Narra Ignacia.Sin embargo, a Matías poco le duró la ternura porque atento a mis reacciones, mordisquea mi boca y, con cada nuevo asalto, evitaba gemir. Todo mi cuerpo reacciona y, muy a mi pesar, me arqueo para sentirlo más cerca. Pasaba una mano por mi cabello jalando con una pizca de delicadeza y por momentos intentaba tirar con fuerza, con ese mismo salvajismo que me tomó de la cintura con la otra, provocando una nueva descarga eléctrica que circulaba mis venas cuando al fin nuestras lenguas se mezclan antes de comenzar una deliciosa danza. «¿Cómo puede un simple beso provocar este efecto?» Retrocediendo, Matías me mira con una intensidad tal que despierta en mí una miríada de sensaciones inéditas y a la vez puedo ser consciente de que una pregunta muda flota en sus ojos. Entonces enardecida por la proximidad de su cuerpo, respondo pasando mis manos alrededor de su nuca para jalarlo hacia mí percibiendo como se estremece y por fin se entrega dominándome con todo su ser y su
Narra Ignacia.De repente, me atrapa por las muñecas, reúne mis brazos encima de mi cabeza y las aprisiona con una mano de acero antes de chocar con mi boca con un beso febril. Su cuerpo pesa suavemente sobre mí, sus muslos duros se imponen a los míos, abren firmemente mis piernas. Contra mi sexo ya húmedo se presiona la rígida barra de su miembro erguido. Saberlo tan cerca me excita todavía más, lo necesitaba desde anoche, y por lo visto, no importa cuánto lo tenga siempre mi necesidad por sentirlo se vuelve más continua y eso me hace tener el sentimiento de estar indefensa debido a que su poder sexual sobre mi hace que me vea reducida a su voluntad, enloqueciendo mis pensamientos. Me gusta tanto sentirlo que temo volverme dependiente de su cuerpo y esto apenas empieza. No es amor es solo pasión y a veces suele ser más peligroso que el mismo amor y si sumamos a ese hecho todo el odio que este hombre profesa por mí, deja claro que ya me he perdido justo como él quería. «Me creía m
Narra Ignacia.—Matías eres un maniaco déjame ir—exijo pegándole en el hombro derecho, pero, nuevamente hace algo que me aturde. —Solo disfruta, siente la adrenalina— susurra en mi oído al mismo tiempo que su golpeteo empieza de nuevo, siendo más rápidos, y más vigorosos haciendo que el placer renazca. Sin embargo, nuevamente como si se divirtiera Matías lo detiene en cuanto percibe que estoy a punto de llegar al límite, imponiéndome esta frustración justo antes de que alcance la cima. Jadeante, gimo continuamente hundiendo mis uñas en su espalda transmitiendo al rasgarle, mi enfado, del mismo modo que le muerdo el hombro, con tanta fuerza que parezco ardilla brava. Entonces su risa vibra en mi pecho cuando sus manos palpan mis nalgas y me propina una fuerte palmada que me hace arquear la espalda dándome cuenta de que volví a recibirlo hasta el fondo. Su juego de frío y caliente, de rudo y tierno estaba influenciando a mis hormonas a perder el control, ya que sentía como esas mi
Narrador.—Ina, por el amor del santísimo, ese loco está frustrado porque lo rechacé abiertamente y a hombres como el que se piensan lo máximo le arde que una mujer como yo le haga el feo— ya había dejado de llorar y no podía sostenerle la mirada a Ignacia quien se dio cuenta de que Tobías le gusta a Luisa.—Pues, dale una lección por lo que ha hecho— le propuso con picardía.—Ahh, Ignacia conozco esa mirada, don verga te ha convertido en una desvergonzada — le reclamó con mejor ánimo incluso hasta riendo, pero eso no significa que ha dejado de estar molesta, solo que haberse desahogado le sirvió muchísimo. Ella vio el cuello enrojecido de Ignacia y la tocó con su dedo índice— mira la prueba aquí, ya te perdí amiga, mira no más como ese salvaje te deja toda marcada— bromeó e Ignacia rió quedamente con las mejillas sonrojadas.—Parece que te has enamorado más pronto de lo esperado, ¡fuera Sebastián!, que ahora don verga sabrosa es el dueño de este corazón—. Ignacia se tensó ante su pa
