Narrador. Ignacia al ver a su esposo tan endemoniado quería hacer que se detuviera, pero la voz no salió de su garganta, ya que su cuerpo disfrutaba de acogerlo y después de unas cuantas embestidas sintió cómo era levantada en el aire y de cómo una áspera mano aprovechó que nada se interponía para palmear fuerte su delicado trasero dejándolo sumamente enrojecido. —¡Contrólate Matías eso arde! — se quejó, creyendo que él se detendría, pero, por el contrario, esa protesta lo animó, y se sonrió lascivo, propinándole otra nalgada mucho más fuerte. —¿Te aprovechas?— cuestionó y un fuerte gruñido de parte de él la hizo guardar silencio. No estaban recostados, ni afianzados a nada, solo Matías de pie, manejando el cuerpo de su esposa a su antojo, entrando y saliendo de ella con unos movimientos bravíos. Instándole a aferrarse de su cabello mientras él arremetía contra su trasero una y otra vez, causándole que el dolor se mezclara con el placer, sin detenerse a preguntarle si a ella le es
Narrador.Ese último mensaje le dió a entender que la mujer estaba muy picada porque su mano derecha Osvaldo había sido apresado por la DEA en territorio americano y ese era el golpe más fuerte que habría podido recibir, ya que ese hombre sabe todos los pormenores de su cartel y si le proponen negociar su libertad para que sea un testigo protegido no sabe qué podría hacer, puesto que siempre tienden a dejar que los agentes los convenzan y ahora ella debe buscar la manera de darle muerte a su mejor empleado. No había dormido nada bebiendo para controlar las ganas de ir con su séquito para disparar a todo lo que se mueva en la hacienda de Matías sabiendo que es una pérdida de tiempo porque con lo segura que es esa hacienda lo matarían a ellos primero antes de acabar con la mitad del personal que tiene camaleón. Ignacia sintió duda en cuanto escuchó a su esposo exclamar impresionado y aunque no estaba dentro de sus planes su sangre empezó a bullir por los celos y su mente se llenó de m
Narrador. Matías se quedó asombrado cuando llegó con Ignacia tomada de la mano, y veía a Luisa riendo a carcajadas como si fuera una persona desquiciada; sin embargo, no comprendía porque ella reía de ese modo; y era que a Luisa le parecía muy chistoso lo que había dicho ese hombre, del cual él, ni Ignacia tenían idea de que se trataba de su expareja. «¡Qué carajos!» pensó Matías asombrado tanto por la actitud de la mejor amiga de su esposa como por su presencia en ese lugar, el cual utiliza para torturar a sus enemigos. —¡¿Tobías qué significa esto?!— exigió una explicación. Entendiendo Tobías con claridad a qué se refería su jefe se quedó sopesando lo que diría y cuando estuvo a punto de responder Matías sin esperar a que él le diera una justificación volvió a preguntar: — ¿qué parte de debemos disimular no comprendiste? Tobías sintió molestia por el reproche, pero no se atrevió a protestar, y reprimió el enfado. —Matías lo siento, se me ha salido de control. — Temeroso, Tobías
Narrador.Sebastián se quedó sin aliento cuando supo que estaba señalando a la persona equivocada, en cuanto Rubén muy sonriente le comentó como Claudia le planteó todo el plan para destruirlo y ella que al escuchar la insistencia con la que habían tocado el timbre de la puerta fue a ver de quienes se trataban a esa hora de la madrugada, estaba estática en su lugar tragando grueso cuando lo oía todo. —¡Mientes! — le gritó echa un mar de nervios, sin saber de qué otra forma defenderse. —¿Eso que ustedes tienen en la puerta puede grabar? — Señaló Rubén el moderno intercomunicador. El hombre es un delincuente de clase baja, por así decirlo un ladrón mediocre que le gusta utilizar a las mujeres, pero bruto del todo no era. —Sí claro, guarda las grabaciones— respondió Sebastián sin saber si pegarle al tipo que estaba aún con las manos esposadas o si darle unas bofetadas a Claudia, pero más empeño tenía en recuperar lo perdido. —Busca la grabación de dos días antes del incendio y verá
