Dos semanas despuésPor invitación de Benjamín y Ana Sofía, llegaron todos a Wollemia para quedarse en la residencia de los Grey, cuando entraron está de más decir que la casa era impresionante, parecía un palacio, y en el caso de los hermanos de Ana Sofía que habían tenido una vida sin escasez, era de una belleza, confort y lujo nunca para ellos visto, pero ante los ojos de las chicas que invitaron era demasiado extraordinaria, al punto que enmudecieron por un tiempo, respondiendo solo con gestos en la cabeza o monosílabos. Al rato Laurent fue la primera que habló.—¡Ana Sofía! No sabías que estabas casada con un príncipe, este palacio es extraordinario. ¿Puedes darnos un tour? —A decir verdad, yo tampoco, para mí él era solo un fin para que mis padres me dejaran en paz, y a decir verdad… primero no lo toleraba por dejarse humillar, se hacía el débil mientras por detrás movía todos los hilos a mi favor, fue mi ángel de la guardia, esa determinación de defenderme y protegerme… hizo
Todos esperaban ansiosos que Benjamín se apareciera con la pequeña Aisha Alejandra, Ana Sofía tenía más de seis horas en trabajo de parto, y los abuelos, los tíos y las tías habían permanecido durante todo ese tiempo esperando y es que la relación entre todos era estrecha, atrás quedaron los sentimientos egoístas, habían aprendido qué unidos podían ser más fuertes para enfrentar cualquier circunstancias y problemas que se presentaran.Aprendieron que ningún ser humano es mono color, si no que está lleno de matices, o claro oscuro, nadie es cien por ciento bueno o malo, sino que se tienen virtudes y defectos… y desarrollar una u otro depende de lo que decides dejar entrar en tu vida, a lo que le permites dejarte dominar; eso lo entendieron Genaro, Horacio, Erasmo, cuando decidieron ir por un rumbo distinto en sus vidas y Benjamín y Ana Sofía pudieron haberse dejado llenar y dominar por el odio y no permitirles ser parte de su vida, pero decidieron romper con ese ciclo de rencilla, desp
Prefacio Dos años antes Día de la boda «Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre, puede besar a la novia». Declaró el oficiante. Benjamín se acercó para besar la boca de su novia, pero esta la apartó en un gesto de irritación. Enseguida los medios les empezaron a tomar las fotografías, la gente corría de un lado a otro y minutos después los titulares de la prensa digital y escrita no se dejaron esperar. «El yerno de los Celedón es un don nadie ¿En verdad pretenden hacernos creer que fue la fea quien dejó la relación con los Anderson? Las primera noticias fueron ciertas, a ella no me quedó otra opción, si no casarse con un inútil». Benjamín observó la noticia, mientras su suegro se acercaba. —Les reservé un hotel para la noche de bodas, pero para pagarla, debes limpiar primero todas las habitaciones del piso superior, ¡Tú verás si la quieres! —expresó el hombre con malicia. Benjamín suspiró con impotencia, pero al final no le quedó más alternativa, si no cumplir las inst
Dos años despuésBenjamín observaba a su esposa parada frente al espejo, dándose el último retoque en la mitad del rostro, mientras la otra mitad la mantenía oculta tras una máscara, pese a ello, no podía pasarse desapercibido su fuerte expresión producto de la molestia.—Espero que no me dejes en ridículo delante de la gente, porque eso es lo único que sabes hacer, preferiría que te mantuvieras alejado, callado… siempre tienes que hacer cosas ridículas para hacernos el hazmerreír de la familia, pareciera que no sabes hacer otra cosa, sino llenarme de vergüenza —expuso la mujer molesta, quien en su interior no podía dejar de lamentarse por haberse casado con él, ya tenían dos años de casados y no pasaba un solo día que no maldijera su suerte.—Ana Sofía… yo lo s-siento… no me gustan las m-multitudes me abruman… me ponen nervioso, sin embargo, procuraré complacerte… solamente me sentaré a escuchar tu exposición… me quedaré con Alejandro y lo tranquilizaré —pronunció el hombre con un su
