- Es el mismo doctor que trataba a mi mamá.
La voz de Rafael me hace retomar la situación, recordándome que el aún permanece sentado a mi lado, que no soy la única que observa esa espantosa escena. Me asombra la coincidencia de que, según él, sea el mismo médico y estoy a punto de hablar cuando una voz grave me interrumpe. Me volteo hacia adelante y visualizo a otro médico asomándose a través de la puerta por la que hace poco salió Rafael. El hombre dice algo acerca de firmar una constancia o algo así y mi compañero de asiento se pone de pie, acompañándolo al interior de aquella habitación otra vez.
La duración de su segunda ida es incomparable con la de la primera, se podría decir que esta vez sale apenas entra. Lo sigo a través del pasillo el cual a medida que avanzamos está cada vez más repleto de personas y puertas blancas que se abren constantemente, detalles que hacen que parezca no tener fin alguno.
- No hace falta que me lleves, puedo llamar al chofer.
Digo apenas pisamos el suelo de la calle.
Rafael: ¿Quién te dijo que te iba a llevar?
Dice irónico y solo me basta con arquear las cejas para que ría.
En el camino de regreso el silencio reina en el ambiente como si las palabras fuesen crímenes. Le pido que frene algo lejos de la casa para no levantar sospechas y así hace. Me da terror el hecho de que se le ocurra recurrir al tema mencionado en el café y ya creo haberme salvado al abrir la puerta cuando...
Rafael: Che, ¿qué era eso para lo que querías verme?
"De tener suerte alguna vez ni hablemos".
Emily: Estoy llegando tarde Rafael.
Rafael: ¿Para qué? (Cuestiona, encerrándome en un rincón sin más respuestas que inventar).
Emily: Un almuerzo familiar (contesto ya habiendo bajado del vehículo).
Rafael: ¿No era que no soportabas a tu familia?
Emily: Chau.
Digo cerrando la puerta y yéndome rápidamente, sin dejar que me incomode aún más.
Para ese sábado a la noche Fabián nos vuelve a invitar a "Marea Roja", el bar de playa en el que estuvimos en una ocasión. Un comentario de Samira hace que mis ganas de ir disminuyan a 0: "Dice que Rafael se hizo muy amigo de él, van juntos al gimnasio". La posibilidad de volver a encontrármelo allí me aterra de los pies a la cabeza, sobre todo porque no obtuve noticias de él en todo el transcurso de la semana. De todos modos, quiera o no, Samira me obliga a ir.
Abrir la puerta del lugar, acercarnos a la mesa y ver a Fabián solo hace que al comienzo suspire de alivio, pero me preocupe después. Preguntarle la causa de la falta de Rafael y escuchar aquella respuesta me deja en un estado indescriptible.
"No estaba de humor. Es el cumple de la mamá y como falleció hace poco dijo que prefería quedarse solo."
Se me viene a la mente la conversación que tuvimos en el hospital hace unos días. "Es el mismo doctor que trataba a mi mamá". Ahora es cuando capto el verdadero sentido de aquellas palabras. "Trataba", no "trata". Dos conjugaciones tan cercanas del mismo verbo y a la vez tan diferentes.
Comento acerca de la necesidad de salir a tomar aire fresco y abandono el lugar, habiendo rechazado la propuesta de Samira de acompañarme, quien seguramente ni haya entendido las causas de mi antojo.
Ya estando afuera, me maldigo en el fondo por haber sido tan estúpida e incompetente para todo, pensando que lo más probable es que él había mencionado eso para recibir, aunque sea un abrazo de mi parte.
Involuntariamente, siento una repugnante presión en el pecho y un nudo se forma en mi garganta, mientras que mis ojos se cargan con un líquido transparente y cristalino. Tomo mi bolso y en un intento torpe de sacar el celular de su interior este cae, generando un hueco en la arena húmeda. Bufo, volviendo a maldecir esta vez en voz alta y me agacho para recogerlo. Permanezco así tratando de eliminar el polvo arenoso de la pantalla, soltando suspiros y constantes quejas al hacerlo mal.
- Hasta para limpiar el celular sos histérica.
Levanto la vista al escuchar eso y lo veo de pie delante de mí. Lleva una remera blanca con rayas negras, jean azul oscuro con roturas y campera oscura cuyo tono no llego a distinguir. Una bufanda de color verde militar le cubre el cuello. Se me hace extraño no verlo de traje.
Emily: Te estaba por llamar (digo levantándome).
