Aquella petición toma a Dmitry por sorpresa, su mirada se clava en la imagen indefensa de Inna recostada sobre su cama, su cuerpo contraído tanto como puede, su mano tomando su muñeca con fuerza, sus ojos llenos de lágrimas y su mirada suplicante. Dmitry no dice nada y solo se termina se mueve para poder tomar asiento en la cama, apoyando su espalda contra el cabecero de la cama y abrazando a Inna contra su pecho.Ninguno sabe decir cuánto tiempo exacto pasan en esa posición, pero la entrada de la Tania les indica que es el suficiente como para que la mujer pudiera preparar el té para los nervios que Dmitry le pidió. Acercándose a la cama, la mujer no dice nada cuando ve la posición en la que se encuentran Dmitry e Inna, solo se limita a extender la bandeja y es Dmitry quien, con su brazo libre, lo extiende para tomar la taza humeante y acercarla a Inna, pero ella solo sigue con su rostro escondido contra su pecho.—Toma un poco—dice mientras intenta separar a la pelinegra de su pecho
El sol se filtra débilmente a través de las cortinas de la habitación, bañando el espacio con una luz tenue pero cálida, casi como si la fuerte lluvia de la noche anterior no hubiera existido. Inna abre los ojos lentamente, sintiendo el peso del cansancio aún aferrado a su cuerpo. Una punzada leve en su cabeza le hace fruncir su seño, y mientras lleva una mano a su frente, se sienta al borde de la cama, sus pies descalzos tocando el frío suelo de madera. Cerrando los ojos nuevamente, trata de ordenar sus pensamientos en medio de la bruma de su despertar.De pronto, una imagen llega a su mente, nítida y shokeante: ella, aferrándose con fuerza a Dmitry, su rostro escondido contra su pecho, el miedo al pensar que la dejaría sola, su mano tomándole con fuerza mientras una súplica clara sale de sus labios "No me dejes… por favor”, escucha en su mente, y una maldición escapa de sus labios.—Carajos… —murmura, llevándose ambas manos a la cara.La sola idea de haber mostrado esa vulnerabilida
༻ 7 AÑOS ATRÁS ༺༻ PRISIÓN DE KRASNY SVET – MOSCÚ ༺La habitación de visitas está tan fría como el invierno que extiende sobre Moscú. Las paredes grises y negras parecen absorber la luz que se cuela por las rejillas de las ventanas alta.Anastasia se sienta en una de las mesas de metal, sus manos restringidas por las esposas entorno a sus muñecas. Su figura se encuentra cubierta por el uniforme naranja identificado con su número de control, un atuendo que en nada se parece a los vestidos florales o las ropas de siembra que tanto disfruta vestir.Estrechando una mano contra otra, trata de calmar sus nervios. Es la primera vez en tres meses que alguien la visita, o por lo menos alguien que no es doctor Volkov o Arman. Desde su arresto, no ha recibido ni una carta ni una señal de vida de su familia. Pero, hoy esa soledad parece romperse. Frente a ella, la puerta metálica se abre con un chirrido. Un guardia entra, y tras de él entra su querida Lena. Anastasia ve como su hermana menor ent
El eco de los tacones de Inna sobre la madera pulida llena el espacio con un ritmo firme y deliberado, este es el aviso de su llegada. Dmitry, la mira su primer instinto es fijarse en su semblante, y una calma se instala en su pecho al ver que el color ha regresado a su rostro.—Espero no estar interrumpiendo…—dice con tono venenoso mientras termina de acortar la distancia y se coloca junto a Dmitry, quedando apenas con algunos pasos por delante de él, casi como si marcara el límite entre él y Lena, uno que no debe ser cruzado, mensaje que, por la expresión de desagrado en la cara de la pelirroja, es claro que lo entiende.Por otro lado, Lena, consciente de que su conversación y el comienzo de su coqueteo ha sido interrumpida, fija su mirada en la pelinegra con una sonrisa que tiene tanto de encanto como de falsedad. —Señora Volkova, qué agradable es volver a verla —dice Lena, su voz modulada con una dulzura que no logra ocultar del todo el filo detrás de sus palabras. Inna clava su
