Benjamín vio a Liana agarrar un pollo con rabia y darle puñaladas con el cuchillo, no pudo evitar tragar grueso porque se veía siniestra y por un momento sintió algo de temor, no porque no pudiera dominarla, era lo suficientemente fuerte para hacerlo, sino porque si ella enloquecía y lo atacaba, de seguro sería una escena macabra y eso no le gustaba cuando tenía a Alejandro cerca, por eso decidió poner distancia entre ellos, se alejó como si le estuviera huyendo y realmente, eso no estaba lejos de la verdad, llegó casi hasta el otro extremo de la cocina y desde allí le habló. —Se me olvidó decirte… soy vegetariano —pronunció tratando de ocultar su nerviosismo. La mujer se quedó viéndolo con los ojos entrecerrados, estudiando su actitud y vio que la mirada del hombre estaba en sus manos, el cuchillo y el pollo, y cuando se dio cuenta lo que pasaba, soltó una gran carcajada. —No me digas ¿Acaso me creíste capaz de darte así como le estoy dando al pollo? —no esperó respuesta y continú
—¡Eres un monstruo Ana Sofía! Por eso todos te rechazan y cuando tu hijo y Benjamín vean tu verdadero rostro, también te van a despreciar.Se miró al espejo y comenzó a golpearlo con las palmas de sus manos de manera seguida, no quería ver el reflejo de su rostro recordándole lo repugnante que era, no le importó que sus manos se estaban lastimando, que la sangre brotara, no pudo soportar verse así, se limpió la sangre en su ropa, sin dejar de llorar, se colocó de nuevo la máscara, no se dio cuenta de que le quedó floja porque no se la ajustó bien y esta vez se tiró en la cama a llorar.Los recuerdos de lo ocurrido en ese momento llegaron a su mente, pese a ello, las imágenes del instante cuando le arrojaron el ácido no eran claras, producto del inclemente dolor sentido.«Se preparaban para celebrar sus logros, aunque también ese día su padre había tenido la intención de anunciar la existencia de un compromiso con Paolo Anderson, lo cual ella desconocía y que no era más que una estrate
Benjamín quedó horrorizado con las gotas de sangre en suelo, el vidrio partido de la peinadora, mientras que en la cama, su esposa yacía hecha un ovillo, se acercó a ella rápidamente con preocupación, tratando de contener los latidos acelerados de su corazón, pasó la palma de su mano por la nariz y así supo que estaba dormida, trató de hacer el mínimo ruido para no molestarla, observó sus manos heridas, se acercó, como no vio ningún indicio de gravedad, la dejó seguir durmiendo, le acostó a Alejandro a un lado porque se quedó dormido en el camino de regreso a la casa.De inmediato arregló el desastre, luego se duchó colocándose de nuevo su disfraz, tomó un botiquín y toallitas húmedas y comenzó a limpiarle las manos, ella apenas se movió, después se dirigió a su rostro, le limpió las lágrimas y se dio cuenta de que la máscara estaba floja.Durante esos dos años juntos, nunca tuvo una cercanía como esa con Ana Sofía, de hecho eran contadas las veces que ella entraba a su habitación y c
Benjamín se quedó callado por un momento, no respondió a sus palabras, porque estaba analizando sus sentimientos, «¿Qué significa Ana Sofía para mí? ¿La amo? ¿Qué es el amor?», se preguntó, bajó la vista y la vio abrazándolo, tenía los ojos cerrados y una tenue sonrisa dibujada en su rostro, y sintió su corazón saltar de la emoción y allí lo supo, lo que sentía por ella era profundo, no se creía capaz de dejarla nunca, además, el beso de Liana, no le produjo, sino sorpresa y una punzada de culpabilidad, en cambio, con su esposa era diferente. Debía ayudarla a superar todos sus problemas, no podía defraudarla, no cuando abrió su corazón para él, no podía hacerle daño, Ana Sofía, estando en esa familia, era como una flor de loto blanca, que tenía la capacidad de crecer en las aguas más turbias, en el lodo y emerger cada día, y a pesar de las inmundicias de la vida permanecer pura, blanca, inmaculada.—No, Ana Sofía, nunca voy a dejarte, siempre voy a estar a tu lado —colocó su quijada e
