Magnetismo.

Narra Ignacia.

—Ella no lo hará, mi mamita no deja a las personas que quiere— le asegura.

—¿Y si a mí no me quiere? — qué demonios trata de hacer diciéndole eso a mi hija.

—Voy a pedir a este amuleto que te quiera mucho, yo te quiero— ella lo abrazó y él parecía luchar, pero terminó correspondiendo, entonces vi que la tomó en brazos.

—Vamos a dormir y no me has respondido que opinas de la propuesta— los escuchaba a mi espalda porque corrí con las puntas de los dedos de los pies que ni toda bailarina de ballet podría superarme, me tiré a la cama y me metí debajo de las sábanas fingiendo dormir.

Olvidé mi propósito o simplemente no quiero discutir. Dormirme con esta sensación bonita es distinto a dormir sintiendo amargura.

—Ya no siento miedo, y cuando lo haga tengo tu amuleto—, sentí como él dejó a Camil al otro lado de la cama.

—Bien— susurró tratando de mantener un tono bajo y no sé por qué, pero lo sentía mirarme, y me costaba fingir que duermo, sin embargo, luchaba porque su molest
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