El eco de los tacones de Inna sobre la madera pulida llena el espacio con un ritmo firme y deliberado, este es el aviso de su llegada. Dmitry, la mira su primer instinto es fijarse en su semblante, y una calma se instala en su pecho al ver que el color ha regresado a su rostro.—Espero no estar interrumpiendo…—dice con tono venenoso mientras termina de acortar la distancia y se coloca junto a Dmitry, quedando apenas con algunos pasos por delante de él, casi como si marcara el límite entre él y Lena, uno que no debe ser cruzado, mensaje que, por la expresión de desagrado en la cara de la pelirroja, es claro que lo entiende.Por otro lado, Lena, consciente de que su conversación y el comienzo de su coqueteo ha sido interrumpida, fija su mirada en la pelinegra con una sonrisa que tiene tanto de encanto como de falsedad. —Señora Volkova, qué agradable es volver a verla —dice Lena, su voz modulada con una dulzura que no logra ocultar del todo el filo detrás de sus palabras. Inna clava su
La brisa de la tarde lleva consigo el aroma de heno fresco y cuero curtido. Todos se encuentran moviéndose de un lado al otro mientras se apresuran en bajar los nuevos ejemplares pura sangre de los transportes. Inna observa desde un costado, sus botas de montar hundiéndose levemente en la tierra húmeda mientras se acerca a Vladimir y le da instrucciones sobre dónde acomodar a cada uno de los nuevos caballos. El viento juega suavemente con los mechones sueltos de su cabello, pero eso no distrae su atención. Sin embargo, lo que sí lo logra distraerla es la sensación que ha sido su compañera todo el día: la mirada de Dmitry clavada en ella. Después de lo ocurrido con Lena en la mañana, ha sentido ese peso constante, llegando a un punto de ser abrasador. Inna puede jurar que se siente como Dmitry intentara desentrañar cada uno de sus pensamientos más ocultos solo con su mirada. Si bien en un principio, trató de ignorarlo, achacándolo a la costumbre de Dmitry de observar a todos en sile
Mientras Inna camina hacia su Jeep, puede sentir como la brisa ya está comenzando a tornarse fría y anunciando el cambio de estaciones, el invierno comenzará pronto. Las llaves del jeep tintinean en su mano. Tal vez un viaje rápido al mercado del pueblo le sirva para despejar su mente de la reciente conversación que sostuvo con Arman. Pero antes de que pueda abrir la puerta del auto, una voz se deja escuchar a su espalda.—¿Inna? —llama con suavidad.Deteniéndose al momento, Inna se da la vuelta para encontrar a Layeska de pie cerca de la entrada, con su cabello oscuro desordenado por el viento y un ligero puchero en sus labios. —¿Qué ocurre, Layeska? —pregunta con una sonrisa amable, y sintiendo ternura ante el puchero de la pequeña. La niña da un par de pasos hacia ella, apretando las manos nerviosamente. —¿Puedo ir contigo? Inna la observa, sintiendo como esa punzada de ternura aumenta, pero rápidamente sacude la cabeza. —Nena, no puedo llevarte sin permiso de tu papá. Dmitr
Inna ayuda a Layeska a bajar del Jeep con cuidado, asegurándose de que la pequeña no tropiece al pisar el empedrado. La pequeña sonríe con emoción al ver el bullicio del mercado, su entusiasmo volviéndose casi contagioso. Acomodando un mechón del rebelde cabello de la pequeña, Inna cierra la puerta del auto, activa la alarma con un clic y extiende su mano para que Layeska la tome. —No te sueltes, ¿de acuerdo? —le dice con una sonrisa mientras toma su mano de forma dulce.Juntas, caminan hacia la entrada del mercado público. Inna toma uno de los carritos metálicos y comienza a recorrer los puestos coloridos, llenos de frutas frescas, vegetales, especias y dulce típicos. Layeska mira todo con emoción, su mirada deteniéndose en los dulces apilados en un puesto cercano, pero se limita a no decir nada. —¿Quieres algo? —pregunta Inna deteniendo sus pasos al notar su interés. Layeska levanta su rostro hacia Inna y niega con la cabeza, aunque sus ojos brillan con anhelo. Inna sonríe para
