—¡ERES UNA ESTUPIDA, INGRATA, MALA AMIGA, TE ODIO!— gritaba Lisbeth, mientras entraba como torbellino a su habitación.—¡LIS!—le respondió saltando de la silla frente al computador para abrazarla.—¡NI SE TE OCURRA TOCARME!—dijo furiosa y Emely se detuvo de inmediato—¡Lis. . . lo siento!— se disculpó mirándola tiernamente.—A mi no me pongas esa tonta mirada— la señaló con el dedo— ésta vez, no te va a funcionar Emely Simmons.—Lis. . .—Eres la peor de las amigas— la golpeó sin fuerza en el hombro — nunca me imaginé que me cambiarías por un hombre — tomó una almohada de la cama, para comenzar a golpearla—¡ Eres ingrata, ya no te quiero, no te quiero, no te quiero!—Lo siento, lo siento, lo siento. No existe una sola cosa en el mundo, que pueda decir para justificarme— Lisbeth, dejó de golpearla, arrojó la almohada a la cama, y se sentó — No lo puedo creer, Em, en serio. Me tienes demasiado olvidada, ya casi no hablamos por teléfono.—Lo sé — se sentó junto a ella.—Y te extraño. . .
—Esta será nuestra casa, aquí construiremos a tu gusto— la besó el cuello rápidamente —será tu casa, mi amor.—¿Seguro que a tu madre no le molesta que construyamos sobre su casa?— le preguntó sonriendo.—No, de hecho está feliz, ella fue la de la idea. Vamos, sabes que mi madre te adora, como si fueses su hija, mi hermana fue arrebatada de sus brazos estando muy pequeña, siempre ha sufrido esa ausencia, creo que tu llenas ese lugar.—Y me halaga, sabes cuánto la quiero, me siento dichosa de tener una buena relación con mi suegra, eso era importante para mí. Aunque no sé porqué no se la lleva bien con Alexa, ella es la nuera más antigua— rió.—Sabes que esa mujer destruyó el matrimonio de mi hermano, mi cuñada Lorena murió por su culpa — su rostro se ensombreció — y además de eso, no se porta bien con Luciana.—No entiendo como puede ser tan cruel con esa chiquita —dijo con pesar— es tan hermosa y adorable.—La viva imagen de Lorena, por eso la odia.—Es una arpía — dijo Emely furiosa
Aquellas habían sido dos semanas de paz y amor, equilibrando su tiempo entre sus actividades personales y su novio. Decidió que era hora de iniciar algunos preparativos, cómo Mateo había dicho, lo mejor era ir adelantando de a poco, así en cuánto decidieran una fecha, no era necesario hacer todo apresuradamente.—¿Me acompañarán?— preguntó Emely observando a sus amigas de la universidad.—¿No se supone que tenías clases de Italiano?—Preguntó Cristina.—La profesora la ha cancelado, la veremos el jueves. Por favor, acompañenme, esto es importante para mí.—Por supuesto que te acompañamos—aseguró Andrea.—Si es importante para ti, lo es para nosotras.Caminaron durante mucho tiempo, escogiendo telas, las chicas animándola a escoger las más hermosas.—Yo creería que sería bueno que todas las madrinas vistieron del mismo color para el cortejo, pero con la libertad de que cada una lleve su propio modelo.—Eso es hermoso—aseguro Cristina— No es justo para las madrinas que todas lleven el mi
El fin de semana le pareció extremadamente largo a Emely, quién se dedicó a estudiar para así ocupar su tiempo.El sábado por la noche llegó su mejor amiga, Lisbeth, para hacerle una reconfortante visita.—¡He venido a sacarte de tu miseria!— le dijo con tono jocoso, a lo que ella rió. Media hora las tarde estaban saliendo con dirección a la plaza. Comparon comida chatarra, gaseosas y se dispusieron a pasar un rato agradable.—¡Está deliciosa!— dijo dando otro mordisco a su hamburguesa.—Creo que han mejorado mucho—Lisbeth se limpió la salsa que caía de la comisura de su boca— al principio no eran tan buenas, pero ya ves que hasta esperan en filas por una de éstas.—Si.—A ver guapita, ¿Cómo va tu vestido?—Fabi ya me ha tomado las medidas, he escogido el modelo, está precioso Los, te enamorarás de él. Ésta semana comienza a realizarlo realmente, ya he comprado la tela y me ha dicho que comenzó con los primeros cortes, necesito comprar más encajes, pedrería, y la tela para el velo, ¡S
