Tara se quedó a dormir en casa y al día siguiente, se marchó. Antes dijo que volvería más pronto, que esa última vez.
Después de ese día, todo volvió a ser normal. El ciclo escolar en la universidad estaba a punto de concluir, traté de disfrutar lo más que pudiera.
Desde que surgió la pelea con Bastian e Iker, el ruiseñor me acompañaba aún en mi universidad, no es que estuviera siempre en mi hombro o que los demás supieran que él estaba allí, bastaba con mirar a la ventana para verlo.
—¡Alanna! —mis amigos caminaron a mí
—¡Hey! —Liam me abrazó —¿Cómo estás?
—¿Lista para dar lo último?
—Sí —sonreí
—Serán los mejores días
Thomas, Liam, Archie y Janne se adelantaron
No me atreví a leer las otras dos cartas, eso era asunto de mis padres.Así que una la dejé encima de su pequeño mueble que estaba al lado de su cama para que mi madre pudiese leerla y la otra, me aseguré de que mi padre pudiese leerla, así que la guardé en su estuche de colecciones de monedas.Era extraño, pero al no saber nada de él y a pesar de su carácter, deseaba verlo y más aún, que se encontrara bien.Al meter el cofre en el cajón, tiré su portafolio.—¡Ay no! —me incliné para acomodarlo —Si mi padre me hubiese visto, hubiera dicho "Ay Alanna, no puedes ser más tonta" o algo así —reí y miré al ruiseñor. Noté que en su pequeño pico llevaba una tarjeta, lo tomé. Decía el nombre de Derek y la dirección en dónde encontra
—¿Y tú trabajo?—pregunté apenadaDerek soltó una pequeña risa—Después de la escena que hiciste ¿tú qué crees que pasó?—me miróAgaché mi cabeza—Lo siento...—También es culpa mía—¿A qué te refieres?—Lo miré—Siento mucho no haber hablado con ustedes todo este tiempo.Después de lo que me había contado y la escena que le había armado en el trabajo, no podía cuestionarlo más.Miré al ruiseñor, quien se encontraba mirando a Derek y sin tener que preguntarle, él solo me fue aclarando mis dudas.—Me sentía culpable de la muerte de mi mejor amigo, lo menos que podía hacer era cumplir mi promesa de verte feliz, aunque no ha sido
No puedo decir que lo siguientes minutos fueron sencillos, en realidad, mi corazón latía rápidamente. Estaba confundida.La puerta se abrió y él entró mi padre. El abogado de mi mamá había llegado minutos después de que se encontrara aquí la otra señora que mi papá tenía.Mi padre entró a la sala y no me dirigió la palabra, ni siquiera la mirada.—Bueno, empecemos entonces —mencionó el licenciado de mi mamá.El abogado de mi padre era quien se movía para revisar que todo marchara bien.Subí a mi habitación y mis sentimientos se convirtieron en nostalgia; mi madre entró.—Hola cariño — sonrió—Hola má —también le sonreí—¿Cómo te sientes?—Supongo
Al siguiente día de llegar a nuestro nuevo hogar, comenzamos a acomodar las cosas. Mi mamá y yo, nos divertimos redecorando la nueva casa.El timbre sonó—Seguramente es la señora Eva, dijo que traería algunas cosas para nosotros—Mamá, conoces a todo mundo por aquí—Me crie aquí hija—se dejó caer en el sofá—Anda ve a abrir y ayúdale porque ya es una persona mayor—Ya voy—reíAbrí la puerta—Déjeme ayudarla—mencioné sin mirar a la persona. Tomé la caja y noté que las manos que la sostenían eran jóvenes. Miré lentamente hacia arriba. Quedé muda al verlo.—Hola hija ¿tú mamá se encuentra?Mi mamá llegó enseguida—
Mi despertador sonó. Abrí los ojos.—Desearía no abrirlos nunca —pensé Me di la vuelta y apagué la alarma, miré la hora en mi celular.—Es hora de ir al colegio —me levanté de la cama lo más despacio posible. Tomé mi ropa que estaba en mi pequeño sofá y caminé directo a la regadera, cerré la puerta del baño y aventé mi ropa en el suelo, luego me recargué en el lavamanos y me miré al espejo; en aquel me vi reflejada, v
Lloraba en silencio. Mi corazón sentía odio, desesperación, impotencia, tristeza; cada día me volvía más dura, fría e indiferente con las personas, cada día me molestaba más con hechos tan simples, sabía que si no hacía algo al respecto yo crecería así y vivir así, no era vida.El pajarito comenzó a hacer más ruido. Yo miré hacia donde se encontraba me paré y sonreí. Lo toque con mi dedo.—¡Auch! —exclamé —Para ser pequeño picoteas un poco fuerte —el pajarillo seguía picoteando mi dedo —No tengo comida para pájaros, pero bajaré a la cocina, veré qu
Llegamos a un pequeño bosque, quedaba a una hora de mi casa aproximadamente. Recargue mi bici en un árbol, luego tome al pajarillo y lo saque del bolsillo de mi sudadera. Lo bajé y me senté. Tomé mi celular y noté que tenía llamadas perdidas de mi novio.—Ay no...— regresé la llamada.—Q...—¡¿Dónde estás y porque no contestas el maldito celular?! —interrumpió.—No sentí ni escuché cuando marcaste, perdona.—¿Estás con otro?—¡¿Qué?!—¡Pásame al chico con el que estás!—Amor cálmate, no estoy con nadie.—Sí ¡ajá! ¿Me crees tonto Alanna?—Yo no dije eso—Luego hablamos Alanna, disfruta los momentos con el otro. Bye.Miré mi celular y había colgado ya. Recargue mi cabeza en el árbol. Sentía un peso enorme en mi espalda, me sentía cansada. El pajarillo hizo un sonido, lo observé y sonreí, quedé observándolo.—¿Qué buscas? —me acerqué a él. Comencé a mover la tierra con mis dedos
Los días pasaron de nuevo, cada vez me encerraba más en mi mundo, poco a poco comencé a alejarme de todos y mientras más sola me encontrara, pensaba que era mejor pero el vacío que habitaba dentro de mí se hacía más grande y más profundo. Desesperadamente buscaba una salida, pedía ayuda, quería que alguien me viera, me rescatara de este infierno y dolía como si desgarraran mi piel aun estando viva; pedía ayuda en silencio, quería que me oyeran sin mencionar nada, sin decir una sola palabra.Me encontraba sentada en una de las mesas que quedaba en el patio de la universidad, estaba sola;solo observaba a la gente pasar frente a mí. A algunos los conocía de vista; pedía ayuda sin abrir mi boca.