Narrador. En respuesta Matías deslizó una mano con suma sutileza por la nuca de su amada, haciéndola estremecer, y con sus labios acarició los de ella; tomándola en un beso que la hacía flotar, puesto que a pesar de todo Matías no ha sido tan dulce como lo estaba siendo en este momento y de ese mismo modo le hizo el amor hablándole a través de sus besos, caricias, con cada estocada suave y pausada y aunque ese despacho ha sido testigo ya de varios encuentros ninguno como este había tenido lugar dentro de esa casa. —¿Aún necesita que te diga que te amo? — le preguntó y ella que se encontraba acostada sobre su pecho en pleno piso, negó con las mejillas sonrojadas, viendo que los dos están muy locos, ya hasta en el suelo tenían sexo. —Parecemos dos enfermos sexuales, si nos enfadamos terminamos fornicando, si estamos alegre igual— bromeo Ignacia mientras jugaba con la creciente barba de su esposo y él terminó soltando unas cuantas carcajadas creando que las vibraciones de su pecho le
Narra Ignacia. Me sentía como quinceañera en mi primer baile con el chico que me gusta, por más que aplastaba los labios, igual no podía dejar de sonreír boba, aunque otra en mi lugar le habría gustado que esa declaración de amor fuera más romántica a mí me pareció perfecta y más viniendo de él. Es un avance inmenso haber logrado que ese hombre tan rudo me dijera ese te amo.«De este modo se siente el amor que es correspondido», celebré internamente al mismo tiempo que sentía mis tripas retorcerse dentro de mi estómago.—¿Mamita tienes hambre?, deberías alimentar al bebé. ¿Cómo sabes cuando es él o eres tú quien tiene hambre? — Camil me bombardea con varias preguntas con el fin de saciar su curiosidad, mientras va tomada de mi mano.Entonces medio giré el rostro para verla dándome cuenta de que acaba de matarme la ilusión de creer que esa sensación que sentía era por el revoloteo de las mariposas de amor.—Si mi vida, estoy tan hambrienta que me comería un camello con todo y jorob
Narrador.Suspiró profundamente y aplastó los labios dándose cuenta de que Patricia dañó mucho más a Ignacia y no fue capaz de verlo.—Señora Lucrecia le pedí hablar porque, aunque antes tenía temor a conocer mis raíces. Hoy quiero al fin saber quién soy en realidad, no quiero seguir perdiendo el tiempo, así que le pido que si usted sabe algo sobre mi madre o de mi nacimiento dígamelo. — Solicitó Ignacia cómo un ruego a la madre de su hermana.— Mi niña, yo más que nadie se sobre todo lo que has hecho por un poco de amor maternal y créeme que si hubiera sabido algo sobre tu progenitora te lo habría dicho desde que eras una adolescente, pero lamentablemente yo llegué al rancho siendo muy chica y por demás torpe y tú ya tenías dos años cuando tuve a Irina. Lo único que escuché una vez por boca de la matrona fue que tu madre no obtuvo la suerte que tuve yo, porque ella fue echada seguido, te tuvo y no se sabe que le hicieron Gregorio y Patricia a esa pobre mujer para espantarla de ese mo
Narrador.El silencio se adueñó de ese espacio en el que se encontraban reunidos los familiares y amigos de la festejada, mientras que los niños que son los únicos inocentes se enfocaron en disfrutar el pastel. En cambio, los adultos se miraban uno con otro sin encontrar un tema de conversación.—Raro, pero viniendo de mi padre nada causa impresión, sino que intriga. —Manifestó Irina, quien no se guarda nada, ya que es así de simple, y su madre entornó los ojos imaginándose algo que decidió conservarlo para sí misma.Lucrecia, que tenía tiempo sin ver a Gregorio notó que ahora es un hombre diferente a ese que la miraba por encima del hombro, y aunque ya nada le causa su presencia, igual, le alegra que por sus hijas sea más humilde.—Cariño— Intervino Orlando deteniendo a Irina para que no dijera más. Le guiñó un ojo y ella asintió. Por su parte, Gerald no estaba conforme con que Soraya fuera a hablar con ese desconocido que le impactó de ese modo y sin planearlo, él y Kenia se pusie
