—¡Diablos, creo que nos metimos en la grande! —exclama Peter, al escuchar las palabras del hombre que acaba de ingresar al bar. —Dile a Brenda que venga a recibirme, ¡que aquí está su macho! —dice el hombre al cantinero. Ese individuo, por su apariencia y forma de vestir, se puede deducir muy fácilmente que es un narcotraficante. Los tatuajes en sus brazos, las cadenas de oro gruesas y fastuosas colgando de su cuello, los anillos en sus manos, su ropa costosa y su semblante frío y autoritario. La mirada cómplice entre el Uruguayo y el Francés hace que las palabras no sean necesarias; deben buscar a Patricio y sacarlo de inmediato del lugar, ya que su vida corre peligro. Llegaron a la recámara donde lo vieron ingresar con la mujer horas atrás; dos toques suaves no quieren llamar la atención. Al ver que el tiempo apremia y nadie abre, el Uruguayo lanza una patada rompiendo el cerrojo y permitiéndoles la entrada. La mujer, al escuchar el golpe de la puerta, abre los ojos y palide
…Minutos atrásPatricio no se siente confiado, las cosas nunca son tan fáciles, comienza a pensar. «Si él fuese el mafioso y tiene el presentimiento de que alguien estuvo con su mujer, movería piedra sobre piedra, si es necesario quemaría el lugar».—Peter, tenemos que salir de aquí, debe haber otra salida— dice el Escritor firmemente, mirando por la ventana el tejado de la casa vecina.—¡Te has enloquecido! Las hormigas o estar tantos días solo te fundió el cerebro —exclama con molestia Peter Pan.—Al quedarnos, colocamos en riesgo la vida de la mujer y seremos asesinados, por lo tanto, saltamos o morimos todos —el Francés analiza las palabras de Patricio y sabe que tiene razón, pero nadie les garantiza que saldrán ilesos, ya que es una distancia de más de dos metros.—¡Maldita sea! Odio que tengas razón, sabes que tienes que mover tu trasero y correr velozmente porque uno de los animales de allí abajo nos pueden matar si no es el frío del agua —el Alemán asiente—. Pequeño Juan toma
… Dos días después en Venezuela. Patricio decidió continuar con el reclutamiento de las escritoras, quiere agilizar esa parte para poder tomar la presidencia de la editorial. … En Alemania. —Montse, ¿estás segura de que es buena idea viajar a Venezuela? Mira que Harry Potter, ya no es el mismo hombre, ahora parece más Aquaman —Ella ríe ante el comentario de Sarah, quien buscaba sacarla de sus pensamientos. —Debo hacerlo, no soy una mujer que se esconda, aunque no sé qué haré si él no me da la oportunidad de aclararle las cosas —responde nerviosa jugando con una pluma pasándola por sus dedos. —Espero que los músculos no hayan terminado con su cerebro porque sería una lástima y ahí sí tendría que buscarle un sobrenombre despreciable —las palabras de la castaña hacen que Montse sonría. —¿Ya hablaste con Lukas de tu embarazo? —Creo que me olvidó, ya que no me ha llamado — menciona mordiendo su labio inferior. —¡Qué melodramática eres! Se fue tan solo hace unos días, a
… En Venezuela Patricio, sabe que ha llegado el tiempo de la verdad. Los documentos que tiene en sus manos le aseguran que llegó el momento de tener frente a frente a su benefactora. Muere por verla, no le hará preguntas por qué no le interesan para nada sus respuestas. Ha maquinado en su mente las posibles formas de asesinarla; sin embargo, no entiende por qué también sueña con envolverla entre sus brazos y colmarla de caricias hasta hacerla perder la razón gritando su nombre. Desde el instante en que estuvo con Brenda, ese instinto sexual de un depredador se ha despertado y sus pensamientos son acaparados por esa mujer a la que aborrece. Odia que su voz siempre esté ahí en su memoria, queriendo dominar su cuerpo. «¡Quién diablos se cree ella para venir a alterar su mundo, a cambiar su forma de pensar y de ver las cosas!». La odia como nunca lo ha hecho con ninguna persona. Los hombres del Francés, le han llevado un móvil, documentos de identificación y un arma, junto con ropa.
