La noche anterior no pude dormir, intentaba mantenerme cuerda, pero la cabeza y el corazón no colaboraban mucho. Me organicé lo más despacio que pude, como si de esa manera el tiempo se fuera a detener. Luca se veía guapísimo como siempre, él me recogió y mamá antes de salir de la casa le advirtió mucho; espero que no se desvíen del camino, no dejes que Ale le haga semejante desplante a Vane. ¿Cómo ocultar la ansiedad y los nervios a una persona que te lee tan bien? Yo intentaba de todas las maneras posibles hacerlo. Como lo había dicho mamá el lugar era hermoso, al entrar lo primero que noté fueron los suelos de madera pulida, una decoración moderna y elegante. La sala de estar era luminosa, con grandes ventanales que ofrecían una buena vista y una excelente iluminación. El salón era espacioso, con muebles cómodos y una pequeña área de comedor perfecta para cenas. Vanessa se lanzó a mi cuello mientras soltaba un grito de emoción. Intentaba sonreír para devolverle el mismo entusia
Pensé que podría soportarlo, pero era muy difícil verlos juntos. Y no, yo no tenía por qué sentir celos, no tenía derecho, pero esa maldita presión en el pecho me gritaba lo contrario. Intenté ignorar cada vez que Vanessa se acercaba a su esposo y lo tocaba, o incluso dejaba pequeños besos en sus labios. El sonido suave de sus risas y el roce de sus manos me perforaban el corazón. Justo cuando se sentó en su regazo, sentí que el corazón se me iba a explotar por la presión y esa fea sensación de molestia.Me levanté con la disculpa de ir al baño. Luca me miró, o me estaba mirando, la verdad no supe por cuánto tiempo lo había hecho. Me alejé lo más rápido que pude y cuando estaba por llegar al baño, me aferré al marco de la puerta y solté un suspiro exasperado. ¿Por qué me afectaba tanto verlos juntos? Sabía que no tenía derecho a sentir celos, pero era inevitable. Era como si una parte de mí se estuviera rompiendo en pedazos cada vez que los veía. Tenía tanta rabia, pero no era con mi
Narrador omnisciente.Luca la estuvo observando desde que llegaron a la casa de Vanessa, él solo quería confirmar algo que ya tenía muy claro, pues no era la primera vez que él la había observado cuando estaban en presencia de ellos, desde hacía algún tiempo había empezado a atar cabos sueltos, lo que pasó fue que nunca quiso preguntarle directamente porque él sabía lo incómodo que podría ser para ella. En el fondo él quería creer que estaba equivocado y solo eran suposiciones. Cuando estaban sentados en la sala notó que Ale sonreía de dientes para afuera, pudo darse cuenta lo incómoda que estaba, ¿cómo lo sabía? Fácil, él podía leer y entender cada uno de sus gestos. La había observado tantas veces que se aprendió de memoria las emociones que solo expresaba con sus ojos. Hacía mucho había notado que las pupilas de Ale se dilataban cuando los veía juntos, sus ojos se convertían en espejos de un conflicto interno que la consumía. La mirada, una mezcla de anhelo y culpa reflejaba el p
Luca no quería presionarla; él apenas estaba asimilando lo que había confirmado. Cada vez que la miraba podía ver la tormenta de emociones en sus ojos. Era inevitable que le doliera, solo por el hecho de saber que su amor no podría realizarse; él era el marido de su hermana, demasiado inalcanzable para ella y de alguna manera, eso sí le dolía.Por su parte, Ale no sabía ni por dónde empezar a explicarle. Sentía un nudo en la garganta que le impedía hablar con claridad. Tenía miedo de lastimarlo, de romper ese lazo tan frágil que los unía. Ya era demasiado saber hasta dónde había estado dispuesto a llegar Luca, todo por ayudarla. Eso la estaba matando por dentro. Luego de terminar Luca le regaló una hermosa sonrisa, se incorporó y fue a la cocina por un vaso de agua. Ale lo siguió con la mirada sintiendo que el silencio era peor y no sabía cómo interpretarlo. Se preguntó tantas veces, ¿te defraudé? La incertidumbre se hacía cada vez más grande en su corazón.Por otro lado Luca la evit
