Capítulo 66

—Es que ella es demasiado ingrata —la voz de Vanessa me hizo aterrizar a la realidad —, desde que me casé no me ha visitado, no conoces mi casa, además casi no nos vemos.

Se aferró a mi cuello con un gesto de puchero. Empecé a sentir todas esas sensaciones que sentía antes, era como si hubieran estado encerradas y de repente alguien las hubiera liberado. Sonreí tratando de no sonar falsa.

—Hay que darles espacio a los recién casados, además soy una mujer independiente con gustos exigentes —solté una risita—, entre el trabajo y la universidad no me queda espacio.

—Es verdad, nos has olvidado —dijo Alan con una pequeña sonrisa.

Claro que no; gritó el diablo de mi hombro izquierdo mientras mi ángel del lado derecho objetó; cállate.

Por qué tenía que verse así; perfectamente bien, sus ojos, su boca, su sonrisa, su pelo, sus brazos, su maldito cuerpo… Alejé esos feos pensamientos.

—Tienes que ir a mi casa a conocerla —Vanessa hizo un puchero.

Luego sonrió, una gran sonrisa dejando ver
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