —expresó el patriarca de los Celedón, apretando los dientes, justo en ese momento se regresó el señor Smith, esta vez su rostro estaba extremadamente pálido.

—Señorita Celedón, disculpe por mi salida intempestiva, tenía afán, sin embargo, debí regresar porque la persona llamó para cancelar su cita y entonces decidí venir a escuchar su presentación, por favor, pase adelante y haga su presentación.

Smith recorrió el lugar con la mirada, pensó que había sido Iván Alayón, quien llamó a la mano derecha del propietario y este lo mandó a regresar para que firmara el contrato, por esa razón cambió su trato soberbio con él, por uno de amabilidad. El hombre se sentó a escuchar la exposición de Ana Sofía, que de más está decir que se lució, manejó bien los términos, demostrando profesionalismo, cuando terminó de exponer, aunque el señor Smith y Alayón aplaudieron, los aplausos más fuertes vinieron de un extremo del salón donde estaba Benjamín con Alejandro, ambos aplaudiendo y profiriendo palabras de ánimo.

—¡Bravo! ¡Bravo! —exclamó un emocionado y orgulloso Benjamín y el pequeño Alejandro imitaba a su padre.

—¡Avo! ¡Avo! —gritaba mientras batía sus pequeñas manos, tan feliz como su padre.

Ella los vio y no pudo evitar sonreírse complacida, sin embargo, segundos después su padre reprendió al hombre.

—¡Contrólate! ¿Acaso crees que estás en un teatro, en un concierto o en un circo? —inquirió molesto, sin esperar respuesta continúo—. Esto es una presentación laboral para que tú vengas a interrumpirlo con tu comportamiento de clase baja.

Las palabras del hombre no hicieron ninguna mella en Benjamín, solo provocaron de su parte una media sonrisa, pensando si sería conveniente contarle toda la verdad a su esposa.

—¿De clase baja yo? Dígame algo, señor Genaro, ¿Desde cuándo los Celedón tienen dinero? ¿Hace cuantos años? Cien, doscientos, años, tres o cuatro generaciones? —sin esperar respuesta continuó hablando—. Mi familia son quienes son desde principios de siglos… —sus palabras fueron interrumpidas por la suave mano femenina y allí se dio cuenta de que nunca emplazó a Genaro Celedón, porque todo se lo había imaginado.

De todo lo único cierto, fue la mano de su esposa en su mano.

—Mejor vámonos —pronunció Ana Sofía con preocupación al ver la expresión de burla de su esposo hacia su padre y no quería criar conflictos.

Tomó a su marido de la mano y empezaron a caminar hacia la salida, hasta que la voz de Smith los detuvo.

—Señorita Ana Sofía, ¿Se va a ir sin esperar el veredicto? —interrogó el hombre y la curiosidad brilló en los ojos de la mujer.

—Realmente no sé si estoy preparada para recibir una negativa de su parte, cuando es evidente que desde el principio, no se ha sentido cómodo ante mi presencia, precisamente desde el momento cuando le dije que iría junto a mi esposo —respondió Ana Sofía con un tono de despreocupación, porque a decir verdad, no estaba interesada ya en los resultados, si su padre la echaba, ya buscarían que hacer, de hambre no se morirían, además, tenía unos ahorros que serían suficiente para empezar desde cero, a veces las cosas que creemos que son malas no resultan todo lo malo que uno cree, pensó la chica con determinacion.

—Señorita, en verdad me siento apenado por mi comportamiento de temprano, no debí molestarme con usted, el estrés muchas veces lo hace a uno actuar de manera inapropiada. Vi su presentación y es una de las mejores que he visto en mi vida, ejecutar su proyecto representa una garantía de ingresos para las empresas Grey y por supuesto la Smith, por esa razón y vista sus cualidades, firmaremos con Celedón su proyecto, sin lugar a dudas, vale la pena llevarlo a cabo —articuló el hombre con sinceridad.

Ante las palabras del hombre, ella giró sobre sus talones, estaba sorprendida de que le hubieran aprobado el proyecto, tan era así que le parecía increíble.

—¿Está hablando en serio? —interrogó con desconfianza.

—Completamente, ya estoy enviado un mensaje a la empresa para que elaboren el contrato, y lo envíen por correo electrónico, para que su padre lo suscriba —expresó el hombre y la expresión de Genaro cambió.

—¡Excelente Ana Sofía! Estoy orgulloso de tu logro y vista el resultado de esta negociación, he tomado una decisión, la cual formalizaré en una fiesta que llevaremos a cabo el día sábado. Voy a iniciar una competencia entre mis seis hijos, quien obtenga la mayor cantidad de negociación en un lapso de tres meses, le otorgaré la gerencia de comercialización, a demás de otra sorpresa de la cual le haré partícipe ese día.

Horacio y Montes se quedaron viendo a su padre como deseando que se retractara de sus palabras, pero este solamente sonreía, complacido por los resultados de Ana Sofía.

—Esto no puede quedarse así —susurró Montes—. No voy a permitir que ella sea gerente de comercialización y pase por encima de nosotros.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Horacio con curiosidad.

—Vamos a arrastrar la reputación de Ana Sofía, de esa manera mi padre no podrá designarla en caso de que resulte ganadora en las negociaciones, porque al parecer, tiene un aliado muy poderoso —respondió el más joven de Los Celedón.

—No sé, tengo la impresión de que el aliado de Ana Sofía no es Iván Alayón, porque si así fuese ¿Cómo se explica que esté consiguiéndole contratos a nuestra empresa, cuando pudiera conseguirlos para la suya propia? Porque aunque es una de las más estables de la ciudad, todavía no se ubica en las del primer nivel —expresó Horacio, mirando a algunos de los presentes en la sala, los cuales ninguno tenía lo necesario para creerlo aliado de los Grey.

En ese momento, se acercó Iván Alayón a Ana Sofía, mientras ella se despedía y le impidió la marcha.

—Quería para celebrar la suscripción del contrato, invitarte a ti, a tu padre y al señor Smith a comer al restaurante del hotel Grand South Palace —mencionó el hombre con una expresión de orgullo y no era para menos, ese era uno de los hoteles que formaban parte de la red Palace y para comer u hospedarse allí, si no se es una de las dos familias más pudientes del país, debes reservar con hasta dos años de anticipación.

Su padre y sus hermanos se sorprendieron con la invitación, incluso el señor Smith, todos esperaron a la expectativa, seguros de que Ana Sofía no se iba a negar a esa petición, pese a ella pensarlo por un minuto que a Benjamín le parecieron eternos, y creer que era una tentadora petición, cuando habló, no era lo que ninguno de los hombres se esperaban.

—Lo siento, ya me había prometido con mi esposo y mi hijo a almorzar, será en otra oportunidad, pero pueden ir ustedes, espero la pasen bien —mencionó, mientras tomaba la mano de su Benjamín y salía de la sala, dejándolos a todos atónitos con su decisión. 

Cuando ya se habían alejado de la sala de conferencia Benjamín le preguntó.

—¿De verdad no querías ir a ese restaurante? —interrogó y ella apartó su rostro, sintiéndose traicionera, porque si le decía que no, le estaría mintiendo, por eso le respondió de manera neutral.

—No te preocupes… vamos a comer el pollo y las papitas fritas que te gustan en pollo burger —expresó con tono indiferente, sin embargo, en el fondo, no dejaba de sentir un atisbo de arrepentimiento, por haberse negado a ir a un sitio tan elegante y lujoso, que quien sabe cuando tendría oportunidad de ser invitada otra vez.

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