—¡ja, ja, ja! Sabes, sobrino, me enamoré de tu madre la primera vez que la vi, junto al perro de tu padre. Ella era una mujer de luz, bella y con una sonrisa única. Pero se fijó en el hombre equivocado… Le ofrecí colocar el mundo a sus pies y la muy idiota me despreció argumentando que amaba a mi hermano… Su rechazo hizo que creciera en mí una gran obsesión —calla, buscando las palabras precisas para lastimarlo más—. Rebeca era una zorra que se vendió al mejor postor, una mujer ambiciosa que solo buscaba la fortuna y el status… Carlo niega con su cabeza, su amiga jamás se fijaría en alguien como él. Era la mujer más desinteresada que conocía. —Eres un maldito mentiroso, eso no es verdad, ¡profanas el nombre de una santa! —Grita Carlo, no permitirá que mancille el honor de su hermana del alma. —¡No me digas que también caites en sus encantos! —Ríe maliciosamente Belisario, sintiendo cómo los rostros de Patricio y Carlo se descomponen. —Mi madre era una dama, así que lo que salga d
—Gracias, cuida de Montse —dice EL ESCRITOR. Saliendo apresuradamente y con el alma desecha. Le pide al conductor de la camioneta que lo acerque al centro de la ciudad. Necesita con urgencia alejarse, son tantos los recuerdos que vienen a su mente: el amor incondicional de sus progenitores, los abrazos de su madre, las palabras de aliento de su padre. El día en que los dejó en el mausoleo de la familia, creyendo que allí yacían sus cuerpos. Sin darse cuenta, su rostro está humedecido por el torrente incontrolable de lágrimas que sus ojos brotan. Al estar en el centro de Berlín, baja del automóvil y comienza a caminar sin rumbo fijo; no logra sacar de su mente las palabras de Belisario. No puede dejar de pensar en el sufrimiento de sus padres. En lo dolorosos y humillantes que debieron ser los últimos días de sus vidas. «Si él hubiese sido un hombre más arriesgado, no un pedazo de m****a lleno de inseguridades, sus padres estarían con vida.» Se dice para sí mismo. Los reproches de s
—¡Patricio Reimann! —El solo hecho de que Montserrat lo llame por su nombre completo lo hace estremecerse. Sin embargo, prometió respetar la decisión que ella tome y solamente súplica en su interior que le permita ser parte de la vida de su hijo.—¡¿Dime?!—Son las únicas dos sílabas que logra de emitir. La mira con sus ojos llorosos y la tristeza en el alma. Hubiese querido evitarle tanto dolor, pero no quiere sostener una relación a base de mentiras.—¿Me amas? —pregunta Montse, mirándolo directamente a los ojos. Su voz es firme, aunque su corazón late temeroso. Solo necesita esa respuesta que definirá su decisión.—Te amo con el alma, eres mi luz y mi oscuridad —pronuncia, mostrando en sus ojos el amor que siente por ella. Se aproxima dando un paso y seca con pequeños besos sus mejillas humedecidas por las lágrimas—. Perdóname por hacerte llorar —susurra contra sus labios—. Sí, me das la oportunidad de estar a tu lado. Prometo protegerte con mi vida y nunca fallarte. —Te amo, Pat
La relación entre Montserrat y Patricio cada día está más fortalecida, el tiempo para la pasión y el amor siempre aparece. La oficina, la ducha, la cocina, la biblioteca, el jardín… Realmente cada lugar de su hogar ha sido testigo de su fogosidad. El pequeño Frederick Reimann Walton, está por venir al mundo. En la clínica, en la sala de partos, está una madre primeriza, experimentando el dolor de las fuertes contracciones. A pesar de ello, su ansiedad y anhelos profundos de tener en sus brazos a su pequeño, el fruto de su amor, la hacen resistir. La compañía del padre de su hijo le brinda la fuerza suficiente para soportar los dolorosos espasmos que amenazan con quebrar su voluntad.Patricio sostiene la mano de Montserrat, esa mujer que una vez más le demuestra lo valiente que es. En su rostro hay una tierna sonrisa que por segundos se interrumpe por la llegada de una nueva contracción, avisando que cada momento está más cerca el nacimiento de su primogénito.—Vamos, mamita, la dil