La brisa de la tarde lleva consigo el aroma de heno fresco y cuero curtido. Todos se encuentran moviéndose de un lado al otro mientras se apresuran en bajar los nuevos ejemplares pura sangre de los transportes. Inna observa desde un costado, sus botas de montar hundiéndose levemente en la tierra húmeda mientras se acerca a Vladimir y le da instrucciones sobre dónde acomodar a cada uno de los nuevos caballos. El viento juega suavemente con los mechones sueltos de su cabello, pero eso no distrae su atención. Sin embargo, lo que sí lo logra distraerla es la sensación que ha sido su compañera todo el día: la mirada de Dmitry clavada en ella. Después de lo ocurrido con Lena en la mañana, ha sentido ese peso constante, llegando a un punto de ser abrasador. Inna puede jurar que se siente como Dmitry intentara desentrañar cada uno de sus pensamientos más ocultos solo con su mirada. Si bien en un principio, trató de ignorarlo, achacándolo a la costumbre de Dmitry de observar a todos en sile
Mientras Inna camina hacia su Jeep, puede sentir como la brisa ya está comenzando a tornarse fría y anunciando el cambio de estaciones, el invierno comenzará pronto. Las llaves del jeep tintinean en su mano. Tal vez un viaje rápido al mercado del pueblo le sirva para despejar su mente de la reciente conversación que sostuvo con Arman. Pero antes de que pueda abrir la puerta del auto, una voz se deja escuchar a su espalda.—¿Inna? —llama con suavidad.Deteniéndose al momento, Inna se da la vuelta para encontrar a Layeska de pie cerca de la entrada, con su cabello oscuro desordenado por el viento y un ligero puchero en sus labios. —¿Qué ocurre, Layeska? —pregunta con una sonrisa amable, y sintiendo ternura ante el puchero de la pequeña. La niña da un par de pasos hacia ella, apretando las manos nerviosamente. —¿Puedo ir contigo? Inna la observa, sintiendo como esa punzada de ternura aumenta, pero rápidamente sacude la cabeza. —Nena, no puedo llevarte sin permiso de tu papá. Dmitr
Inna ayuda a Layeska a bajar del Jeep con cuidado, asegurándose de que la pequeña no tropiece al pisar el empedrado. La pequeña sonríe con emoción al ver el bullicio del mercado, su entusiasmo volviéndose casi contagioso. Acomodando un mechón del rebelde cabello de la pequeña, Inna cierra la puerta del auto, activa la alarma con un clic y extiende su mano para que Layeska la tome. —No te sueltes, ¿de acuerdo? —le dice con una sonrisa mientras toma su mano de forma dulce.Juntas, caminan hacia la entrada del mercado público. Inna toma uno de los carritos metálicos y comienza a recorrer los puestos coloridos, llenos de frutas frescas, vegetales, especias y dulce típicos. Layeska mira todo con emoción, su mirada deteniéndose en los dulces apilados en un puesto cercano, pero se limita a no decir nada. —¿Quieres algo? —pregunta Inna deteniendo sus pasos al notar su interés. Layeska levanta su rostro hacia Inna y niega con la cabeza, aunque sus ojos brillan con anhelo. Inna sonríe para
Al salir de la iglesia, Nikolay ajusta su abrigo oscuro mientras el aire fresco acaricia da sobre su rostro. Aunque como siempre, su expresión es serena, después de la conversación que acaba de tener con el sacerdote, su pensamiento se vuelve más calculador que antes.Si bien aceptó la reunión con el padre, había sido más por la insistencia de Alexey que porque é realmente quisiera reunirse con el hombre, para él, el sacerdote no es más que un viejo que está comenzando a debatirse con su conciencia, y él no tiene tiempo para perderlo en arrepentimientos absurdos. El viejo no es más que una pieza en su tablero, y si comienza a estorbarle, no dudará en sacarlo del juego.Esa son las ideas que se encuentran pasando por su cabeza, pero cuando llega al final de la escalinata que lleva a la iglesia, su mirada se dirige hacia la plaza abierta que bordea el lago, más por un instinto que porque busque algo o alguien, pero lo que su mirada encentra, le hace sonreír con malicia. Cerca del borde