—Entonces decepcioname más.Mi labio inferior empezó a temblar, las lágrimas se volvieron amargas.—No… —Susurré.Se acercó a mí, apretó su cuerpo contra el mío, situó las manos a ambos lados; sobre las mías dejándome en medio. —Mi chispita, no llores, no pasa nada. Siempre hemos tenido muy claras las cosas. No quiero que nada cambie entre nosotros porque entonces sí me va a doler. Tomó un mechón de mi cabello llevándolo tras mi oreja, me abrazó con fuerza, su corazón latía tan rápido y por extraño que fuera, hacía calmar al mío. »Jamás voy a cruzar esa línea invisible que existe entre los dos, puedes estar segura de ello. Levanté mis manos y cubrí las suyas, cerré los ojos, tenía miedo de perderlo, pero más temía lastimarlo. Nos quedamos en silencio, era como si ninguno de los dos se atreviera o quizá no queríamos romperlo. Yo también quería creer que todo podía ser como antes, pero de verdad, ¿puedes seguir como si nada sabiendo lo que la otra persona siente por ti? Yo quería
—Es que ella es demasiado ingrata —la voz de Vanessa me hizo aterrizar a la realidad —, desde que me casé no me ha visitado, no conoces mi casa, además casi no nos vemos.Se aferró a mi cuello con un gesto de puchero. Empecé a sentir todas esas sensaciones que sentía antes, era como si hubieran estado encerradas y de repente alguien las hubiera liberado. Sonreí tratando de no sonar falsa.—Hay que darles espacio a los recién casados, además soy una mujer independiente con gustos exigentes —solté una risita—, entre el trabajo y la universidad no me queda espacio.—Es verdad, nos has olvidado —dijo Alan con una pequeña sonrisa.Claro que no; gritó el diablo de mi hombro izquierdo mientras mi ángel del lado derecho objetó; cállate. Por qué tenía que verse así; perfectamente bien, sus ojos, su boca, su sonrisa, su pelo, sus brazos, su maldito cuerpo… Alejé esos feos pensamientos. —Tienes que ir a mi casa a conocerla —Vanessa hizo un puchero.Luego sonrió, una gran sonrisa dejando ver
Me recargué en la puerta y lo miré fijamente. Con delicadeza, tomé el borde de mi suéter y lo fui subiendo lentamente, él seguía cada movimiento con curiosidad. Luego, con la misma calma, tomé el borde de mi pantalón y lo bajé despacio revelando el tatuaje. Sus pupilas se dilataron y una sonrisa hermosa, cuyo significado no comprendí en ese momento, se dibujó en sus labios. Las palabras no fueron necesarias, él entendió perfectamente el significado de ese tatuaje. Volvió a sonreír, se acercó sin dejar de mirarme y con la yema de sus dedos acarició el borde del tatuaje, me quedé congelada, soltó una risita y retrocedió un paso. Tomó el borde del suéter y empezó a subirlo, en ese momento mi cara era un poema de confusión y fue ahí cuando enfoqué la mirada hacia su pecho. Pasé saliva neutralizando el asqueroso nudo que empezó a subir por mi pecho. ¿Recuerdan el otro tatuaje que me había recomendado el tatuador? Pues bien, Luca tenía tatuado en el pecho un corazón con fuego. Nuestras mi
La noche anterior no pude dormir, intentaba mantenerme cuerda, pero la cabeza y el corazón no colaboraban mucho. Me organicé lo más despacio que pude, como si de esa manera el tiempo se fuera a detener. Luca se veía guapísimo como siempre, él me recogió y mamá antes de salir de la casa le advirtió mucho; espero que no se desvíen del camino, no dejes que Ale le haga semejante desplante a Vane. ¿Cómo ocultar la ansiedad y los nervios a una persona que te lee tan bien? Yo intentaba de todas las maneras posibles hacerlo. Como lo había dicho mamá el lugar era hermoso, al entrar lo primero que noté fueron los suelos de madera pulida, una decoración moderna y elegante. La sala de estar era luminosa, con grandes ventanales que ofrecían una buena vista y una excelente iluminación. El salón era espacioso, con muebles cómodos y una pequeña área de comedor perfecta para cenas. Vanessa se lanzó a mi cuello mientras soltaba un grito de emoción. Intentaba sonreír para devolverle el mismo entusia
