Narra Matías.Ignacia tiene el don de hacer que la quieran con facilidad, y presiento que ella se comporta tan bonita para lograr tener el cariño y la confianza de todos, aunque no entiendo con qué propósito, si igual no dejará de ser mi esposa sin importar que todos la aborrezcan.—Mamita no vamos a volver a ese hospital, duele que me pinchen— escucho como mi preciosa niña se queja, arrugando su nariz al recordar la incomodidad en su bracito.—No amor, ya no volveremos nunca más, porque papito Matías se ocupó de que tú e Ivan reciban el tratamiento aquí en casa y serán medicamentos totalmente ingeridos. — Ella que está sentada con ellos en la orilla de la piscina con los pies dentro del agua chapaleando de vez en cuando y yo estaba a sus espaldas.Miré a mi tía y ella me hizo una seña para que me mantuviera en silencio y así lo hice no dije nada, solo empecé a comer la galleta que estaba en mi mano.—Amo mucho a mi papito, mamita no lo dejaremos nunca ¿verdad? — sonreí dándole una s
Narra Ignacia.Dejando a Matías con su enferma protección fui en busca de Luisa a la que no he visto en horas, y no entiendo cómo es que se desaparece dentro de esta hacienda, si se suponía que ella se iba a sentir cohibida pero la muy socarrona parece que ha encontrado su propia diversión dejándome a mí en segundo plano.Iba a tocar la puerta de la habitación cuando escuché a mi espalda— Ina, ¿estás buscándome?—En cuanto me giré ya mis ojos se encontraban entrecerrados.—¿Por qué sonríes cómo mono con mil bananos en frente?— Ella aplastó los labios para esconder su alegría, mientras se pasaba un flequillo de cabello inexistente por detrás de la oreja.—No me estoy riendo, solo estaba paseando para respirar un poco, no quería estar en medio de tu guerra con Matías ahora que ustedes andan destapando secretos. Es algo incómodo estar entre ambos. — Sus ojos iban de un lado a otro, notándose que claramente era un pretexto.—¡No te preocupes!, mi guerra con Matías está pausada por nueve me
Narrador.Ignacia sentía muchas dudas. Tantas que quería saber qué había hecho Matías para evitar que ella tuviera que acudir ante un juez de familia, ya que claramente sabía que lo hecho es un acto que es penalizado porque deliberadamente había engañado a su exesposo al hacerle creer que era el padre de su hijo cuando en realidad no lo era. Aunque con el asunto de Camil no tenía culpa igual se le suma porque nadie podría creer en ese cuento de un hombre que se metió a su cama y la hizo creer que había sido Sebastián cuando en realidad era otro, muy distinto en todos los sentidos.Ahora estaba acostada sobre su pecho pensando en todo y le daba miedo hablar sobre esos temas que ellos habían cerrado de una manera medio pacífica.—¡Pregúntame!— Ella se espantó cuando el ronco de esa voz tan varonil hizo vibrar el pecho que utilizaba como almohada.«Será brujo»Sintiéndose aturdida respiró tan profundo que le dolió el pecho por haber inhalado tanto aire.—¿Cómo sabes que quiero hacerte
Narrador.Patricia tuvo que pararse a orinar y cuando se sentó en el inodoro vio que su sangrado estaba aumentando.Había pasado de ser una simple secreción, si no que cada día aumentaba donde ella había dejado de menstruar, puesto que son muchos años que han pasado desde su menopausia debido a que al no tener hijos ese ciclo le llegó joven. Cuando se iba a poner de pie para lavarse, un dolor acalambrado le atravesó el vientre y cayó al piso, emitiendo un fuerte quejido lamentoso.—¿Crees que ese es otro truco de esa mujer para que la dejen salir?— le preguntó uno de los hombres a los otros dos que estaban de turnos allí, vigilando a Patricia.—Es dramática pero ese ruido sonó como cuando algo cae, vamos a ver— solicitó el más humanitario de los tres que siempre se ponía a dialogar con ella a través de la puerta.—Tienes un corazón de vieja, esa mujer sabe como engañar—, se quejó el más rudo que estaba hastiado de ir a vigilar a esa mujer cuando él quería estar al lado de su jefe,