Rafael: Ah ¿sí? ¿Por?
Me llevo la mano a la cara y varios granos de arena se me meten en los ojos, por lo que no me queda otra que frotármelos.
Emily: Me acabo de enterar de lo de tu mamá, quería hablar o...escucharte si hace falta.
Rafael: Mirá que la última vez que pediste verme para hablar no me dijiste nada.
Finalmente abro los ojos y logro verlo, aunque algo borroso.
Emily: Estaba nerviosa Rafael. Me cuesta hablar de temas y relaciones personales, lo sabés.
Rafael (ríe): Para romper relaciones personales sos una experta.
Desvía su mirada, clavándola en las olas por varios segundos, luego de los cuales, sus ojos vuelven a mí.
Rafael: ¿Qué me ibas a decir el otro día? (Pregunta, sarcástico).
Emily (suspiro): ¿Hoy también tenés que ser así?
Rafael: No me cambies de tema, contestame.
No digo nada y esta vez soy yo la que prefiere observar las olas.
Rafael: Emily.
Emily: ¿QUÉ? (Levanto la voz, mirándolo).
Rafael: Dejá de actuar como una pendeja y hablá.
Emily: ¿Qué hable qué?
Rafael: ¿Qué me ibas a...
Emily (lo interrumpo): ¡QUE TE AMO IDIOTA!
Y es gracias a esas cuatro palabras (o las que se encuentran en el intermedio, mejor dicho) que el aspecto burlón de su rostro da un giro de 360° y en segundos lo tengo solo a milímetros de distancia, mirándome con esos ojos café que siempre fueron mi debilidad, los cuales ahora parecen decir todo lo que su boca se niega a hacer. No sé cuánto tiempo permanece así, ya que ese término parece ralentizarse en mi cabeza al estar con él y finalmente desaparece cuando pega sus labios a los míos.
Y aquí vamos otra vez.Todo mi alrededor se diluye, pasando a un tercer plano, como si nos encontráramos en el interior de una burbuja trazada al contorno de nuestros cuerpos, similar a un escudo que los aparta de hasta la más mínima corriente de aire que corre afuera. Ya no escucho el ruido de las olas y la marea, toda mi consciencia se centra en él, solo él y el movimiento suave y lento de sus tibios labios.Jugar con su pelo se ha convertido en una costumbre que nunca me aburrirá por más que lo haga un millón de veces. Por otra parte, la presencia de sus manos en mi cintura me reconforta, haciéndome sentir...no sé si "protegida" sería la palabra adecuada, es algo indescriptible.Se me eriza la piel al sentir la presencia de algo frío que toca mis pies, por lo que me veo obligada a abrazar más a Rafael, con la esperanza de lograr dejar de tiritar gracias a eso, pe
Se me hace extraño poner un pie fuera de ese ascensor otra vez, al igual que me pasó un par de minutos antes cuando cruzaba la calle y visualicé aquel balcón (esta vez no tan iluminado por los rayos del sol). Todas esas sensaciones las cuales estoy forzada a transitar involuntariamente se deben a que la última ocasión en la que estuve en este lugar me marcó...y lo hizo de una forma imborrable. Haber venido con Samira y Analía (a la que conocía personalmente por primera y única vez), enterarme de que ella no solo se hospedaba aquí sino que también dormía en la habitación de Rafael y finalmente haberme topado con él con los ojos llenos de lágrimas, quién, sin siquiera tener la necesidad de usar palabra alguna me destrozó solo observándome (primero en el interior del departamento, luego en el ascensor y más tarde desde el mismísimo balc&oacu
Tardo varios segundos en procesar el sentido de sus palabras, rato durante el cual permanezco quieta, con los ojos fijos en el espejo, en cuyo interior mi reflejo me observa, repitiendo hasta el más mínimo e insignificante gesto que me propongo hacer.Entrecierro los ojos, como si eso hiciera que la comprensión de lo último que escuché lograra ser menos dificultosa o llevarme menos tiempo.Finalmente, cuando advierto que mi actitud no solo es inútil sino que también debe verse algo ridícula, desplego la mirada de aquella superficie de cristal y la apunto a Rafael, quien me mira luciendo una cara divertida.Imágenes de hechos anteriores se me vienen a la cabeza, pasando como un remolino por delante de mis ojos: muestras de cariño de parte de Analía, como lo acompañaba en el hospital, esa extraña relación familiar con la madre de él (que ya no es tan extra&ntil