Benjamín respiró profundo, iba a girarse para responderle al recién llegado, cuando su esposa intervino. —Señor Ayala, no use el término señorita conmigo, soy una mujer casada, ¿Acaso no puede ver a mi marido? Pues está frente a usted —respondió Ana Sofía, con una voz aparentemente tranquila y una sonrisa que solo trató de simular su creciente disgusto. Ante las palabras de su mujer, Benjamín no pudo evitar estar un tanto orgulloso por ella, hasta sintió un poco crecer su ego, una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro, la cual se desvaneció apenas unos segundos después cuando su suegro se dirigió a él de manera altanera. —¡Recoge ese desastre! —le seguramente el señor Celedón a Benjamín, señalando el lugar lleno de comida junto a la mesa. Por un momento, el muchacho permaneció en silencio y quiso defenderse, porque no quería dejar a Ana Sofía en ridículo y más, cuando ella acababa de defender su posición de esposo, no quería dejarse humillar frente al hombre. —Señor Celed
La mujer, cuando vio a Benjamín suspiró de impotencia, apretó los puños a un lado de su cuerpo, mientras no dejaba de quejarse en su interior «¿Por qué no hace caso? Si le dije que no viniera ¿Qué necesidad tiene de llevarme la contraria? ¿Acaso no le dije que se quedara en la casa? ¿Por qué siempre debe ir en contra de lo que uno le pide? ¡Es tan irritante! ¿Por qué le encanta estar haciendo el ridículo constantemente? ¿No se da cuenta de que me complica la vida? Todos me odian y me desprecian lo suficiente para que él agregue más brasa» Suspiró profundo y comenzó a caminar, cuando su acompañante le sostuvo por el brazo.—Disculpe, señor Smith, espere un momento —pronunció la mujer caminando hacia donde estaba su esposo.—Señorita Celedón, le recuerdo que tiene la presentación en diez minutos, es su única oportunidad de hacerlo, si no lo hace en ese tiempo, entonces su empresa perderá de celebrar contrato con nuestra filial y recuerde que firmar con nosotros, equivale a hacerlo con
Benjamín vio que el señor Smith, estaba dudando y a punto de acceder a la petición de Montes y de Horacio, por ello no dudó en intervenir. —Señor, usted no puede escucharlos a ellos sin antes esperar que mi esposa termine su presentación, ella es la mejor en su campo y… —sus palabras fueron interrumpidas por un burlesco Horacio. —¿La mejor en su campo? ¿Qué sabes tú de proyectos de simuladores arquitectónicos, de diseños? Tú no eres más que el marido que papá le compró a mi hermana para evitarnos la vergüenza cuando Paolo Anderson se negó a casarse con ella. ¡No eres nadie! Un muerto de hambre arrimado, que ni siquiera tiene la capacidad de ganarse el pan que se lleva a la boca. —¡Ya basta, Horacio! Deja de meterte en mi vida y estar diciendo esas cosas… —el hombre la volvió a interrumpir. —¡¿Es mentira?! ¡¿Qué es un inútil?! ¿Qué lo mantienes? —Eso no es problema tuyo ni de nadie, si lo mantengo o no es solo asunto de Benjamín y mío, además no es un tema que estemos tratando aquí
Justo en ese momento, cuando ella se estaba cuestionando en sí esperar que Benjamín resolviera su problema, llegó Iván Alayón, con una amplia sonrisa, y comenzó a saludar al señor Smith. —Señor Smith, no sé si me recuerda… yo soy Iván Alayón, primo de Lyon, un familiar del asistente principal del patriarca de los Grey, mucho gusto —saludó, extendiendo la mano—. Es un placer coincidir con una persona de su importancia —halagó al hombre y este se hinchó de orgullo—. No sabía que estaba en la ciudad, de haberlo sabido le habría dado el recibimiento que se merece, aunque puedo muy bien invitarlo a comer después que se desocupe de aquí —como lo vio serio frunció el ceño y lo interrogó— ¿Qué sucede? ¿Tiene algún problema? Si puedo ayudarlo, no dude en pedírmelo, estamos para servirle —pronunció con una expresión servil, que causó un poco de molestia en Ana Sofía, porque no le gustaba, adular a la gente, sin embargo, apretó la boca, para no dejar salir lo que pensaba. —Señor Alayón, no re