Narrador.Ignacia se removió entre los brazos de su esposo que la tenían aprisionada como una jaula bien asegurada y consiguió soltarse de esas manos que le sujetaban los bíceps y luego pugnó a zarpazos contra las colchas que le inmovilizaban las piernas, consiguiendo una vez más liberarse, pero tanto fueron sus movimientos que no midió el espacio entre el piso y la cama que cuando supuso que podía levantarse su cuerpo dio tremendo impacto contra el suelo que terminó por despertarla completamente y de su garganta brotó un lamento de dolor.—¡Por Dios, Ignacia!, ¡Maldita sea, no te harás daño! — Matías se tiró tan rápido de la cama que terminó sus exclamaciones cuando la ayudaba a levantarse, totalmente asustado de suponer que algo malo le ha pasado al reciente embarazo con dicha caída.Mientras que ella aspiró grandes bocanadas de aire. —Tengo náuseas —le hizo saber con voz entrecortada, pero él no entendió dado que tenía una mano en la boca al agitársele las tripas. Se precipitó a
Narrador.En cuanto Matías pisó la entrada de la pequeña empresa de Sebastián, sus empleados que estaban a la espera de que se declarara el cierre de la misma, se quedaron asombrados al suponer que ese hombre que andaba tan escoltado sería el inversionista del que tanto se habló.—Debe ser él, nada más mira cuánta seguridad y elegancia. A ese caballero se le nota lo adinerado a distancia. — Matías podía escuchar las murmuraciones de las recepcionistas.—Ojalá se instale en la empresa, necesitamos carne fresca para trabajar con ganas. — Tras escuchar eso sonrió negando con la cabeza. Encontrando chistosos los comentarios que hacían esas mujeres. La secretaria de Sebastián le comunicó sobre la visita y Claudia que no se había despegado de él después del asunto del hospital aplaudió al escuchar que todo había salido como lo supuso.—Parece que el nuevo padre de tus hijos ama a su esposa. ¡Es una lástima! Me gustaba mucho, porque es muy guapo el hombre de hielo— manifestó burlona, sin i
Narrador.Matías se levantó arreglando su ropa con mucha calma y elegancia, — veo que eliges tenerme como un enemigo. Ganarás ese juicio, incluso obtendrás un beneficio económico que será muy inferior al que te ofrezco ahora, pero terminarás acabado, siendo el hazmerreír de todo el país— Matías generalizó todo con el movimiento circulatorio de su dedo; — incluso todo esto igual lo vas a perder como que me llamo Matías Quintana. «El maldito tiene razón los abogados se quedarán con más de la mitad de lo que lograré sacarle a este hombre por vía de Ignacia lo cual será una miseria por qué estoy seguro de que con la fortuna que tiene podría aplastarme cómo a un gusano, y de paso no dormiré en paz y menos podré sacar mi empresa adelante» pensó en todas sus opiniones dándose cuenta de que como Matías le había dicho lo mejor era tenerlo de su lado.—¡Detente! — El llamado de Sebastián se escuchó desesperado cuando vio que Matías empezó a andar hacia la salida de su oficina y Matías que odia
Narra Matías.Ignacia tiene el don de hacer que la quieran con facilidad, y presiento que ella se comporta tan bonita para lograr tener el cariño y la confianza de todos, aunque no entiendo con qué propósito, si igual no dejará de ser mi esposa sin importar que todos la aborrezcan.—Mamita no vamos a volver a ese hospital, duele que me pinchen— escucho como mi preciosa niña se queja, arrugando su nariz al recordar la incomodidad en su bracito.—No amor, ya no volveremos nunca más, porque papito Matías se ocupó de que tú e Ivan reciban el tratamiento aquí en casa y serán medicamentos totalmente ingeridos. — Ella que está sentada con ellos en la orilla de la piscina con los pies dentro del agua chapaleando de vez en cuando y yo estaba a sus espaldas.Miré a mi tía y ella me hizo una seña para que me mantuviera en silencio y así lo hice no dije nada, solo empecé a comer la galleta que estaba en mi mano.—Amo mucho a mi papito, mamita no lo dejaremos nunca ¿verdad? — sonreí dándole una s