Emely Simmons, no entendía lo que estaba ocurriendo, pero si sabía que era algo malo, muy malo, es por ello que corrió a cambiarse de ropa, debía hablar con él.Tomó un rápido baño y se colocó una ropa sencilla aunque muy bonita, decidió usar unas gafas de sol, con la finalidad de que ocultan la inflación de sus ojos. Sin esperar más salió en busca de un taxi que la trasladará sin retraso a casa de Mateo.En cuánto llegó fue Liliana quién le abrió la puerta.—Buen día, madre.—Buen día hija, adelante— le abrió la puerta— Mateo está en la cocina, me atrapaste de salida, voy al mercado— se inclinó hacia ella y le besó la mejilla— está un poco serio, quizás tuvo algún problema en la universidad— Emely asintió y se levantó las gafas. Liliana gimió al ver su inflamado rostro— Oh, no llores hija mía, todo estará bien.En cuanto ella se fue, Emely dejó su cartera sobre el sofá y se dirigió a la cocina. Allí estaba él, sirviendose un vaso con zumo de naranja, su cabello aún húmedo por la duch
El camino de regreso a su casa fue eterno para ella, sentía que el dolor había comenzado a consumirla, que la angustia la ahogaba, quería detenerse, bajarse del taxi y gritar, gritar todo lo que pudiese hasta perder la voz, hasta desmayarse y nunca volver a despertar.Era un dolor tan grande que difícilmente podría ser puesto en palabras, no, no podía expresarlo, solo sabía que respirar dolía, caminar dolía, vivir dolía.En cuanto llego, agradeció de que la casa siguiese sola. Entró a su cuarto y lanzó su cartera al suelo, arrojó a lo lejos sus gafas, se acurrucó en su cama trayendo hacia ella los peluches que Mateo le había dado, sosteniendo a Theo contra su pecho mientras el anillo de compromiso brillaba en su dedo.Comenzó a gritar de dolor, gritos que solo eran ahogados por el peluche, lloró y gritó sin control, sintiendo como su garganta era desgarrada por el dolor.—¡Dios mío, no!— sollozaba. ¿Por qué Mateo le hacía aquello? Él sabía que le había costado mucho creer en él, darle
Al llegar a casa se encontró sola, la rabia el dolor y la ira se mezclaron con la humillación, encontró las cajas que contenían el primer pedido de copas, las rosas falsas que llevarían dentro, los bolw de cristal.—¿POR QUÉ ME PASA ESTO A MI, POR QUÉ?— preguntó en gritos mientras comenzaba a arrojar con fuerza las copas y todo a su paso, todo volviéndose añicos al impactar contra el suelo o la pared, era estúpido romper los objetos, ellos no tenían la culpa, pero no podía evitarlo, necesitaba de alguna manera liberar toda esa frustración.Al día siguiente fue a casa de Fabi, quién la recibió con abrazos y besos, era una mujer mayor, muy buena y dulce, cariñosa, una modista de gustos exquisitos y refinados.—Pasa cariño, pasa— la animó, cerrando tras ella— pasa que justo ahora estaba pegando las mangas de tu vestido. —Emely observó el enorme vestido de tela blanca sobre la mesa, las lágrimas subieron a sus ojos y no contigo el gemido de dolor— ¿Qué ocurre?— Fabi la miró asustada— ¿No
Estaba en la cocina con su madre, compartían un momento preparando una deliciosa receta de ñoquis, cuando el timbre sonó.—Yo voy— dijo Elena, sonriendo.—Gracias, madre— respondió al gesto. Escuchó las voces conversar, eran femeninas. ¿Quien habría llegado?—¡LA BUENA HIJA VUELVE A CASA, YA LLEGUÉ!—gritó Lisbeth entrando a su casa, Emely la vio y sintió deseos de llorar, no había podido hablar con ella, ya que se encontraba en el oriente del país, visitando a sus abuelos paternos, no quiso contarle lo que estaba sucediendo por celular, corrio hacia ella y la abrazó con todas sus fuerzas. — Debo irme más seguido— dijo riendo— Madre, mira nada más como me recibe después de una semana fuera— le dijo a Elena con una sonrisa— de haberlo sabido, me voy antes, me hacía falta este abrazo.—Estoy tan feliz de que estés aquí, Lis.—Eso veo— le sonrió — ¿Cómo has estado?—¿Que les parece si se van a la habitación, y yo termino con esto?— preguntó Elena sonriendo.—Gracias, madre— respondió Emel