Me veo obligada a abrir los ojos con extrema flojera cuando el irritante sonido de mi celular invade la habitación donde hasta ese momento reinaba la oscuridad y el silencio. Miro a mis lados, llegando a la conclusión de que no veré ni encontraré absolutamente nada en estas condiciones. Extiendo mi brazo hacia la mesa de luz y, tras varios intentos fallidos, finalmente enciendo la lámpara que yace allí, iluminando aunque sea un poco el lugar con una luz cálida y amarillenta.Diviso mi bolso sobre la silla que se encuentra a unos metros y abandono la cama evitando hacer ruido, acción cuyo logro me sorprende con lo torpe que soy. El excesivo brillo que emite la pantalla casi me deja ciega, obligándome a cerrar los ojos, para luego abrirlos uno por uno con desconfianza, como si esa luz me fuese a quemar al tener contacto con mi rostro."Samira: 3 llamadas perdidas, 5 mensajes no leídos." Leo en silencio
Aquella sonrisa cínica con la que me observaba mientras bailábamos en la fiesta de mi prima se me viene a la mente, seguida del odio que se reflejaba en sus ojos y parecía querer estallar hacia afuera cuando me miraba apoyado en el marco de la puerta de su casa, viendo como yo lloraba contando los segundos para que las puertas del ascensor se cerraran y se llevaran esa imagen de él, reemplazándola por una textura oscura y gris, que no generaba nada más que apatía.Recordar esa escena y observar la expresión actual de su rostro hace que me cuestione sobre si acaso estoy viendo a la misma persona. ¿Quién es el real? ¿El Rafael superado que mostraba desinterés por mi llanto o aquel que me mira ahora con los ojos llenos de lágrimas al confesar que sus actitudes pasadas habían sido solo actuación? No tengo idea y lo que más duele es que s&e
- Te pregunté dónde estabas.Emily: En el bar con los chicos, ¿dónde voy a estar?Tomás: Ah, ¿sí? ¿Y por qué no viniste con el chofer?Emily: ME TRAJO FABIÁN PAPÁ.Exclamo elevando el tono de voz, harta de la forma en la que me trata. Pero al parecer mis palabras no lo convencen del todo, porque su expresión no cambia en absoluto y sigue observándome como un sheriff que tiene delante al sospechoso más buscado del barrio, pero no sabe cómo desenmascararlo.Emily: Llamalo y preguntale si no me crees.Digo para finalizar y subir, sabiendo que basta con enviarle solo un mensaje a Fabián para que finja haberme traído.…El lunes, mi celular suena antes de lo habitual y eso se explica con que no es la alarma lo que provoca el ruido, sino algo totalmente diferente.CHATS – Rafael."Emily".-
La vista que tengo ante mis ojos logra dejarme completamente muda y atontada, de modo que lo único que puedo hacer es mirar. Haber pronunciado mi nombre varias veces y no haber obtenido reacción alguna de mi parte, hace que él suelte una pequeña risa, gesto que me obliga a acomodar un par de palabras y formar una oración, aunque esta no sea de mucho aporte.Emily: No...no sé qué decir.Rafael (vuelve a reír): No te pedí que dijeras algo, dije que vengas.Frunzo el ceño, aun algo perdida en la situación y lo sigo. Tras dar varios pasos confirmo lo que sospechaba haber visto: un lago abandonado. Se me hace extraño ver un lugar así, de un entorno tan "salvaje" y descuidado, estando solo a unos minutos de la ciudad. Los ruidos de bocinas, autos acelerando sobre el asfalto seco y gritos humanos, ese mundo urbano y artificial parece ni conocerse en el espacio cuyos suelos blando
- ¡Hey, hola!Exclama emocionada saliendo de la cabina del ascensor, para luego darme un beso en la mejilla como saludo.Emily: ¿Cómo estás?- Bien (entrecierra los ojos)...no sabía que tenías algo con...Levanta las cejas como haciéndome entender algo y deja su oración sin terminar.Emily: ¿Quién? (Frunzo el ceño).- Mi primo.Aun sabiendo que tranquilamente podría decirle la verdad, por alguna razón se me da por ocultarla.Emily (río): No, no. Solo somos amigos, nada más.Analía: Ay, ¿en serio? No sabía.Emily: Si. Le vine a cocinar (invento como excusa, que ni yo misma me creo ya que todo el mundo sabe que cerca de la cocina soy una amenaza mortal).Analía: Ah, sí. Ahora que me fui debe costarle mantenerse solo, porque bueno..."hombres" (dice haciendo señas con