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Capítulo II: Mi amigo con alas

Lloraba en silencio. Mi corazón sentía odio, desesperación, impotencia, tristeza; cada día me volvía más dura, fría e indiferente con las personas, cada día me molestaba más con hechos tan simples, sabía que si no hacía algo al respecto yo crecería así y vivir así, no era vida.

El pajarito comenzó a hacer más ruido. Yo miré hacia donde se encontraba me paré y sonreí. Lo toque con mi dedo. 

—¡Auch! —exclamé —Para ser pequeño picoteas un poco fuerte —el pajarillo seguía picoteando mi dedo —No tengo comida para pájaros, pero bajaré a la cocina, veré que encuentro. 

Salí de mi habitación y me dirigí hacia la cocina, busqué algo para darle de comer al pequeño bebé ave que había recogido en el parque. Tomé un pequeño trozo de pan tostado, luego subí y antes de llegar a mi habitación escuché a mi madre llorar. Toqué la puerta.

—Mamá ¿todo está bien? —aunque sabía que no todo está bien, decidí preguntar eso. 

—Sí hija. 

Abrí la puerta.

—¿Estás segura?

Mi madre se levantó rápidamente y antes de verme sus manos se dirigieron hacia su cara para secarse las lágrimas. Luego me miró.

—Todo está bien, no te preocupes.

Entré y luego caminé despacio hacia ella. Toqué con mis manos su rostro y limpié la lágrima que brotaba por sus ojos y sonreí. Mi madre tomo con sus manos las mías y comenzó a llorar. 

—Lo siento Alanna, lo siento... 

—¿De qué?

—De todo esto. Yo soy la culpable de que tu padre sea así, de que tú seas así y de que vivamos siendo infelices —se dejó caer en la cama —Los descuidé y me descuidé. Si hubiese cuidado mi cuerpo, si hubiese cuidado tu relación con tu padre o si me hubiese enfocado en la comunicación de nosotros tres, nada de esto pasaría. 

Mi madre sentía culpa, al igual que yo. Me quedé en silencio viéndola; noté que ella también estaba cansada, fastidiada, triste, molesta y que su corazón estaba roto cómo el mío. La abracé, un nudo en mi garganta se formó, pero no quería que ella me viera débil, quería ser la razón por la cual ella se levantara y siguiera adelante. 

—Mamá... tú no tienes la culpa de nada. Nadie sabe el futuro que tendrá, si fuera así todos seríamos felices pero vulnerables ante cualquier circunstancia. Nadie puede evitar situaciones así pero sí los pueden solucionar —. mi pregunta ante lo que le había dicho a mi mamá era "¿cómo?" "¿cómo se puede solucionar algo que ya está destruido?" "¿cómo reparar algo que está hecho pedazos?"

—Tienes razón, juntas saldremos adelante —se paró y me sonrió —¿No es así?

—Sí... —me paré y la abracé —Así será...

Pero... ¿cómo? pensaba una y otra vez. 

—¿Para qué ese pan? 

Llevé a mi mamá a mi habitación y le mostré al pajarillo que había rescatado. Mi madre solo lo observaba mientras aquel pequeñín comía. 

—Que feo es —decía mi mamá

—¿Lo parece? 

—Sí, no pensé que los pájaros bebés fueran tan feos, esperemos mejore cuando crezca. 

Mi mamá se levantó y caminó hacia la puerta. 

—Descansa Alanna —. apagó la luz y luego cerró la puerta. 

—Descansa mamá... 

Esa noche pensé en muchas cosas.

El futuro es incierto, un día estás contento, sonríes y disfrutas de la vida, pero, al siguiente todo cambia, se torna oscuro y desolado. Los momentos felices que alguna vez viví se formaron en recuerdos, deseaba regresar el tiempo, pero no, no hay vuelta atrás. Yo moría, moría lento.

Los días pasaban, las hojas caían en mi ventana y los problemas aumentaban.

—¿Ya viste? —preguntó Mía, una de mis amigas de la universidad

—¿Qué cosa?

—Mira atrás de ti, está tu novio con la chica que te cae mal.

—¿por qué te cae mal? —preguntó otra de ellas. 

—Digamos que, es una piedra en mi camino.

—Alanna ¿por qué no hablas con él?

—¿y qué le puedo decir? 

