¡vamos, mamita!

La relación entre Montserrat y Patricio cada día está más fortalecida, el tiempo para la pasión y el amor siempre aparece. La oficina, la ducha, la cocina, la biblioteca, el jardín… Realmente cada lugar de su hogar ha sido testigo de su fogosidad.

El pequeño Frederick Reimann Walton, está por venir al mundo.

En la clínica, en la sala de partos, está una madre primeriza, experimentando el dolor de las fuertes contracciones. A pesar de ello, su ansiedad y anhelos profundos de tener en sus brazos a su pequeño, el fruto de su amor, la hacen resistir. La compañía del padre de su hijo le brinda la fuerza suficiente para soportar los dolorosos espasmos que amenazan con quebrar su voluntad.

Patricio sostiene la mano de Montserrat, esa mujer que una vez más le demuestra lo valiente que es. En su rostro hay una tierna sonrisa que por segundos se interrumpe por la llegada de una nueva contracción, avisando que cada momento está más cerca el nacimiento de su primogénito.

—Vamos, mamita, la dil
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