La madre de Ana Sofía lo miró de arriba abajo de manera despectiva, mientras sonreía con una expresión guasónica.—Si ¿Con quién me estoy metiendo? No eres más que un bueno para nada, qué debes darte con una piedra en los dientes, porque mi marido te hizo casar con mi hija, porqué quién sabe dónde estarías ahora, no eres nadie.—Benjamín, ¡Espérame afuera! —exigió con voz firme Ana Sofía. El hombre dudó, no quería dejarla sola con su madre porque desconfiaba de ella, temía que fuera capaz de golpearla o hacerle más daño.—Ana Sofía… —pronunció su nombre con dudas, se negaba a irse.Ella lo miró con determinación y le hizo un gesto con el rostro, al mismo tiempo que repetía las palabras.—Por favor, espérame afuera —suspiró tratando de calmarse—. Esto debo arreglarlo sola.Benjamín no insistió, salió con su hijo y la esperó en el pasillo.—¿Por qué sientes placer en vejarme, maltratarme, humillarme? ¿Qué mal te he hecho? ¿Por qué no pierdes oportunidad de tratar mal a mi esposo?—Un e
Benjamín dudó por un momento, observó a Ana Sofía y sabía que si no le mostraba el celular eso crearía un abismo entre ellos más grande que el anterior, respiró profundo y se lo pasó, sin perder detalle de la expresión de su rostro. Ella lo tomó y por varios segundos que al hombre le parecieron eternos, lo sostuvo en su mano y ella se lo regresó.—¿No lo vas a ver? —interrogó sin poder creer que ella no fuera a revisar. Mientras lo tomaba de nuevo.—No, voy a creer en lo que me cuentes —esperó viéndolo.—No te va a gustar lo que hice, fue necsario hacerlo, me cansé de verte humillada por tu familia, yo puedo soportar cualquier situación, pero tú y mi hijo no, el hecho de ver a los demás vociferando en su contra o despreciándolos, provoca que mi sangre hierba de la ira, vi el vídeo del restaurante cuando te golpeó. El mensaje es del gerente del restaurante, el Palace, me lo envió porque le pedí el favor de que alegara que el pase fue robado y escondiera los instrumentos financieros de
Benjamín soltó a Erasmo como si se tratara de un muñeco de trapo y lo dejó caer de golpe en el suelo, lastimándolo, se pasó la mano por la cabeza en un gesto mezcla de desesperación, frustración, al mismo tiempo que con la otra mano aguantaba el celular en su oreja, sintiendo demasiadas emociones encontradas, miró a un lado a su esposa sosteniendo a su hijo con un semblante de preocupación, la gente a su alrededor sumidas en un tenso silencio, temiendo que él arremetiera en su contra.—Señor, su padre quiere hablar con usted, se lo paso —habló Sirio, mientras colocaba al hombre al teléfono.—¡Está bien! ¡Póngalo!—¿Escuchaste a Sirio? No puedes seguir retrasando tu vuelta a casa, la muerte de tu abuelo nos hace vulnerable, sobre todo estando yo en mi condición, van a venir todos los Grey como moscas a la mierd4 y van a intentar arrebatarnos el poder. Ahora mismo te vienes, te traes a tu hijo y luego nos encargamos de disolver el vínculo matrimonial con esa mujer. No tiene nada que ofr
Ana Sofía se quedó viendo al hombre que le pidió hablar a solas y cuando le iba a dar entrada, aparecieron otro grupo de hombres y le interrumpieron el avance. —Ustedes no van a ninguna parte con ella, dan un paso más y van a quedarse sin movilidad en sus piernas. Los abogados se quedaron viendo sin entender, sin embargo, eso no aplacó su soberbia, la cual era mayor a su sentido común, uno de ellos se acercó y con ese aire de suficiencia que caracteriza a los mediocres cuando están en una posición de poder, expresó. —¿Sabes quién soy yo? Soy abogado y no cualquiera, somos del bufete especial que representa a… —no concluyó sus palabras porque el guardaespaldas que guiaba a los otros lo interrumpió, levantando una mano con expresión de fastidio. —Bla, bla, bla, son puras tonterías, lo que chorrea de esa boca, dejen a la señora y su hijo porque de lo contrario vuelvo y les repito, las órdenes son de romperles las piernas si se atreven a dar un solo paso en su contra —luego se dirigió