Narrador.Ella emitió una risa carente de gracia y ese sonido lo hizo sentir a él más abominable.— Ignacia merece saber qué tipo de bestia eres—, aunque le gritaba a boca llena todas estas palabras hirientes, su corazón bondadoso no tenía ni la más mínima intención de contarle a su hija toda esa historia y no por él, porque no se lo merecía sino por su hija porque no sería el motivo para hacerla odiar a su padre y más recordando cómo Ignacia se puso tan feliz cuando lo vio llegar.Sin embargo, al otro lado Ignacia perdió toda la fuerza de su cuerpo y cuando estaba a punto de caer unas manos firmes la sostuvieron.—Tranquila nena, estoy aquí —susurró Matías con voz cariñosa besando su nuca y con ambas manos aferradas a sus caderas. —Sácame de aquí por favor — rogó sin haber soltado una lágrima, estaba en shock, sentía que todo su mundo se venía abajo y no sabía qué hacer en ese momento. Únicamente quería huir; correr lejos de allí y olvidar que aún su padre le seguía viendo la cara,
Narrador.Encontrándose desubicado y con bastante preocupación Gregorio no se retiró en el mismo momento en que todos los visitantes lo hicieron, sino que se quedó un rato más aprovechando para compartir con los niños enterándose de que Matías es el padre de sus nietos y otras cosas más de las que estaba totalmente ajeno.Aunque ciertamente necesitaba de este tiempo con sus nietos, también se quedaba allí para ver si le era posible volver a dialogar con Soraya, dado que ella no le dejó clara su postura con respecto a qué le dirían a Ignacia en el momento que ella exigiera una respuesta, porque él estaba muy seguro de que Ignacia aún no sabía nada y pretendía distorsionar la verdad para ganar tiempo, ya que según su pensar la respuesta inventada que pedía a Soraya contar lo ayudaría a elaborar una mejor estrategia para que su hija no lo terminara odiando.Cuando vio que se había quedado solo con los niños fue consciente de que Soraya estaba evitando volver a verle y se levantó con pl
Narrador.Aborreció la sola idea de que al saber esto ahora tenga que elegir entre lo que ama que es su trabajo y su hermana mayor por la que de alguna manera, aunque fuera indirectamente lloró, puesto que no soportaba ver a su madre destruida.—¡Maldición solo a mí me pasan cosas como esta! — Peleaba solo mientras caminaba por la hacienda recordando la forma tan dura en la que su jefe le sancionó, y le amenazó con relevarlo de su puesto si no logra un objetivo mayor.Perdido en sus cavilaciones, no vio venir a esa muchacha que corría descontrolada y terminó tropezando con él.—¡No ves por donde caminas pedazo de estúpida!— le amonestó a la desconocida. Era la primera vez que la veía en esas tierras y cuando vio a la muchacha mostrar su desagrado por la forma en la que él le habló refunfuñó internamente:«Qué malcriada»Cuando exhaló con la finalidad de calmarse fue que pudo darse cuenta de que se había retirado de la casa.—Y tú eres un idiota amargado, porque fuiste el que se inter
Narrador. Ginna que aún seguía abrazada al cuerpo de Matías se apartó cuando vio que se había dejado llevar por la emoción y de cierto modo se sintió un poco avergonzada en el momento que vio a Ignacia mirarlos con cejas alzadas. «Calma Ignacia esto debe tener una explicación», se convenció aplacando el enojo que empezaba a resurgir y mantuvo la serenidad. A pesar de no saber quién es Ignacia, Ginna supuso que debía ser la esposa del hombre al que ella en esos momentos veía con admiración. —Disculpé señor Matías, me dejé manejar por la alegría que siento de que mi padre al fin ha empezado a reaccionar al tratamiento recibido en Suiza y todo gracias a usted. La muchacha hablaba rápido y sin parar a tomar aire para reponer el aliento, que hasta Ignacia sintió que se ahogaba de solo escucharla explicarse. «Un trabalenguas es lo que dice», aunque su intención no era burlarse, su inconsciente le hizo encontrarle lo chistoso. «Es un alivio, así no tendré que cargar con esa muerte en