Narra Alexia.Me dolía la cabeza y esa vez no fue por el alcohol, busqué en mi cabeza mil maneras de tocar el tema. Ambos seguíamos tumbados sobre la cama con los ojos cerrados aunque estábamos despiertos. Giramos las cabezas y abrimos los ojos al tiempo como si estuviéramos sincronizados. Silencio, un silencio que empezaba a sentirse incómodo. Ese silencio fue reemplazado por una hermosa carcajada sonora que soltó Luca mientras se sentaba. Un gesto de incomprensión apareció en mi rostro.— Nos parecemos a esos matrimonios que tuvieron una pelea y aún así tuvieron que dormir juntos. —Lo sé… —intenté sonreír. —Vamos a preparar el desayuno.Se levantó como si nada, yo lo seguí, pero antes de que llegaramos a la cocina solté—Déjame explicarte cómo ocurrió. Se detuvo, tardó unos segundos en darse la vuelta. —Para qué dar explicaciones de algo que no se te ha pedido —lo dijo en un tono bastante amable—. No tienes por qué darme explicaciones sobre tus sentimientos.Siguió su camino, m
Clavé la cabeza en la barra y chillé sintiendo un torbellino de emociones que me abrumaba. Cada palabra de Josh había golpeado en el centro mismo de mi ser, haciendo eco de verdades incómodas que preferiría ignorar. Sus palabras resonaban en mi mente, recordándome que no importaba cuánto intentara escapar, mis sentimientos siempre estarían conmigo como sombras persistentes que nunca me abandonarían.—No me ayudes tanto —pellizqué el puente de mi nariz y le pedí otro trago. Lo puso frente a mí. —¿Quieres que te diga algo cruel, pero real? Incluso si te mudas a Saturno, tus sentimientos te seguirán como una sombra. Puedes intentar huir, pero nunca podrás escapar de ti misma y de lo que sientes. A veces, enfrentar los sentimientos es la única manera de liberarte de su peso.Qué podría objetar sobre eso sí tenía toda la razón. …Días después…Desde las escaleras escuché voces en la sala. Era Luca. Un gesto de confusión se dibujó en mi rostro, cuando pisé el último peldaño llamé su ate
Quería llorar. Sentía que la nariz me ardía por la fuerza con la que intentaba reprimir las lágrimas. No podía ser egoísta, no podía decirle "quédate", porque estaba segura de que si lo hacía, él se quedaría. Él merecía ser feliz y estar a mi lado solo le causaría dolor. Eso lo entendí aquella noche. El único pensamiento que se repetía en mi cabeza una y otra vez era: "No quiero que sigas siendo mi salvavidas, podría terminar hundiéndolo y no quiero." Me quedé en silencio tratando de calmar mi mente, mis manos temblaron, apreté con fuerza el borde del mantel como si eso pudiera contener la tormenta de emociones que se agitaba dentro de mí. Sabía que tenía que dejarlo ir, entendía que retenerlo solo prolongaría su sufrimiento. Él merecía encontrar la felicidad lejos de mí aunque eso significaba que yo tendría que perder a mi salvavidas. —No te quedes callada, por favor —su voz me hizo salir del trance.Lo miré a los ojos.—¿Cuándo te vas? —pregunté con la voz temblorosa.Alejó la m
—Quiero un Veneno, por favor —dije, ni siquiera dejé que hablara—. Quiero el mismo cóctel que me preparaste la otra noche.Él me miró unos segundos y asintió dándome mi espacio, sabía leer perfectamente a las personas y entendió que no quería hablar del tema. Minutos después puso la copa frente a mí. Me la tomé sin siquiera pestañear, arrastré la copa y le pedí otro trago. Elevó una ceja, como si quisiera asegurarse de que estaba bien. Sentí el líquido arder mientras bajaba por mi garganta, pero no era nada comparado con la revolución que tenía por dentro. Cerré los ojos por un momento intentando encontrar algo de paz en medio de la tormenta emocional que me consumía. Cuando abrí los ojos, vi su mirada comprensiva. Él no necesitaba palabras para entender lo que estaba pasando por mi mente. Antes de pedirle otra copa; mi límite, antes de perder la razón, limpié las lágrimas que se me escaparon, busqué en mis bolsillos y saqué mi teléfono, se lo entregué.—Guárdalo, porque estoy segura