—¿Quién te dijo que podías besarme sin mi permiso? —Ese golpe solo ha hecho que su sangre hierva más e ignore el dolor… Mientras la presiona más contra su cuerpo y la puerta, inmovilizándola para evitar cualquier posible ataque nuevamente.—La misma persona que te dijo que podías meterte en mi vida y cambiarla—. El tono de voz de Patricio para nada es amigable, el hombre que tiene enfrente es un completo desconocido. Montse no logra ver rastros del poeta y escritor del que se enamoró; sin embargo, esta nueva versión la atrae demasiado.—¿Acaso…? —Monserrat no termina de cuestionar cuando el toque de la puerta la interrumpe. El ESCRITOR le roba nuevamente un beso al que ella corresponde; él sonríe de medio lado y se aleja regresando a sentarse en el sofá. Mientras Montse abre la puerta.Ingresan Peter pan y el Pequeño Juan, quienes disimulan la emoción de ver a su jefa.—¿No sabíamos que estabas aquí?—miente Peter, mirándolo a los ojos, ya que los gritos se escuchaban a través de la pu
—¡Montserrat! —grita Patricio, ya que ella aprovecha el momento en que él gira para devolver la botella al bar y sale sigilosamente de la habitación. —Te espero en el restaurante del hotel —responde Montse, entrando apresuradamente al ascensor para alejarse de ese hombre que la ve como presa y odiaría tener que lastimarlo. «Sí, hablarán, pero en un sitio neutral». Patricio sonríe, ya tendrán tiempo de arreglar cuentas; por el momento la dejará pensar que ganó. Minutos después están en el restaurante del hotel, solo se miran de reojo, el silencio es incómodo, pero ninguno lo quiere romper. Llega el mesero con la comida que anteriormente habían ordenado y comienzan a comer. Un alfiler podría caer y se lograría escuchar su sonido. Mientras están masticando los alimentos, se están analizando, pensando en el siguiente paso a dar. —¿Podemos hacer una tregua mientras visitamos a las escritoras? —pregunta Montse. Patricio levanta una de sus cejas. —No sabía que estábamos en guerr
—Amor, será nuestra primera noche juntos —le susurra Patricio soltando una pequeña carcajada. Mientras Montse rueda los ojos.—Mi vida, ¡mi amorcito precioso! —dice Montserrat de manera melosa, regalándole pequeños besos—. Hace muchos años no veo a Milca, me gustaría poder colocarnos al día… ¡Mi osito de melocotón! ¿Cierto que no te molestará dormir solito? Patricio la observa y piensa que «¡esa mujer empalagosa solo finge! Pero no quedará como un esposo posesivo y ella no siempre tendrá excusas». Sin embargo, él aprovecha su osadía para acercarla más a su cuerpo, besarla apasionadamente y robarle el aliento. Por instinto, sus manos se deslizan hasta la cadera de su socia, apretando con delicadeza su trasero. No contaba con que esa acción despertaría su entrepierna, generándole no solo un problema estético, sino también una necesidad urgente de poseerla.—Conchale chica —la voz de la Venezolana los aparta—. Estás segura de que quieres chismear conmigo… Por lo que acabo de ver, me d
—¡Montse, bella detente! —La cerveza no es jugo y te puede pegar tu prendidita —le advierte la Venezolana. Han pasado una tarde espléndida donde recorrieron el pueblo colonial y probaron la comida típica del lugar.—Milca, pero es que esta bebida está deliciosa, frente a este hermoso atardecer, esta gente tan maravillosa que te hace sentir en casa… ¡De verdad tienes un país muy lindo!—¡Ay! Ven para acá hermosa, te doy un abrazote… Mira a tu esposo, parece un niño pequeño, llevándoles agua a las perezosas y mirando las iguanas —menciona Milcaris, mientras lo miran y sonríen.—Chama, creo que tienes que sacarlo más seguido de casa y, si es porque te lo miran, deja de ser envidiosa que con una miradita no se te va a desgastar —. Manifiesta Mairu —Montse lo observa y se enternece, luego mira su reloj dándose cuenta de que ya se hizo tarde y lo mejor será buscar dónde pasar la noche.—Milca debemos buscar un hotel.—No, señoritas, qué hotel ni más faltaba, ustedes se quedan en mi casa, hu