PARTE 1

NINA VOLKOVA

Observo la mansión Komarov. Es tipo victoriana, con un jardín que parece un laberinto y respire profundo, baje del auto el cual era conducido por un mayordomo.

«Vaya excentricismo»

—Señorita no se preocupe, yo llevare sus maletas—me dijo el hombre amablemente, solo que yo no estaba acostumbrada a este tipo de atenciones.

—Puedo hacerlo yo—siempre he cargado con cosas pesadas, en casa de mi padre lo hacia y ni mis hermanos lograban lo que yo sí.

—No se preocupe—insiste—yo lo hago, es mi trabajo.

No me gusta, pero no me queda más opciones. Avance a las escaleras que subo y la puerta principal se abrió. Una joven, con uniforme aparece sonriéndome y pensé que tenía en esta casa una cara amigable.

No conozco a nadie, simplemente mi padre me envió a esta casa sin mar ordenes que de matar a mi esposo cuando tuviera la oportunidad.

—Buenos días señorita—me saludo amablemente y le devolví el gesto de forma amigable.

—Hola, soy Nina Volkova—le ofrecí la mano, pero me sorprendió que no me tocara, si no que hiciera un ademan.

Cosa que me encendió las mejillas.

—Rachel—no había cruzado las puertas como tampoco asimilado lo que hizo esa chica cuando apareció una mujer vestida muy elegante—déjame a solas con Nina.

La chica obedeció y pase saliva quedando frente a la mujer de cabello castaño. Por encima de la ropa se le notaba lo sofisticada que era.

—Soy Gina—se presento dejando las manos detrás de su cuerpo intimidándome con la mirada azul profundo—la madre de Greco tu futuro esposo.

Eso desde luego no me animo, no quería casarme con un desconocido, sin embargo, no me queda más opción que asentir y ser amable con la señora.

—Un placer conocerla.

—No tanto para mi—me dijo alertándome y supuso que no le caí muy bien.

Eso lo note segundos despues con la mirada que me recorrió. Me miraba como si fuera poca cosa, supongo que por ser una omega me veían como menos, porque la señora también era una mujer beta.

—Lo siento mucho—termino diciéndole, aunque puedo sentir su desprecio por mí.

Mi loba me tranquiliza, porque no es mi culpa y solo tengo que tener paciencia, sabia que no seria fácil, además, ya estoy acostumbrada a que me traten como m****a.

—Ya que dejas las cosas claras, sígueme—me miro con desdén antes de voltearse y darme la espalda.

El mayordomo ingreso con mis dos maletas. No tenía mucha ropa, éramos humildes, por eso no podía negar que esta casa me impresionaba.

Seguí a la señora que subió las escaleras de caracol. El pasillo nos recibió y no me detuve caminando detrás de ella, de vez en cuando miraba atrás, quería ayudar al señor, pero me leía la intención y por eso negaba con la cabeza.

No podía evitarlo, me gustaba ayudar, además era voluntaria en una casa para ancianos, para humanos, estoy estudiando para ser doctora porque salvar vidas en mi sueño y por eso no sé cómo complaceré a papa cuando me pide que mate envenenando a mi futuro esposo.

—Esta será tu recamará—entro y me quede impresionada. Es tan grande como la cocina y la sala de mi casa—te quedaras aquí encerrada, no salgas, hasta que vengan por ti, se celebrara una pequeña reunión donde te presentaran a la familia como la futura esposa de mi hijo el alfa

La escucha hablar mientras me acerque a la ventana donde se podía observar la alberca, ahí yacía un sujeto con dos chicas. No se quién era, como lo dije antes, no conocía mucho de esta familia.

—De acuerdo.

—Mi hijo Greco no está—me estremeció escuchar ese nombre por algún motivo—tiene negocios que atender, sin embargo, estará aquí para la cena de tu presentación—la mire y señalo el armario—ahí, encontraras varios vestidos que están a tu medida, pruébatelos, escoge uno y necesito que estes lista cuando vengan por ti, a eso de las ocho de la noche.

—De acuerdo—no dije nada más.

—No tienes nada más que decir—me miro mal.

—No señora, he escuchado y obedeceré—la mire fijamente. No quiere pelear, pero ella parece odiarme sin motivo alguno.

Al menos espero que aquí no me golpeen como si lo hace mi padre.

—Escúchame algo niña—se acercó, tenía miedo, quería retroceder.

Primero porque sé que era una mujer loba beta, sabia de su fuerza y de lo que eran capaces de hacer con el movimiento de su dedo.

Segundo porque es la madre de mi futuro esposo y debo respeto, además, no quiero una enemiga mas.

—No me caes para nada bien, yo no estaba de acuerdo con este contrato y para serte sincera espera que te murieras, pero estas aquí y más te vale que lleves las cosas tranquilas porque no me va a temblar el pulso para ponerte en tu sitio.