Narra Matías. Ni siquiera disimularon sus ganas de acabarme, ya que enseguida Ignacia salió de la hacienda, Gerald fabricó una excusa patética diciendo que tenía algo que hacer fuera y dejó todo para ir detrás de ella, pero no le daré el gusto de atraparme, claro que los dejaré suponer que lo harán. —Vamos a ver qué tan traicionera es mi capricho— le propuse a Tobías que me vio con mirada desorbitada, sin poder creer lo que acababa de decirle. —Papis John, ¿qué tontería has hecho?, dejaste que tu esposa y los morrillos salieran de casa con esa loca de Az picada y con ganas de hacerte daño. Claro que dentro de todo estudié esa posibilidad y a pesar de mi enfado envié a más hombres para que protejan a Ignacia y a los niños, solo que ella ni cuenta se ha dado de que la están cuidando. —No me consideres tonto Tobías — le reñí furioso, ya que tengo un momento en el que no me gusta que me crean idiota y aunque él no tiene culpa de mi turbación igual ando que me pinchan las venas y lo
Narrador. Soraya se encontraba recostada de la isleta de la cocina, llevaba varios minutos viendo un zapato de bebé que había sido tejido por sus propias manos hacen más de treinta años y al recordar la ilusión con la que lo creó, un nudo se le formó en la garganta haciendo que las lágrimas se le salieran descontroladamente y sin proponérselo; era inevitable que no llorase al recordar a sus ojitos de cielo, pero su tristeza era mayor en esta fecha. «Mi Yatzil, hija amada» musitó para sí misma. India que estaba preparando un rico té para ambas se giró con dos tazas en las manos, y notando como Soraya estaba con la mirada perdida y tan centrada en su dolor no sabía qué decir para brindarle algo de consuelo. «Soy tan torpe con las palabras, si la señora Martina viniera», rogó internamente al no saber qué hacer, ya que no es su fuerte entablar un diálogo porque a diferencia de Soraya que fue criada por unos padres adoptivos ella fue criada por sus hermanos mayores que eran frívolos y
Narrador.Soraya entendió que ciertamente Daniel tenía razón, pero simplemente no tenía cabeza para nada. — Mire Daniel seamos amigos, y le agradezco — levantó la rosa— está hermosa—, él sonrió complacido, pues sabía que su conquista no aceptaría tan rápido. —Por algo se empieza y obtener su amistad en el primer intento es muy valioso para mí — comentó pícaro sin dejar de sonreír, dejando que ella apreciara esas arrugas que se le hacen en las comisuras de los ojos, y a pesar de ser un hombre de una edad avanzada, Soraya no podía negar que Daniel es un hombre guapo con muchos atributos notables. Sin embargo, como dijo está centrada en su dolor y en lo mal que podrían sentirse sus hijos si ella decidiera volver a tener una relación y aunque no amo al padre de ellos al menos quiere conservar el respeto a su memoria. Narra Matías. No tengo noción de cuántas veces miré el reloj que se encuentra en la pared que está frente a mí, sin poder concentrarme en nada más que no fuera pensar en
Narrador. Gerald y el equipo que había solicitado a su jefe estaban cerca de la hacienda la innombrable escuchando la conversación que él prometió a su superior que le iba a facilitar la captura del camaleón, pero cuando lo obtenido fue una declaración tonta de amor, lo hizo cubrirse la cara con frustración al ver lo mal que ese movimiento le haría a su ascenso como agente especializado. Se sentía burlado por Ignacia, y aunque todos dijeran lo contrario, sabía que esa conversación era una estrategia de Matías e Ignacia, incluso pensó que tal vez Matías fue quien le pidió a Ignacia hacerle creer que le daría esa posibilidad de grabarlo para hacerle ver qué nunca podrá atraparlo. —No quería hacerte daño Ignacia, pero veo que eres tan perversa como ese hombre— manifestó hablando consigo mismo a pesar de estar junto a varios colegas dentro de una unidad móvil. —Perdimos la señal— anunció el agente especializado que había colocado el micrófono en Ignacia. —¡Nooo, joder! — gritó aún más