Narrador.Sebastián no sabía qué hacer, aunque estaba muy convencido de que Matías había sido el causante de todo no tenía prueba de nada, simplemente había llamado a Ignacia para meterle terror psicológico, y era lo único que podía hacer.—Al menos queda el seguro que podrá ayudar— manifestó Claudia sintiendo alivio y nervios a la vez.—No tenía nada asegurado, deje vencer la póliza hace un tiempo, tenía demasiada pérdida como para andar pagándole a una aseguradora— le expuso con disgusto y lamentándose de no haber tenido todo en orden porque al menos eso ayudaría, pero ahora estaba sin nada. En cambio, Claudia se cubrió el rostro con ambas manos viendo que ahora estaba peor que al principio.—¡¡Eres un pedazo de inútil!!— Lo insultó histérica aprovechándose de que Sebastián se nota derrotado: — al menos dime que de ese dinero qué te entregó Matías tienes parte guardado en el banco.— Ella claramente sabía que él había dejado una gran parte de ese dinero en la caja fuerte de su ofic
Narrador.Ignacia, seguía reflexionando sobre el asunto del que había dialogado con Matías y sintiendo que necesitaba desahogarse para disipar sus dudas, fue en busca de Luisa, quien se encontraba en medio de una videollamada con Enso.—Enso cariño ha llegado Ina te llamaré más tarde o puedes llamarme tú para no interrumpirte si estás ocupado— le dijo ella con voz cargada de cariño.—Está bien hermana— expuso el muchacho con una sonrisa radiante y en cuanto vio a Ignacia agitó la mano mostrándose tan amigable como de costumbre. — Hola Ina me has abandonado, quiero que me visiten junto a los pequeños, los extraño mucho a todos ustedes— pidió sin reflejar su tristeza, pero, aunque estaba haciendo lo que amaba, tener tanto tiempo lejos de las personas que reconoce como a su familia lo hace querer salir corriendo y abandonarlo todo.—Mira, no es mala idea, necesito ir a misa, aquí siento que me ahogo. —Respondió Ignacia dándose cuenta de que tenía mucho sin visitar el templo, aunque no es
Narra Matías.«Convéncete Matías, no olvides que amas a una mujer que no será capaz de dar nada por ti» me expliqué a mí mismo mientras iba de camino a ver a mis hijos, ya que por estar sumergido en mis problemas me he olvidado de todo incluyéndolo a ellos, y no debe ser así.—Primo muchas gracias por la información que me has pasado. — Me interrumpe Gerald y me pregunto a mí mismo porque no agarro a este malandro y lo envío a darle cuentas al diablo, así me lo quitaré de encima.«Mi madre adora a Soraya y sentiría mucha desilusión de mí si le hiciera daño a este huevón» me recalca la voz de mi conciencia, esa que hasta hace poco creía no tener, pero muy en el fondo soy tan débil como odio serlo.—¿De qué hablas? — le pregunto con aturdimiento fingiendo que no entiendo nada de lo que me dice.«¡Cabrón el rey del engaño soy yo!, te haré creer que me tienes y cuando menos te lo esperes verás que en realidad tus manos están más vacías que al principio» me burlaba de él a mi modo sonriend
Narrador. «Ya puedes creer que te vas a deshacer de mí, capricho mío, pero eso no podrá ser jamás eres mía, mi mujer y si me traicionas entonces no te voy a perdonar nunca» hablaba él en su fuero interno y cuando la soltó para que pudiera respirar ella le gritó con el poco aliento que le quedaba pareciendo más un gemido. —¡Dios…, eres un enfermo! Tu actitud tosca es por ese Gerald, ¿por qué no entiendes que te quiero mucho? Lo señaló y él se perdió en esa mirada azul llena de reproche. — Piensas que si no sintiera todo esto por ti ya no estaría buscando la manera de huir. — Mientras ella reclamaba los labios de Matías se curvaban en un gesto de desprecio al creer que ella mentía y cuando notó su resistencia, de cómo trataba de apartarse se aferró a su pequeño cuerpo como un náufrago a un salvavidas. —¿Me estás matando? — murmuró y ella al escucharlo se ablandó. —Me culpas a mí cuando el que parece tener un botón para esconder sus sentimientos eres tú. — Él deslizó la boca por su
