Narrador.Aborreció la sola idea de que al saber esto ahora tenga que elegir entre lo que ama que es su trabajo y su hermana mayor por la que de alguna manera, aunque fuera indirectamente lloró, puesto que no soportaba ver a su madre destruida.—¡Maldición solo a mí me pasan cosas como esta! — Peleaba solo mientras caminaba por la hacienda recordando la forma tan dura en la que su jefe le sancionó, y le amenazó con relevarlo de su puesto si no logra un objetivo mayor.Perdido en sus cavilaciones, no vio venir a esa muchacha que corría descontrolada y terminó tropezando con él.—¡No ves por donde caminas pedazo de estúpida!— le amonestó a la desconocida. Era la primera vez que la veía en esas tierras y cuando vio a la muchacha mostrar su desagrado por la forma en la que él le habló refunfuñó internamente:«Qué malcriada»Cuando exhaló con la finalidad de calmarse fue que pudo darse cuenta de que se había retirado de la casa.—Y tú eres un idiota amargado, porque fuiste el que se inter
Narrador. Ginna que aún seguía abrazada al cuerpo de Matías se apartó cuando vio que se había dejado llevar por la emoción y de cierto modo se sintió un poco avergonzada en el momento que vio a Ignacia mirarlos con cejas alzadas. «Calma Ignacia esto debe tener una explicación», se convenció aplacando el enojo que empezaba a resurgir y mantuvo la serenidad. A pesar de no saber quién es Ignacia, Ginna supuso que debía ser la esposa del hombre al que ella en esos momentos veía con admiración. —Disculpé señor Matías, me dejé manejar por la alegría que siento de que mi padre al fin ha empezado a reaccionar al tratamiento recibido en Suiza y todo gracias a usted. La muchacha hablaba rápido y sin parar a tomar aire para reponer el aliento, que hasta Ignacia sintió que se ahogaba de solo escucharla explicarse. «Un trabalenguas es lo que dice», aunque su intención no era burlarse, su inconsciente le hizo encontrarle lo chistoso. «Es un alivio, así no tendré que cargar con esa muerte en
Narra Matías. Estaba dispuesto a acabar con estos bastardos, pero Az sabe bien qué hacer para inmovilizarme, por lo que eligió un lugar demasiado público para atacarme entendiendo perfectamente que para mí será difícil matar a sus lacayos, ya que no quiero que la policía me reconozca como el malhechor que se esconde tras un perfecto papel de ciudadano ejemplar. Así que no me quedaba de otra que cubrirme tras un pilar sin dejar que mi rostro fuera visible. Dado que hay varias cámaras de seguridad que lo estaban grabando todo y eso me limita. —¿Ahora qué? — grité fastidiado cuando miré hacia atrás y noté que el chofer había parado cuando yo le había dado la orden de sacar a mi esposa de este lugar. — Despellejaré a ese conductor — volví a vociferar con furia apretando la pistola entre mis manos para controlar mi arranque y no cometer un terrible error. —Vámonos antes de que aparezca la policía. Ya cumplimos con el pedido de la patrona — escuché como uno de los perros fieles de
Narrador. Luisa no estaba segura de poder dar la respuesta que demandaba Tobías, pues, ahora que Ignacia le hacía ese comentario recordó que lleva casi dos meses teniendo una irregularidad con su menstruación y cómo desde muy joven ha sido descontrolada en ese sentido le restó importancia. Claramente, tenía en cuenta que debía ser vista por un ginecólogo, pero no tenía la posibilidad de darse tales lujos, con su escasa economía prefería suponer que eso era algo relativamente normal. Tras dar una respuesta poco convincente el doctor procedió a examinarla con los escasos recursos que tenía disponible allí y tras darse cuenta de que su presión arterial estaba totalmente estable solicitó que se le hiciera una prueba rápida la cual salió positiva dejando a Tobías sin palabras y aterrado. —Por favor di algo. — Le exigió Luisa con ganas de escuchar su opinión acerca de ese embarazo, pero él se marchó dejándola con la prueba en la mano. Para Luisa también saber que iba a hacer mamá era
