Narra Alexia. Cuando moví la cabeza sentí un dolor punzante y agudo en las sienes, chillé y sostuve mi cabeza con fuerza. Me dolía todo el cuerpo de una manera desagradable, me molestaba el cuello, la espalda, los brazos, me zumbaban los oídos, sentía el estómago pegado de mi columna, se me pasaron las copas. Tardé unos minutos en abrir los ojos, los sentía pesados. Bueno a decir verdad tardé como media hora en abrirlos y otra media hora para sentarme. Poco a poco fui acostumbrándome a la luz, miré alrededor, la habitación se me hacía conocida, bajé la mirada, tenía un conjunto deportivo, no quería ni imaginar dónde o cómo había quedado el vestido. Entonces hice una pregunta; qué pasó anoche. Me quedé en blanco unos minutos y luego empezaron a llegarme recuerdos muy borrosos de la fiesta; baile, gritos, risas, tragos y más tragos. Luca… ¿Tal vez lo había soñado? Me llevé la mano al pecho lo apreté con fuerza, sentí que se me salía el corazón, empecé a mirar con cautela, no se escuc
Sentía que me estaba ahogando así que necesitaba sacarlo con mi peor enemigo; el alcohol. Pero esa vez decidí ir al club «Paraíso Infernal Como siempre al ingresar era recibida por luces brillantes que parpadeaban al ritmo de la música electrónica llenando el ambiente. Me detuve mirando a mi alrededor, era la primera vez que detallaba esa parte del club. Todo estaba decorado con extravagancia; paredes cubiertas de murales psicodélicos y esculturas abstractas que creaban una sensación de estar en otro mundo. En la pista de baile la multitud se movía al compás de la música, creando un espectáculo hipnótico de movimiento. Caminé hacia la otra zona, donde el ambiente estaba igual o mejor que el anterior. Arrastré un taburete y me senté junto a la barra. Una lágrima rodó por mi mejilla, tenía tantas cosas encima que sentía que me era difícil respirar. Pegué la frente a la barra e intenté respirar frenéticamente. —Turquesa. No sé si es bueno o malo verte por aquí —escuché la voz de Josh
—Ella es la mujer más hermosa que conozco.Lo miré y sus ojos automáticamente cambiaron, brillaron como diamantes, tan seductores que era difícil apartar la mirada. Luego sonrió dibujando esos hermosos hoyuelos. »Es grosera, prepotente, altanera, fría, calculadora, de carácter fuerte, contestona, soberbia, caprichosa y su mayor cualidad demasiado orgullosa.Un gesto de confusión se dibujó en mi rostro, él me guiñó un ojo como si lo hubiera entendido.—Todos vemos al mundo de la manera en que queremos verlo, lo que otros llaman defectos yo lo veo como virtudes. Es lo que más me gusta de ella, que es diferente, me enamoré del lado que otros llaman «oscuro» Vaya que era sorprendente, incluso miles de preguntas llegaban a mí, cómo es que ella no puede amar a un hombre como él; tan único y diferente. Imaginé que al hablar de ella lo primero que iba a resaltar era su belleza física y virtudes, como solemos hacerlo todos, pero lo primero que resaltó fueron sus defectos, que para él no l
—No le vas a responder — Habló Jhos más que una pregunta era una afirmación. Soltó una risita. —No me apetece. Josh se inclinó un poco hacia ella.—Sabes que va a llamarme. Adalet hizo una mueca de fastidio, puso los ojos en blanco. Se incorporó, tomó su abrigo, su teléfono de mala gana y se fue sin siquiera despedirse de Josh, parecía muy molesta. Josh sonrió.—La conozco perfectamente, pero él también, hay que admitirlo. Sabe dónde encontrarla. Me sorprendía la naturalidad con la que decía las cosas, estaba enamorado de ella, era como si no le afectara en lo más mínimo, eso era madurez o tener demasiado claro su lugar. —¿Cómo lo haces? —inquirí, pasé saliva porque un nudo empezó a formarse en mi garganta.—¿Qué? —Para actuar con tanta normalidad, aún cuando la quieres.Tal vez yo tenía que actuar de esa manera, asimilando mi lugar en esa historia. —Será porque tengo demasiado claro que aunque me busque, el motivo siempre sera el mismo; él. Aunque la saque de quicio él es