Narrador. Ignacia al ver a su esposo tan endemoniado quería hacer que se detuviera, pero la voz no salió de su garganta, ya que su cuerpo disfrutaba de acogerlo y después de unas cuantas embestidas sintió cómo era levantada en el aire y de cómo una áspera mano aprovechó que nada se interponía para palmear fuerte su delicado trasero dejándolo sumamente enrojecido. —¡Contrólate Matías eso arde! — se quejó, creyendo que él se detendría, pero, por el contrario, esa protesta lo animó, y se sonrió lascivo, propinándole otra nalgada mucho más fuerte. —¿Te aprovechas?— cuestionó y un fuerte gruñido de parte de él la hizo guardar silencio. No estaban recostados, ni afianzados a nada, solo Matías de pie, manejando el cuerpo de su esposa a su antojo, entrando y saliendo de ella con unos movimientos bravíos. Instándole a aferrarse de su cabello mientras él arremetía contra su trasero una y otra vez, causándole que el dolor se mezclara con el placer, sin detenerse a preguntarle si a ella le es
Narrador.Ese último mensaje le dió a entender que la mujer estaba muy picada porque su mano derecha Osvaldo había sido apresado por la DEA en territorio americano y ese era el golpe más fuerte que habría podido recibir, ya que ese hombre sabe todos los pormenores de su cartel y si le proponen negociar su libertad para que sea un testigo protegido no sabe qué podría hacer, puesto que siempre tienden a dejar que los agentes los convenzan y ahora ella debe buscar la manera de darle muerte a su mejor empleado. No había dormido nada bebiendo para controlar las ganas de ir con su séquito para disparar a todo lo que se mueva en la hacienda de Matías sabiendo que es una pérdida de tiempo porque con lo segura que es esa hacienda lo matarían a ellos primero antes de acabar con la mitad del personal que tiene camaleón. Ignacia sintió duda en cuanto escuchó a su esposo exclamar impresionado y aunque no estaba dentro de sus planes su sangre empezó a bullir por los celos y su mente se llenó de m
Narrador. Matías se quedó asombrado cuando llegó con Ignacia tomada de la mano, y veía a Luisa riendo a carcajadas como si fuera una persona desquiciada; sin embargo, no comprendía porque ella reía de ese modo; y era que a Luisa le parecía muy chistoso lo que había dicho ese hombre, del cual él, ni Ignacia tenían idea de que se trataba de su expareja. «¡Qué carajos!» pensó Matías asombrado tanto por la actitud de la mejor amiga de su esposa como por su presencia en ese lugar, el cual utiliza para torturar a sus enemigos. —¡¿Tobías qué significa esto?!— exigió una explicación. Entendiendo Tobías con claridad a qué se refería su jefe se quedó sopesando lo que diría y cuando estuvo a punto de responder Matías sin esperar a que él le diera una justificación volvió a preguntar: — ¿qué parte de debemos disimular no comprendiste? Tobías sintió molestia por el reproche, pero no se atrevió a protestar, y reprimió el enfado. —Matías lo siento, se me ha salido de control. — Temeroso, Tobías
Narrador.Sebastián se quedó sin aliento cuando supo que estaba señalando a la persona equivocada, en cuanto Rubén muy sonriente le comentó como Claudia le planteó todo el plan para destruirlo y ella que al escuchar la insistencia con la que habían tocado el timbre de la puerta fue a ver de quienes se trataban a esa hora de la madrugada, estaba estática en su lugar tragando grueso cuando lo oía todo. —¡Mientes! — le gritó echa un mar de nervios, sin saber de qué otra forma defenderse. —¿Eso que ustedes tienen en la puerta puede grabar? — Señaló Rubén el moderno intercomunicador. El hombre es un delincuente de clase baja, por así decirlo un ladrón mediocre que le gusta utilizar a las mujeres, pero bruto del todo no era. —Sí claro, guarda las grabaciones— respondió Sebastián sin saber si pegarle al tipo que estaba aún con las manos esposadas o si darle unas bofetadas a Claudia, pero más empeño tenía en recuperar lo perdido. —Busca la grabación de dos días antes del incendio y verá