Miedo a ser doblegado. 2

Narrador.

Tras decir eso se marchó con dicho documento entre las manos y con un deje de esperanza que lo hacía sonreír aún estando destruido por dentro, e Ignacia miró hacia arriba evitando que las lágrimas abandonaran sus cuencas, pues no quería llorar. No quería hacerlo, pues deseaba afrontar todo con valentía; eso de llorar no iba a resolver cada uno de sus nuevos obstáculos y se propuso mostrarse firme.

Sí que tiene dudas, e inquietudes, tanto que todo su torrente sanguíneo se convirtió en un caos. Pese a todo esto, muy en el fondo hay una pizca de esperanza, puesto que Matías no les contó a sus hijos que él es su padre y saber que los ama con locura la hace sentir tranquilizada.

—Amiga, ¿cómo estás? — se sorprendió cuando escuchó la voz suave de Luisa, que llegó a su lado y como tenía la cabeza hacia arriba cerró los ojos, y puso su mejor sonrisa antes de verla.

—He pasado por peores. Sin importar todo lo que está sucediendo estoy feliz porque sé que mis hijos estarán bien, e
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