—La entiendo señora, es una situación difícil para todos—le respondí mirando al piso—para mi no es fácil estar con ustedes tampoco, no quiero casarme con su hijo, pero es mi deber y no quiero una guerra entre las manadas por no cumplirlo, solo espero que mi estadía aquí no sea para problemas, solo para mejorar.

El mayordomo carraspeo y yo me quede sin aire. No supe cómo le dije todo eso, pero se lo dije y ya no había vuelta atrás.

—Perfecto—me miro de arriba abajo—ten cuando con un paso en falso que te arranco la cabeza.

No se qué tiene contra mí, sé que soy omeha, pero no me conocía para que me tratara como su enemiga. Se va, me dejo con el mayordomo a quien le pregunte el nombre.

—Harvey—me contesta—a su disposición.

—Eres beta tambien—negó con la cabeza.

—Soy hombre lobo, pero soy omega, igual que tu niña bonita.

Me hizo sonrojar.

—Gracias, ellos son buenos.

—Así es señorita—dejo las maletas—no se meta en problemas.

—Pues con esa jefa—susurre, pero sonrió—Discúlpeme, no quería decir algo así, solo estoy un poco nerviosa.

—Tranquila, se por lo que debes estar pasando, pero la señora Gina no es tan mala.

—Y el Greco—no lo deje ir.

—Ya lo conocerá, será su esposo en poco tiempo.

Se aleja de mi dejándome sola en esta recamara tan grande. No se que hacer, abro el armario para organizar mis pertenencias, pero no cabe nada porque está lleno de ropa. Short, camisas, abrigos, vestido, es prácticamente de toda la pared dejándome con la boca abierta.

El lavado tiene un jacuzzi que parece una piscina, es amplio y muy bonito, hay de todo para el cuidado de la piel, íntimo y no puedo quejarme.

Salgo del baño, la cama tiene doseles, balcón y me acerco de nuevo notando al chico de cabello rubio. No parece ser hijo de la agria de Gina, la madre de Greco, pero no sé, es que tampoco conozco el hombre.

Nunca me dieron ganas de saber cómo era, solo vi una foto suya cuando tenía 14 años. Era hombre ya, cuando se enfrento al ejecito de papa y lo venció, era un adolescente, eso me conto mama. Era de cabello largo, parecía deportista por los músculos, pero conforme fui avanzando, la venganza ya no fue tan importante para mí, pero para mi papa las cosas fueron muy diferentes.

Conocí a Matthias, no tenemos nada serio, pero se convirtió en mi mejor amigo, despues hubo algunos acercamientos y aunque no tenemos una relación a la cual llegáramos a poner nombre, se que nos gustamos, eso se puede sentir. Aun no tenemos nuestras parejas destinadas y sentimos atracción el uno por el otro.

Mi teléfono suena y me apresure a contestarlo, es Matthias por eso no dudo en deslizar el dedo para hablar con él.

—Hola.

—Hola preciosa—me dijo con calma—como esta.

—Ha sido un día difícil—le contesto—aún falta la noche.

—Eres una chica fuerte Nina—me dice y me tire a la cama para escucharlo.

—Tú me haces sentir una chica fuerte—le dije pensando que en verdad necesitaba ser una chica fuerte para terminar la vida de ese hombre.

—Sabes que es mejor ahí que cerca de tu familia, ellos no te merecen, eres una chica buena.

Matthias pertenece a mi manada y estudiamos en la misma universidad, porque queremos se doctores.

—También pienso lo mismo—me pongo de pie para revisar el golpe que me dio papa,

—Te ha vuelto a pegar—me pregunta y me hace respirar hondo,

—No, no me ha vuelto a golpear—miento.

—Segura,

—Si—no quiero meterlo en problemas.

—He pensado mucho en ti—sus palabras me emocionaron mucho—no sales de mi mente Nina.

—Matthias, haces las cosas más difíciles, sabes que voy a casarme.

—Pero no lo amas, sé que yo te gusto.

—Si, me gustas, pero no puede ser, esto no puede ser.

Me dolía el corazón porque en verdad, me gustaba, pero no quería alimentar una ilusión que despues me haría mucho más daño.

—Despues hablamos Matthias, te quiero mucho.

—Y yo a ti—colgué la llamada.

Odiaba esta situación de porquería, pero no tenia mas que hacer, por eso me puse de pie, la noche había caído, el chico rubio ya se había ido, por eso fui a darme una ducha, despues de escoger el vestido para esta noche.

Quería estar lista para cuando vinieran por mí, una cosa que no podía negar era que deseaba conocer a toda la familia. Era un enigma, por lo menos para mi porque eran muy famosos, solo que para tener paz mental quise no saber hasta este día.

Dejo una toalla en mi cabeza para secar el exceso de agua y la otra cubre mi rostro.

Salgo secándome el cabello, apresurada, porque siento que me he demorado mucho, no miro, solo me quito la toalla quedando desnuda y …

—Buenas noches.

La voz gruesa y varonil me dejo las extremidades congeladas y voltee a ver a quien estaba dentro de mi habitación.

Los ojos azules profundos que me escanearon provocaron que me quedara sin aire a mi alrededor.

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