Continuación:» Ya que por el bienestar de ese bebé tú te esforzaras por ser un mejor padre y como líder del cártel de Tijuana y tu mejor amigo te concedo a ti la oportunidad de salir de este mundo tan complicado. Haz lo que yo no puedo: aleja a tu nueva familia lejos de todo esto, y te doy mi palabra de que ningún integrante de este cartel ni de ningún otro te tocará a ti o a tu familia. Tobías se quedó perplejo Matías estaba dispuesto a romper una regla de oro por él, mientras que Matías estaba haciendo con su mejor amigo lo que deseaba con todas sus fuerzas para él, pero lamentablemente no podía porque al ser el líder estaba totalmente condenado. —No te dejaré solo Papis John, eres mi figura paterna y no te abandonaré, porque empezaría a romper mis propios juramentos, y desde que fui abandonado por mi vieja me prometí que nunca dejaré atrás a alguien que me quiera y que yo quiera. Así que líder camaleón no aceptaré su regalo, por favor no se enfade con su servidor. Tobías lloró
Narrador. Habían pasado ya 48 horas en los que Mariana no despertaba, estando bajo los fuertes efectos de los analgésicos suministrados por el médico que no había podido irse a su hogar, ya que Matías no se lo permitía. Aturdida empezó a abrir los ojos, sintiendo que todo le daba vuelta, observando cómo el espacio se tornaba borroso. —¿Dónde estoy? ¿Quién eres tú? — preguntó Mariana horrorizada viendo a ese hombre que estaba sentado en un sillón al pie de su cama, como si estuviera ahí para velar su sueño. —Soy Dylan, el conductor del señor Matías ¿No me recuerdas? — Él se levantó abriéndole las palmas de las manos en señal de que no tenía intenciones de lastimarla. — No te muevas por favor, déjame ir a buscar al doctor. Ella igual no le puso caso y se removió con el fin de pararse de esa cama. — ¡Ahhh! — Soltó un quejido lastimero cuando al mover su cadera sintió una punzada que la hizo estremecerse. Respiró profundo y luego expulsó el aire buscando relajarse, sin embargo, no
Narrador.Tobías que aún no se había marchado asintió ladeando la cabeza, suponiendo que la muchacha había elegido la misma opción que él había escogido en su lugar. Soltó un suspiro y con las manos en los bolsillos se acercó a la cama, la miró un rato y luego le dijo: —Sé que al decirte esto pueda que me cause problemas con Matías, pero igual te lo diré: gracias a ese hombre que hoy llamas delincuente, tú no eres la esposa de un viejo asqueroso que maltrata a las mujeres, ya que le hizo creer a Patricia que te quería como esposa cuando la supo negociando para venderte a un ranchero, y al ofrecerle más la mujer ambiciosa decidió conservarte. — Mariana se quedó petrificada sin poder creer que era cierto y conociendo a Patricia tampoco era mucho lo que podía dudar. —¿O piensas que el marido de Irina actuó sólo para poder librarlas a ustedes de Patricia y Miguel Martínez?, incluso de tu papito que cumplía con todo lo solicitado por Patricia así eso las perjudicara a ustedes sus hijas
Narrador. La chica que Gerald esperaba arribó unos segundos luego de que el hombre que labora como infiltrado en el cartel de Matías se había ido y él respiró aliviado al dar por sentado que si ella hubiera llegado un minuto antes tendría que enfrentar a aquel hombre para que no la lastimara, debido a que aquellos tipos de individuos asesinan hasta por sospecha con tal de no ser puesto en evidencia. —¡Niña al fin llegas!, ya estaba por irme. — fingió molestia por hacerlo aguardar, pero al contrario estaba feliz de que fuera de ese modo, solo que es tan arrogante que no es capaz de admitir que esa chica le hace vibrar el corazón. Esperó a que ella le atacara con su acostumbrada malcriadez, pero, por el contrario, la chica se quedó en silencio mirándolo como si le hubiera defraudado. —Agradece que vine, pues no debo estar aquí. Mi mamá me solicitó no volver a verte y estoy faltando a su orden al venir. Ya sé que eres un agente y lo que buscas al acercarte a mí. No sé por qué acepté