Al salir de la iglesia, Nikolay ajusta su abrigo oscuro mientras el aire fresco acaricia da sobre su rostro. Aunque como siempre, su expresión es serena, después de la conversación que acaba de tener con el sacerdote, su pensamiento se vuelve más calculador que antes.Si bien aceptó la reunión con el padre, había sido más por la insistencia de Alexey que porque é realmente quisiera reunirse con el hombre, para él, el sacerdote no es más que un viejo que está comenzando a debatirse con su conciencia, y él no tiene tiempo para perderlo en arrepentimientos absurdos. El viejo no es más que una pieza en su tablero, y si comienza a estorbarle, no dudará en sacarlo del juego.Esa son las ideas que se encuentran pasando por su cabeza, pero cuando llega al final de la escalinata que lleva a la iglesia, su mirada se dirige hacia la plaza abierta que bordea el lago, más por un instinto que porque busque algo o alguien, pero lo que su mirada encentra, le hace sonreír con malicia. Cerca del borde
La luz del sol de la tarde se filtra a través de las persianas del pequeño apartamento. Sentado en la mesa del comedor, lee con calma los documentos que tiene frente a él. Al llegar al departamento encontró los documentos en el buzón, pero debido a que tuvo que ir a ver a Vera a la clínica, solo hasta ahora pudo dedicarles el tiempo necesario.Desde que la hija de Inna fue secuestrada, n ha parado de buscar información sobre la enfermera, pero hasta ahora solo había encontrado las cosas relacionada con su muerte, por suerte, había logrado encontrar algo de información. Aunque en un principio los registros de la enfermera son una mezcla de información médica y datos personales, aparentemente inservibles. Pero cuando lee nuevamente las líneas, presta un poco más de atención y nota como estas mencionan su empleo previo, rápidamente reconoce el nombre del hospital como el mismo donde estuvo internada Vera.Arman se reclina en su silla, tamborileando con los dedos sobre el borde de la mesa
༻ MOSCÚ ༺El sonido del timbre del apartamento de Arman resuena por tercera vez antes de que los golpes insistentes sobre la puerta comiencen a llenar el pasillo. Al no recibir una respuesta rápida, Inna cruza los brazos con impaciencia, su pie marcando un ritmo involuntario en el suelo mientras espera a obtener una respuesta. Tienen que pasar unos tres minutos más antes de que escuche movimientos apresurados tras la puerta, por lo que vuelve a dejar unos golpes más sobre la puerta.—¡Ya voy, ya voy! —escucha la voz de Arman, misma que llega amortiguada desde el interior—. ¡Por el amor de Dios, les daré una buena propina solo tenía que esperar un minuto más! —agrega con cansancio.Cuando la puerta finalmente se abre, las palabras de Arman se desvanecen al verla, al igual que el color de cara. Cuando su mirada se encuentra con la mirada de Inna, esta al momento enarca una ceja en un gesto inequívoco de sorpresa ante la apariencia que le muestra.Frente a ella, se muestra un Arman que e
༻ ABRAU DURSO ༺—¿Moscú? —al escuchar las palabras de Tania, Dmitry se detiene en seco y se gira hacia la mujer mayor—. ¿Pasó algo?—Nada —es la rápida respuesta de la mujer—. La señora solo dijo que estaría fuera algunos días, pero confía en que usted puede controlar la hacienda y el pago de los nuevos ejemplares.Dmitry se queda en silencio por un momento y al final solamente termina asintiendo mientras cambia de dirección y elige ir al redondel, pero antes de hacerlo, levanta la mano y la extiende hacia Tania y le ofrece el pastel de manzana que traía con él.—¿Señor? — pregunta, mientras toma la bolsa que contiene el pastel.—Layeska la compró para Inna, es absurdo dejar que se pierda.Y tras esas palabras termina de encaminarse hacia el patio trasero.Por su parte, Tania de le queda viendo mientras Dimitri se aleja, en su rostro se dibuja una sonrisa en el momento que se fía en la bolsa en sus manos y solamente camina hacia la cocina, tal vez si lo refrigera a tiempo aquella reban