—¡Ay! ¡Ay! No te detengas —le grita Montse a su esposo con la respiración entrecortada mientras siente cómo las sensaciones se apoderan de su cuerpo. En esos fugaces encuentros, donde lo único que necesitan es un poco de privacidad, se entregan sin reservas, dejando que el deseo tome el control y sus almas se fundan en medio del desenfreno de la pasión.—Montserrat —llama Sarah a su puerta, pero no hay respuesta. Gira sobre sus tacones y se dirige al escritorio de la secretaria, Astrid—. ¿El señor Reimann está aquí? —La mujer sonrojada y con incomodidad, asiente, imaginándose la batalla candente que sus jefes deben tener. Hace unos meses insonorizaron la oficina, ya que los gritos de sus encuentros se escuchaban en todo el piso. —Creo que pronto veremos a otro, Reimann Walton —murmura Sarah, alejándose de la puerta. Le envía un mensaje a Montse."Me adelantaré para almorzar con mi esposo y luego iré al castillo para ultimar los detalles de la decoración de la boda. Puedes seguir cop
—Espero que ustedes tres dejen de comportarse como unos adolescentes inmaduros —Margaret, está furiosa y señala a su padre, a su abuelo y hermano. Quienes están muriendo de celos, su pequeña doctora ha caído en los brazos de Cupido. Ella es la más parecida a sus abuelas; por lo tanto, la niña de sus ojos y ese Uruguayo que en un principio les cayó bien lo han nombrado objetivo militar. —Marga, nena —pronuncia Kevin tratando de calmar el mal humor de su nieta mayor.—Abuelito precioso, sabes que te amo y te respeto muchísimo; sin embargo, Julio César es el hombre que mi corazón eligió—. Kevin respira profundo, quiere hablar, pero su hijo Christopher toma la palabra.—Mi amor, ¿estás segura de que el Uruguayo es el hombre que te hace feliz? —pregunta Chris, esperando ver alguna duda en su hija. Ella es quien siempre ha estado más cerca de sus padres. A sus 27 años, aún vive en su hogar, lo cual no le impide ser una mujer independiente. Tiene su carrera de medicina, dos especializacion
Capitulo 67—Señor Montiel y señora Scott, quiero pedir la mano de su hija… Mi pequeña Doctora. Mi preciosa mujer —menciona Julio César arrodillándose ante ella, sonriendo nerviosamente—. Ella quedó sorprendida al verlo allí, con una cajita de terciopelo abierta, mostrando un hermoso anillo de compromiso con un diamante púrpura en el centro—. ¿Sabes qué te amo? —susurra tomando su mano con amor—. Con tu terquedad y ternura me robaste el corazón. Le diste luz a mi oscuridad y una razón por la cual vivir —el salón ha quedado en completo silencio. Christopher abraza a su esposa. El brillo de los ojos de su yerno refleja las lágrimas que lucha por contener. —La decisión es de mi princesa —manifiesta el padre, orgulloso de su hija, acercándose y brindándole un cálido beso en la frente.—¡Oh, por Dios! — exclama Margaret, llevándose una mano a la boca, mientras las lágrimas brotan incontrolables de sus ojos, ante la emoción. —No puedo vivir sin ti, trajiste luz a mi vida. ¿Quieres ser
Una hora y media los hombres tienen ubicadas a sus astutas mujeres, las cuales no salieron del castillo, simplemente se fueron a uno de los salones más alejados. Los hombres les han dado 15 minutos más porque las quieren devorar y agradecen que la boda al final sea un evento privado y familiar, ya que no saben la hora que se llevará a cabo.Cada uno de los caballeros se ducha, perfuma y coloca ropa muy seductora. Kevin va por su botella de whisky, necesita dos copitas de su receta secreta, su Pelirroja sabrá que es enfurecer a un macho alfa, vieja la cédula y el cascarón porque él tiene mucho vigor para que su mujer no duerma durante toda la noche solo que se va a asegurar que su amigo responda como debe ser.Al buscar y escarbar dentro de sus cosas no la encuentra, pero sobre la mesa observa que hay una nota: «Abelito precioso, no te vayas a enfadar, pero cuando subimos por tus anteojos vimos la botella de whisky, así que decidimos probar un poquito; sin embargo, fuimos descubiertas