Narra Ignacia.Dejando a Matías con su enferma protección fui en busca de Luisa a la que no he visto en horas, y no entiendo cómo es que se desaparece dentro de esta hacienda, si se suponía que ella se iba a sentir cohibida pero la muy socarrona parece que ha encontrado su propia diversión dejándome a mí en segundo plano.Iba a tocar la puerta de la habitación cuando escuché a mi espalda— Ina, ¿estás buscándome?—En cuanto me giré ya mis ojos se encontraban entrecerrados.—¿Por qué sonríes cómo mono con mil bananos en frente?— Ella aplastó los labios para esconder su alegría, mientras se pasaba un flequillo de cabello inexistente por detrás de la oreja.—No me estoy riendo, solo estaba paseando para respirar un poco, no quería estar en medio de tu guerra con Matías ahora que ustedes andan destapando secretos. Es algo incómodo estar entre ambos. — Sus ojos iban de un lado a otro, notándose que claramente era un pretexto.—¡No te preocupes!, mi guerra con Matías está pausada por nueve me
Narrador.Ignacia sentía muchas dudas. Tantas que quería saber qué había hecho Matías para evitar que ella tuviera que acudir ante un juez de familia, ya que claramente sabía que lo hecho es un acto que es penalizado porque deliberadamente había engañado a su exesposo al hacerle creer que era el padre de su hijo cuando en realidad no lo era. Aunque con el asunto de Camil no tenía culpa igual se le suma porque nadie podría creer en ese cuento de un hombre que se metió a su cama y la hizo creer que había sido Sebastián cuando en realidad era otro, muy distinto en todos los sentidos.Ahora estaba acostada sobre su pecho pensando en todo y le daba miedo hablar sobre esos temas que ellos habían cerrado de una manera medio pacífica.—¡Pregúntame!— Ella se espantó cuando el ronco de esa voz tan varonil hizo vibrar el pecho que utilizaba como almohada.«Será brujo»Sintiéndose aturdida respiró tan profundo que le dolió el pecho por haber inhalado tanto aire.—¿Cómo sabes que quiero hacerte
Narrador.Patricia tuvo que pararse a orinar y cuando se sentó en el inodoro vio que su sangrado estaba aumentando.Había pasado de ser una simple secreción, si no que cada día aumentaba donde ella había dejado de menstruar, puesto que son muchos años que han pasado desde su menopausia debido a que al no tener hijos ese ciclo le llegó joven. Cuando se iba a poner de pie para lavarse, un dolor acalambrado le atravesó el vientre y cayó al piso, emitiendo un fuerte quejido lamentoso.—¿Crees que ese es otro truco de esa mujer para que la dejen salir?— le preguntó uno de los hombres a los otros dos que estaban de turnos allí, vigilando a Patricia.—Es dramática pero ese ruido sonó como cuando algo cae, vamos a ver— solicitó el más humanitario de los tres que siempre se ponía a dialogar con ella a través de la puerta.—Tienes un corazón de vieja, esa mujer sabe como engañar—, se quejó el más rudo que estaba hastiado de ir a vigilar a esa mujer cuando él quería estar al lado de su jefe,
Narrador.«La señorita dulzura se enfada de mala manera», se burló observándola y aunque no ha pasado más que esas simples palabras con ella saber que ya no quería hablarle le hizo sentir un poco de inquietud, cómo si supiera que estaba perdiendo a alguien importante.Se acarició la barbilla quedándose pensativo, «no debería importarme», se dijo para controlar sus emociones, que se avivaron por una completa desconocida.En cambio, Matías estaba en su despacho sopesando en cómo decirle a Ignacia que Patricia ha sido desahuciada por los doctores al determinar que está enferma con cáncer uterino. A pesar de saber que ella estaba furiosa con Patricia igual no sabía cuál sería su reacción porque sin importar lo que ha pasado para Ignacia Patricia fue una figura materna desde que tenía uso de razón, y aunque ella diga odiarla igual sabe que es imposible.—Paguen todos los gastos y déjenla allí para que la atiendan los especialistas, ya no hay la necesidad de vigilar— le indicó a su emplea