Desayuno en familia.

Narrador.

Luisa ya estaba quedando dormida cuando sintió unos toques suaves en la puerta, aturdida se paró de la cama suponiendo que se trataba de Iván en la puerta contigua y cuando verifico se dio cuenta de que Iván dormía.

—¿Qué buscas?— preguntó sin fijarse en los sudores y en cómo el cuerpo de Tobías temblaba, entonces cuando al fin lo vio hizo un sonido de asombro.

—Déjame estar a tu lado— pidió como niño necesitado.

—¿Estás loco?, no es debido, mira a Camil— señaló a la niña que dormía.

—Juro que no te tocaré con lujuria, no quiero estar solo, por favor.

Rogó juntando las dos manos, sentía miedo a caer en la tentación de ir tras su necesidad y sabía que con ella a su lado podía aplacar ese impulso tan infernal.

—Bien, pero vamos a acostarnos en el sofá— propuso ella cavilando en que no podía ir a dormir junto a Tobías a su habitación dejando a Camil sola, porque una cosa era perderse por dos horas y otra distinta era dejarla dormir sola una noche completa. Ella es muy responsa
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