—¿Una locura verdad? —inquirí.—¿Ahora lo entiendes? —respondió con otra pregunta.Arqueé una ceja en un gesto de incomprensión.—¿Qué?—Lo conociste primero, sin embargo él terminó enamorado de tu hermana y se casó con ella. Tu corazón lo eligió a él, luego llegó Luca, aún con todo lo que han vivido y lo especial que es él, tu corazón siguió eligiendo al otro. Para qué te mortificas pensando en lo que Luca siente por ti si el corazón siempre es el que termina eligiendo. No es el que más te convenga, es el que tu corazón escogió y ahí no podemos hacer nada. Sus palabras estaban cargadas de puras verdades, lastimosamente no podemos mandar al corazón, de ser así nadie sufriría, pues siempre eligiríamos lo más conveniente, el mejor partido, el que nos ama y podría hacernos felices. Elevé mi copa.—Me gusta tu manera de ver la vida. —Para qué complicarnos si de todas maneras vamos a sufrir, el sufrimiento es algo inevitable que sucede en nuestras vidas, es como una extensión del cuerp
—Yo no hablo de eso —me miró. —¿No? Entonces de qué, sabes que el alcohol borra mis recuerdos —intenté esbozar una sonrisa.—Chispita, sabes que eres una pésima mentirosa —se quedó mirándome tan serio que sentí que me atravesó hasta el alma—. ¿Olvidaste que te conozco perfectamente? ¿Quieres que te refresque la memoria?Era estúpido tratar de fingir que no recordaba. Resoplé con desgana y volví la mirada al arroyo. »Lo siento, no quería arruinar las cosas. Siempre he mantenido mi auto control, he tenido todo claro, pero el alcohol y la situación me hicieron perder mi base… Tomé su muñeca y la apreté con fuerza en una clara señal de; no digas más. Mi labio inferior empezó a temblar traicioneramente. —No tienes porque disculparte…Me calló poniendo su dedo índice en mis labios.—Shhh, no digas nada. Las cosas no tienen porque cambiar entre nosotros, sólo finjamos que nada pasó…Volví la mirada al frente y me aferré con fuerza del barandal dejando escapar un suspiro. —No es tan fá
—Entonces decepcioname más.Mi labio inferior empezó a temblar, las lágrimas se volvieron amargas.—No… —Susurré.Se acercó a mí, apretó su cuerpo contra el mío, situó las manos a ambos lados; sobre las mías dejándome en medio. —Mi chispita, no llores, no pasa nada. Siempre hemos tenido muy claras las cosas. No quiero que nada cambie entre nosotros porque entonces sí me va a doler. Tomó un mechón de mi cabello llevándolo tras mi oreja, me abrazó con fuerza, su corazón latía tan rápido y por extraño que fuera, hacía calmar al mío. »Jamás voy a cruzar esa línea invisible que existe entre los dos, puedes estar segura de ello. Levanté mis manos y cubrí las suyas, cerré los ojos, tenía miedo de perderlo, pero más temía lastimarlo. Nos quedamos en silencio, era como si ninguno de los dos se atreviera o quizá no queríamos romperlo. Yo también quería creer que todo podía ser como antes, pero de verdad, ¿puedes seguir como si nada sabiendo lo que la otra persona siente por ti? Yo quería
—Es que ella es demasiado ingrata —la voz de Vanessa me hizo aterrizar a la realidad —, desde que me casé no me ha visitado, no conoces mi casa, además casi no nos vemos.Se aferró a mi cuello con un gesto de puchero. Empecé a sentir todas esas sensaciones que sentía antes, era como si hubieran estado encerradas y de repente alguien las hubiera liberado. Sonreí tratando de no sonar falsa.—Hay que darles espacio a los recién casados, además soy una mujer independiente con gustos exigentes —solté una risita—, entre el trabajo y la universidad no me queda espacio.—Es verdad, nos has olvidado —dijo Alan con una pequeña sonrisa.Claro que no; gritó el diablo de mi hombro izquierdo mientras mi ángel del lado derecho objetó; cállate. Por qué tenía que verse así; perfectamente bien, sus ojos, su boca, su sonrisa, su pelo, sus brazos, su maldito cuerpo… Alejé esos feos pensamientos. —Tienes que ir a mi casa a conocerla —Vanessa hizo un puchero.Luego sonrió, una gran sonrisa dejando ver