Narrador.Ignacia sintió que se había liberado, pero ahora Martina era la que sentía el gran peso de esa carga, sin embargo, eso no le impidió ir a colorear con Iván y Camil, riendo y dándose cuenta de que sus primeras percepciones al ver en Iván parecido con Matías no eran erróneas.—Abuelita Marti tus ojos y mis ojos son del mismo color— manifestó Camil cuando tomó entre sus deditos una crayola color marrón para colorear los ojos de la muñequita que había dibujado. A su parecer era Martina y ella que estaba tan sensible la miró sintiendo que se quedaba sin aliento, antes de sonreír, y responder.—Si princesa, las personas solemos tener muchos rasgos parecidos.—Como Iván y yo, pero soy más bonita— bromea la nena mostrando su sonrisa tierna que le han empezado a robar los suspiros a Martina y aunque bien sabe que es de otro hombre ya esa princesa le ha robado el corazón. Iván se molestó tomando en serio la broma de Camil.—No mientas Camil eres una niña fea— atacó y Camil se entris
Narra Matías.Esos niños sacan lo mejor de mí. No sabía que había algo que me reconforte tanto como lo hacen ellos y que me hicieran olvidar por un momento el odio que aturde mi alma. Aunque sería un gran mentiroso si dijera que mientras más comparto con ellos mi rencor hacia su madre no aumenta. Es tanto el anhelo que siento de que hubieran sido míos, pero lo que no fue ya no será. Ese deseo loco e imposible por momentos me entorpece. Tengo claro que estoy siendo demasiado trágico, pero simplemente no puedo controlar sentirme de este modo, los celos y la envidia que siento no entienden de razones cuando se trata de esos morrillos porque, aunque tenga a Ignacia hay algo que no podré tener jamás, aparte de su amor."Un hijo con ella", con la única mujer que se ha clavado en mi alma como una puta espina que causa dolor y que es imposible de sacar.Pues, me toca aprender a ser conformista, algo que relativamente no va conmigo porque soy un ser demasiado posesivo y tal vez en ese err
Narra Matias.—¿Y para qué quiero yo algo parecido ni que te fuera a adoptar?, simplemente te estoy explicando la razón por la cual vas a perder cada extremidad de tu cuerpo, al mismo tiempo que Antonieta seguirá tomando de su aguardiente con las piernas bien abiertas, tomando el sol mientras tú lloras como una rata y mañana si le preguntan tu nombre probablemente ni lo recuerde —, tras terminar de hablar Tobías le aseguro la otra mano y le hice lo mismo a su otro pulgar.—¡Arriba esos pulgares! — a Tobías nunca le falta el sarcasmo, así que estaba creando chistes mientras El hombre llora ya con lágrimas y mocos; sin embargo, el cabrón levanta los dedos y le hace todo tipo de muecas y gestos. —¿Qué le dice el timbre al dedo? —pregunta muy serio y sé que saltará con una de las suyas.— ¡No me toques, que grito! — niego moviendo la cabeza para los lados y aunque quería mandarlo a callar ver como sus chistes enfurecen más al hombre de cierto modo me estaba ayudando. Puesto que mient
Narra Ignacia.—Creo que es por todo esto— no sabía qué más agregar, de modo que para evadir el tema le dije— a los niños les encanta pasar tiempo con usted— ella sonrió, dejándome ver que es mutuo el sentir.—Sí. Tenía tiempo que no compartía con niños, hacerlo me trajo buenos recuerdos. Me recordaron como Matías y Mauricio se enojaban por todo. Mi Mauricio, que era un niño justamente como Camil, se ofendía con facilidad, entonces Matías, que era noble; cariñoso, y muy bromista, le encantaba hacer enojar a su hermano — a medida que me comentaba se perdió en su propio mundo por unos segundos y luego continuó diciendo — eran tiempos tan bonitos, —soltó un suspiro profundo que transmitió su tristeza. Escucharla me hizo sentir miserable, a pesar de que se notaba que me contaba sin ningún motivo, solo quería compartir algo bonito, igual era un tormento para mí escucharla hablar de sus hijos.—Yo…, — quería agregar algo, una palabra de consuelo, pero las palabras no me salían, ni me encon