Ariel conmovido ante su promesa y sinceridad, confirmando que no se había equivocado al abrirle su corazón a Camelia, apretó sus manos emocionado.— Haré lo mismo, Cami, lucharé para superar todo esto. Para enfrentarlos a ambos, sin permitir que nos separen. No me importa nada más, no me alejaré jamás de ti. Llegaste a mi vida para al fin hacerme desear salir del infierno en que estaba sumido. Gracias Cami, infinitas gracias.Camelia inició un beso suave que Ariel transformó en uno apasionado y demandante, repleto de promesas silenciosas y del profundo amor que florecía cada día más en su corazón. Al separarse, permanecieron con las frentes unidas, conscientes de haber dado un paso crucial hacia la construcción de una relación verdadera. Ambos estaban heridos, cargando traumas del pasado por superar. Habían emprendido un camino que ser&ia
Ariel avanza entre risas hacia Camelia, quien niega con la cabeza divertida. Cuando él se acerca, ella retrocede sin poder contener la risa al ver cómo se relame los labios con deseo.—Necesito ir al baño —dice Camelia girándose—. No me vayas a romper las bragas, que no tengo más aquí, y con este pantalón se notaría si no llevo ropa interior.—No me importa, irás en mi coche, ven aquí, Cami... —insiste Ariel con voz seductora.—¡Ja, ja, ja! Para ya, necesito hacer pis —pero se deja atrapar nuevamente entre sus brazos—. Por cierto, cariño, quería pedirte que me ayudes con la loca de Eleonor en el trabajo, que no se me acerque. No es que le tenga miedo, pero no quiero enfrenta
Es el primer día en que Camelia se dirigió a la empresa después de que saliera a la luz su compromiso con el gran jefe. Había decidido vestirse como antaño, lo que a Ariel le causa mucha gracia. Por ello, él también se ha puesto un jean y una camisa arremangada para estar acorde con ella.Llegan juntos en su auto, que se detiene justo frente a la entrada principal, a la hora en que saben que entra la mayor cantidad de empleados. Ariel se baja y da la vuelta para abrirle la puerta a Camelia, que espera pacientemente. La toma de la mano y así, avanzan sonrientes, saludando a todos, que los miraban entre sorprendidos y horrorizados. Entran al ascensor y se abrazan felices.—¿Viste que no fue tan terrible? —pregunta Ariel a Camelia, que aún tiembla, pero se mantiene firme.—¿Tenías que detenerte en medio de la entrada? Podríamos haber ido hasta el estacionami
Ariel no puede apartar su mirada del rostro radiante de Camelia. Viendo que ellas tienen mucho de qué hablar, decide retirarse a su oficina, no sin antes pedirles que se reúnan con él más tarde para comenzar con sus labores. Besa a Camelia en la mejilla, quien lo abraza agradeciendo nuevamente por traer a sus dos mejores amigos a su lado.—Vamos a trasladar tu escritorio al interior de mi oficina —propone ella entusiasmada, deseando trabajar juntas.—No, Lía, déjalo así, soy tu asistente —se opone Nadia—. Aunque pase todo el día contigo allá dentro, debemos seguir el protocolo. Además, mi puesto no está nada mal, todo está perfecto. Ahora entre a su oficina, jefa. ¿Desea algo, señorita?—Ja, ja, ja..., a mí me llamas como siempre —ríe Camelia divertida—. Solo cuando hay extraños te comportas como debes;
Todos observaron la entrada triunfal de la despampanante rubia Eleonor, que irrumpía sin permiso en la oficina, deteniéndose en seco al ver a Nadia, Ricardo y Camelia.—Oh, perdón Ari, no sabía que estabas reunido —dijo con voz melosa.—¿Qué quieres, Eleonor? —preguntó Ariel irritado mientras miraba a su secretaria—. Señorita Selma, haga lo que le pidió mi prometida.—¿Cómo vas a hacer eso? —protestó Eleonor, quien creía tener una carta de victoria cuando Enrique Mason la contactó para este plan—. ¡Esas bolsas son de Camelia!Eleonor habló frustrada al ver la reacción de él. Enrique y ella estaban convencidos de que Camelia no le había contado nada a Ariel. Y debido a su carácter, pensaban que no podría encontrar una excusa convincente para que su novio la creyera, sobre t
Los guardias de seguridad, cumpliendo las órdenes de Ariel, escoltaron a Eleonor fuera de la dirección y la acompañaron a su oficina. Posteriormente, la llevaron a gestionar su liquidación y la expulsaron del edificio. Eleonor no dejaba de maldecir y renegar mientras, con su caja de pertenencias en las manos, intentaba conseguir un taxi frente a la empresa. Un lujoso vehículo se detuvo ante ella, revelando a una sofisticada rubia en su interior.—¿Qué tal te fue? —preguntó la rubia, aunque la caja en manos de Eleonor lo decía todo.—¿No me ves? —respondió ella con amargura—. ¡Ariel no se creyó nada y acabó despidiéndome! Les advertí que no era un buen plan.—¿Y Camelia? ¿Se asustó? —insistió la rubia, como si el despido de Eleonor fuera irrelevante.&mdash
Camelia se observa en el espejo; se ha puesto un hermoso conjunto de pantalones, muy estilizado, con unos altos zapatos. Mira los hermosos aretes que le regaló su suegra; le gustan mucho. Toca con cuidado la cadena a juego que cuelga de su cuello. Se mira las largas uñas que Nadia le hizo colocar ayer. No se reconoce en esa joven estilizada que le devuelve el espejo.—Me encanta cómo te hicieron el cabello —dice Ariel, abrazándola por detrás. Y es que se lo cortó en capas, solo un poco, y ahora le cae como una cascada de ondas—. Quiero que a partir de ahora lo traigas así, si puedes; te ves preciosa, Cami.—¿De veras no cambié mucho? —pregunta ella, sin dejar de mirarse en el espejo, sin conocerse. —Esa loca de Nadia no se cansaba de decirle a la peluquera qué hacer. Creo que no me van a reconocer en el pueblo; debería ir con la misma ropa que uso siempre.—No, cariño, Marlon te quiere presentar —Ariel la giró despacio entre sus brazos para que ella lo mirara—. Ha ideado un gran plan;
Ariel siguió contando divertido que su hermano Marlon no era nada fácil; eran sus hermanos, pero tenía que reconocer que ni él ni Ismael se lo piensan dos veces para ajustar cuentas con alguien. —Antes les decía “El Padrino” a mi hermano Marlon y “Pistola” a Ismael, k, k, k… No me mires así; esos dos juntos son capaces de, si hacen algo a su propiedad, quemarla y abandonar el pueblo para darles una lección—dijo en tono divertido y serio a la vez.—¿En serio? ¿No lo dices para asustarme? —giró Camelia, asustada, para mirar a Ariel, que siguió riendo divertido, recordando a sus hermanos mayores.Luego, tratando de distraerla, comenzó a contarle cómo su padre, en su intento de ayudar a los más necesitados, había tenido la idea de instalar empresas en pequeños pueblos para mejorar la vida de los habitantes. Él nació de padres pobres y siempre tiene el instinto de ayudar a todos. Así, al instalar fábricas de materia prima, ayudaba a las personas.Aunque las intenciones del señor Rhys era