—Pues que no te agrada su amiga

—¿Y eso solucionará algo? Lo he hecho, le he dicho que no me agrada, pero ¿qué más puedo hacer? ¿prohibirle? —mi corazón sintió un dolor inmenso —No le prohibiría hablar con ella, aun cuando no me agrade es su amiga y...

—Alanna no —interrumpió Mia —Él sí puede hablar con quien se le pegue la gana, pero si tú lo haces con alguno de nuestros amigos se enoja contigo, de eso no se trata. Se enojó con Liam por hablarte. Además, tú me dijiste que él ya casi no le hablaba a esa chica y que hoy no podía acompañarte a la biblioteca porque iba a estar ocupado y mira, se ve que está bastante ocupado.

Eso me había dolido, algo de razón había en esas palabras y hui de allí.  

—Tengo que irme —camine rápido.

Mi corazón estaba lastimado; algo pasaba entre nosotros.

Llegando a casa, subí directo a mi habitación, cerré la puerta y me acosté mirando hacia la ventana. 

—Alanna ¿no comerás? —preguntó mi mamá mientras tocaba la puerta

—No mamá, no tengo hambre. 

—¿Está todo bien mi amor? ¿sucede algo?

Tome fuerzas para decir —"Sí". Todo está bien mamá, "no te preocupes por mí". 

—Bueno cariño —la voz de mi mamá se escuchaba más tranquila. 

Comencé a llorar, apreté mis manos y recordé todos los momentos felices que había pasado con mi novio y los comparé a los momentos que vivíamos ahora. Todo era diferente, nuestra relación ya no era la misma, ambos decíamos amarnos, ¿era eso en realidad? El pajarillo hizo un sonido, ya comenzaban a verse sus pequeñas plumas alrededor de su cuerpo delicado. 

Me levanté de mi cama y fui directo a darle de comer. Lo miré mientras él comía y bebía.

—¿Sabes? pienso que la magia con la que una vez nos unió a mi novio y a mí se ha desvanecido. Puede que nuestros sentimientos hayan cambiado y estemos confundiendo el "amor" con costumbre —el pajarito dejó de trinar y me miró —Me acostumbré a él, a su voz, a sus tratos, a su mirada, me acostumbre a tenerlo conmigo, no puedo pensar si un día no lo tuviera. Simplemente no puedo aceptarlo, moriría sin él. Es un dilema ¿sabes? porque no sé si sea lo correcto o solo esté empeorando las cosas. Hoy lo vi con ella, me mintió —comencé a cantar una canción de Amanda Miguel —Él me mintió, él me dijo que me amaba y no era verdad, él mintió, él… me mintió… —mi voz se volvió más delicada y quebranto un poco, el pajarillo soltó un pequeño y corto canto. 

Sonreí.

—Debo dejar de pensar en eso y buscarte un nombre ¿No es así?

Tomé mi laptop y me senté. 

—Primero debo buscar que clase de plumífero eres.

Mi búsqueda en g****e comenzó a surgir, veía imágenes de aves tratando de buscar cuál era su especie, pero, no encontré nada.

—Eres muy pequeño aún para saber qué tipo de ave eres. Necesito ponerte un nombre, pero no cualquier nombre que se me venga a la mente; quiero uno que vaya con lo que eres —me levanté y me dirigí hacia él —¿Qué nombre te gusta? —me quedé pensativa por unos segundos —Ondu ¿te gusta? —el pajarillo solo me miraba —Está bien, pensemos en otro. Qué te parece... plumas —el pajarillo volteo a seguir comiendo —parece que no te gusta, veamos... ¿te gusta el nombre de bird? ¿java? ¿zazú? Solo me miras. Está bien, más adelante buscaré tu nombre por ahora te seguiré llamando pajarillo —el pájaro emitió un sonido; sonreí.

Miré a la ventana y luego me dirigí al pajarillo.

—¿Te gustaría salir un rato? —el pajarillo trino.

Lo tomé de mi mano cuidadosamente y lo puse en mi hombro. Caminé hacia la puerta.

—¡Vaya! en el rato que estuve pensando nombres para ti no hiciste ningún sonido ¿tan feos estaban? —el pajarito volvió a trinar —Yo me hubiese quedado con el nombre de zazú ¿no lo crees? —se quedó en silencio —¡Oh vaya! parece que de verdad son pésimos los nombres —reí.

Tomé la bici, puse al pajarillo en la bolsa de mi sudadera y lo envolví con una pequeña manta, luego salí de casa. 

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