Pensé que podría soportarlo, pero era muy difícil verlos juntos. Y no, yo no tenía por qué sentir celos, no tenía derecho, pero esa maldita presión en el pecho me gritaba lo contrario. Intenté ignorar cada vez que Vanessa se acercaba a su esposo y lo tocaba, o incluso dejaba pequeños besos en sus labios. El sonido suave de sus risas y el roce de sus manos me perforaban el corazón. Justo cuando se sentó en su regazo, sentí que el corazón se me iba a explotar por la presión y esa fea sensación de molestia.Me levanté con la disculpa de ir al baño. Luca me miró, o me estaba mirando, la verdad no supe por cuánto tiempo lo había hecho. Me alejé lo más rápido que pude y cuando estaba por llegar al baño, me aferré al marco de la puerta y solté un suspiro exasperado. ¿Por qué me afectaba tanto verlos juntos? Sabía que no tenía derecho a sentir celos, pero era inevitable. Era como si una parte de mí se estuviera rompiendo en pedazos cada vez que los veía. Tenía tanta rabia, pero no era con mi
Narrador omnisciente.Luca la estuvo observando desde que llegaron a la casa de Vanessa, él solo quería confirmar algo que ya tenía muy claro, pues no era la primera vez que él la había observado cuando estaban en presencia de ellos, desde hacía algún tiempo había empezado a atar cabos sueltos, lo que pasó fue que nunca quiso preguntarle directamente porque él sabía lo incómodo que podría ser para ella. En el fondo él quería creer que estaba equivocado y solo eran suposiciones. Cuando estaban sentados en la sala notó que Ale sonreía de dientes para afuera, pudo darse cuenta lo incómoda que estaba, ¿cómo lo sabía? Fácil, él podía leer y entender cada uno de sus gestos. La había observado tantas veces que se aprendió de memoria las emociones que solo expresaba con sus ojos. Hacía mucho había notado que las pupilas de Ale se dilataban cuando los veía juntos, sus ojos se convertían en espejos de un conflicto interno que la consumía. La mirada, una mezcla de anhelo y culpa reflejaba el p
Luca no quería presionarla; él apenas estaba asimilando lo que había confirmado. Cada vez que la miraba podía ver la tormenta de emociones en sus ojos. Era inevitable que le doliera, solo por el hecho de saber que su amor no podría realizarse; él era el marido de su hermana, demasiado inalcanzable para ella y de alguna manera, eso sí le dolía.Por su parte, Ale no sabía ni por dónde empezar a explicarle. Sentía un nudo en la garganta que le impedía hablar con claridad. Tenía miedo de lastimarlo, de romper ese lazo tan frágil que los unía. Ya era demasiado saber hasta dónde había estado dispuesto a llegar Luca, todo por ayudarla. Eso la estaba matando por dentro. Luego de terminar Luca le regaló una hermosa sonrisa, se incorporó y fue a la cocina por un vaso de agua. Ale lo siguió con la mirada sintiendo que el silencio era peor y no sabía cómo interpretarlo. Se preguntó tantas veces, ¿te defraudé? La incertidumbre se hacía cada vez más grande en su corazón.Por otro lado Luca la evit
Narra Alexia.Me dolía la cabeza y esa vez no fue por el alcohol, busqué en mi cabeza mil maneras de tocar el tema. Ambos seguíamos tumbados sobre la cama con los ojos cerrados aunque estábamos despiertos. Giramos las cabezas y abrimos los ojos al tiempo como si estuviéramos sincronizados. Silencio, un silencio que empezaba a sentirse incómodo. Ese silencio fue reemplazado por una hermosa carcajada sonora que soltó Luca mientras se sentaba. Un gesto de incomprensión apareció en mi rostro.— Nos parecemos a esos matrimonios que tuvieron una pelea y aún así tuvieron que dormir juntos. —Lo sé… —intenté sonreír. —Vamos a preparar el desayuno.Se levantó como si nada, yo lo seguí, pero antes de que llegaramos a la cocina solté—Déjame explicarte cómo ocurrió. Se detuvo, tardó unos segundos en darse la vuelta. —Para qué dar explicaciones de algo que no se te ha pedido —lo dijo en un tono bastante amable—. No tienes por qué darme explicaciones sobre tus sentimientos.Siguió su camino, m