Narrador.«La señorita dulzura se enfada de mala manera», se burló observándola y aunque no ha pasado más que esas simples palabras con ella saber que ya no quería hablarle le hizo sentir un poco de inquietud, cómo si supiera que estaba perdiendo a alguien importante.Se acarició la barbilla quedándose pensativo, «no debería importarme», se dijo para controlar sus emociones, que se avivaron por una completa desconocida.En cambio, Matías estaba en su despacho sopesando en cómo decirle a Ignacia que Patricia ha sido desahuciada por los doctores al determinar que está enferma con cáncer uterino. A pesar de saber que ella estaba furiosa con Patricia igual no sabía cuál sería su reacción porque sin importar lo que ha pasado para Ignacia Patricia fue una figura materna desde que tenía uso de razón, y aunque ella diga odiarla igual sabe que es imposible.—Paguen todos los gastos y déjenla allí para que la atiendan los especialistas, ya no hay la necesidad de vigilar— le indicó a su emplea
Narrador.Con los hombros decaídos y pidiendo a Dios que no suceda nada, vencido por la terquedad de su viejo, Matías pidió a Daniel por medio de un gesto que le entregará el chaleco que Federico había solicitado.—Pero papis John no eres de lo que simplemente aceptas que te lleven la contraria. ¡Esto es muy peligroso para tu viejo! — refunfuñó Tobías con temor porque sobre todo le tiene mucho afecto a Federico.Y aunque estaba feliz porque después de tanto tiempo sin poder salir a una misión solicitada por su patrón, que al fin lo dejaba participar en algo importante, igual no se quedaría en silencio.«Ignacia, mis hijos y mis padres son las únicas personas que me han podido llevar la contraria y debo tragarme las ganas de explotar» respondió a la queja de Tobías en un pensamiento sin atreverse a pronunciar esas palabras.—Si no quieres ser tú, quien se quede cuidando las camionetas te va a callar hasta que todo esto finalice— le reprendió descargando la frustración que le provoca
Narrador.Matías no se detuvo en ese solo rescate, sino que esa misma madrugada fue a la choza de la que había hablado Alexis para terminar también con el otro repugnante negocio. Logrando darle un golpe descomunal a Az, quien debe distribuir su propio producto por falta de distribuidores y de clientes que son peces grandes como los que él tiene, pero que en el pasado eran de Az.—Es momento de sacarte provecho Gerald, te daré algo que te mantendrá ocupado recibiendo honores— habló Matías poniendo en su aparato celular una tarjeta de red desechable y llamó a su primo, usando un distorsionador de voz para pasarle la ubicación de donde saldrían los hombres que trabajan para Az; esos que se han metido en el túnel y los cuales posiblemente la explosión no los llegó a matar. No era de usar a la DEA en sus asuntos, pero el otro lado del túnel quedaría abierto y cualquier aprensivo como Az lo podría volver a abrir para volver a ponerlo en uso de modo que necesitaba que la DEA lo cerrara e
Narrador. Analizando si esa llamada desconocida era factible para informarle a su jefe o de paso no se arriesgaba a que fuera una desinformación de alguien queriendo jugarle una mala broma o buscando despistarlos para mantenerlos ocupados y reflexionó que si fueran ciertas sus dudas eso lo haría perder prestigio con su jefe y colegas. Pero en cambio, de no tener razón también no cumpliría con su deber al no informar.—Esto tiene que ver contigo Matías estoy seguro y te voy a agarrar—aseveró sin perderlo de vista. Más tarde Ignacia se quedó perpleja cuando agarrada de la mano de Matías atravesaba un depósito donde habían personas empacando un producto que ella, aunque nunca lo había visto personalmente si tenía la noción de lo que era.—Matías, tú…, — no encontraba las palabras correctas para preguntar, solo se sentía pequeña mientras todas esas personas la miraban con interés.—Si, Ignacia, me querías conocer, esto es lo que soy y por el dinero no es nada para mi. — A ella se le a