Narrador. Soraya se encontraba recostada de la isleta de la cocina, llevaba varios minutos viendo un zapato de bebé que había sido tejido por sus propias manos hacen más de treinta años y al recordar la ilusión con la que lo creó, un nudo se le formó en la garganta haciendo que las lágrimas se le salieran descontroladamente y sin proponérselo; era inevitable que no llorase al recordar a sus ojitos de cielo, pero su tristeza era mayor en esta fecha. «Mi Yatzil, hija amada» musitó para sí misma. India que estaba preparando un rico té para ambas se giró con dos tazas en las manos, y notando como Soraya estaba con la mirada perdida y tan centrada en su dolor no sabía qué decir para brindarle algo de consuelo. «Soy tan torpe con las palabras, si la señora Martina viniera», rogó internamente al no saber qué hacer, ya que no es su fuerte entablar un diálogo porque a diferencia de Soraya que fue criada por unos padres adoptivos ella fue criada por sus hermanos mayores que eran frívolos y
Narrador.Soraya entendió que ciertamente Daniel tenía razón, pero simplemente no tenía cabeza para nada. — Mire Daniel seamos amigos, y le agradezco — levantó la rosa— está hermosa—, él sonrió complacido, pues sabía que su conquista no aceptaría tan rápido. —Por algo se empieza y obtener su amistad en el primer intento es muy valioso para mí — comentó pícaro sin dejar de sonreír, dejando que ella apreciara esas arrugas que se le hacen en las comisuras de los ojos, y a pesar de ser un hombre de una edad avanzada, Soraya no podía negar que Daniel es un hombre guapo con muchos atributos notables. Sin embargo, como dijo está centrada en su dolor y en lo mal que podrían sentirse sus hijos si ella decidiera volver a tener una relación y aunque no amo al padre de ellos al menos quiere conservar el respeto a su memoria. Narra Matías. No tengo noción de cuántas veces miré el reloj que se encuentra en la pared que está frente a mí, sin poder concentrarme en nada más que no fuera pensar en
Narrador. Gerald y el equipo que había solicitado a su jefe estaban cerca de la hacienda la innombrable escuchando la conversación que él prometió a su superior que le iba a facilitar la captura del camaleón, pero cuando lo obtenido fue una declaración tonta de amor, lo hizo cubrirse la cara con frustración al ver lo mal que ese movimiento le haría a su ascenso como agente especializado. Se sentía burlado por Ignacia, y aunque todos dijeran lo contrario, sabía que esa conversación era una estrategia de Matías e Ignacia, incluso pensó que tal vez Matías fue quien le pidió a Ignacia hacerle creer que le daría esa posibilidad de grabarlo para hacerle ver qué nunca podrá atraparlo. —No quería hacerte daño Ignacia, pero veo que eres tan perversa como ese hombre— manifestó hablando consigo mismo a pesar de estar junto a varios colegas dentro de una unidad móvil. —Perdimos la señal— anunció el agente especializado que había colocado el micrófono en Ignacia. —¡Nooo, joder! — gritó aún más
Narrador. En respuesta Matías deslizó una mano con suma sutileza por la nuca de su amada, haciéndola estremecer, y con sus labios acarició los de ella; tomándola en un beso que la hacía flotar, puesto que a pesar de todo Matías no ha sido tan dulce como lo estaba siendo en este momento y de ese mismo modo le hizo el amor hablándole a través de sus besos, caricias, con cada estocada suave y pausada y aunque ese despacho ha sido testigo ya de varios encuentros ninguno como este había tenido lugar dentro de esa casa. —¿Aún necesita que te diga que te amo? — le preguntó y ella que se encontraba acostada sobre su pecho en pleno piso, negó con las mejillas sonrojadas, viendo que los dos están muy locos, ya hasta en el suelo tenían sexo. —Parecemos dos enfermos sexuales, si nos enfadamos terminamos fornicando, si estamos alegre igual— bromeo Ignacia mientras jugaba con la creciente barba de su esposo y él terminó soltando unas cuantas carcajadas creando que las vibraciones de su pecho le
Narra Ignacia. Me sentía como quinceañera en mi primer baile con el chico que me gusta, por más que aplastaba los labios, igual no podía dejar de sonreír boba, aunque otra en mi lugar le habría gustado que esa declaración de amor fuera más romántica a mí me pareció perfecta y más viniendo de él. Es un avance inmenso haber logrado que ese hombre tan rudo me dijera ese te amo.«De este modo se siente el amor que es correspondido», celebré internamente al mismo tiempo que sentía mis tripas retorcerse dentro de mi estómago.—¿Mamita tienes hambre?, deberías alimentar al bebé. ¿Cómo sabes cuando es él o eres tú quien tiene hambre? — Camil me bombardea con varias preguntas con el fin de saciar su curiosidad, mientras va tomada de mi mano.Entonces medio giré el rostro para verla dándome cuenta de que acaba de matarme la ilusión de creer que esa sensación que sentía era por el revoloteo de las mariposas de amor.—Si mi vida, estoy tan hambrienta que me comería un camello con todo y jorob
Narrador.Suspiró profundamente y aplastó los labios dándose cuenta de que Patricia dañó mucho más a Ignacia y no fue capaz de verlo.—Señora Lucrecia le pedí hablar porque, aunque antes tenía temor a conocer mis raíces. Hoy quiero al fin saber quién soy en realidad, no quiero seguir perdiendo el tiempo, así que le pido que si usted sabe algo sobre mi madre o de mi nacimiento dígamelo. — Solicitó Ignacia cómo un ruego a la madre de su hermana.— Mi niña, yo más que nadie se sobre todo lo que has hecho por un poco de amor maternal y créeme que si hubiera sabido algo sobre tu progenitora te lo habría dicho desde que eras una adolescente, pero lamentablemente yo llegué al rancho siendo muy chica y por demás torpe y tú ya tenías dos años cuando tuve a Irina. Lo único que escuché una vez por boca de la matrona fue que tu madre no obtuvo la suerte que tuve yo, porque ella fue echada seguido, te tuvo y no se sabe que le hicieron Gregorio y Patricia a esa pobre mujer para espantarla de ese mo
Narrador.El silencio se adueñó de ese espacio en el que se encontraban reunidos los familiares y amigos de la festejada, mientras que los niños que son los únicos inocentes se enfocaron en disfrutar el pastel. En cambio, los adultos se miraban uno con otro sin encontrar un tema de conversación.—Raro, pero viniendo de mi padre nada causa impresión, sino que intriga. —Manifestó Irina, quien no se guarda nada, ya que es así de simple, y su madre entornó los ojos imaginándose algo que decidió conservarlo para sí misma.Lucrecia, que tenía tiempo sin ver a Gregorio notó que ahora es un hombre diferente a ese que la miraba por encima del hombro, y aunque ya nada le causa su presencia, igual, le alegra que por sus hijas sea más humilde.—Cariño— Intervino Orlando deteniendo a Irina para que no dijera más. Le guiñó un ojo y ella asintió. Por su parte, Gerald no estaba conforme con que Soraya fuera a hablar con ese desconocido que le impactó de ese modo y sin planearlo, él y Kenia se pusie
Narrador.Ella emitió una risa carente de gracia y ese sonido lo hizo sentir a él más abominable.— Ignacia merece saber qué tipo de bestia eres—, aunque le gritaba a boca llena todas estas palabras hirientes, su corazón bondadoso no tenía ni la más mínima intención de contarle a su hija toda esa historia y no por él, porque no se lo merecía sino por su hija porque no sería el motivo para hacerla odiar a su padre y más recordando cómo Ignacia se puso tan feliz cuando lo vio llegar.Sin embargo, al otro lado Ignacia perdió toda la fuerza de su cuerpo y cuando estaba a punto de caer unas manos firmes la sostuvieron.—Tranquila nena, estoy aquí —susurró Matías con voz cariñosa besando su nuca y con ambas manos aferradas a sus caderas. —Sácame de aquí por favor — rogó sin haber soltado una lágrima, estaba en shock, sentía que todo su mundo se venía abajo y no sabía qué hacer en ese momento. Únicamente quería huir; correr lejos de allí y olvidar que aún su padre le seguía viendo la cara,