EL VIAJE.
Italia...
—¿Qué piensas hacer ahora? Esta noticia puede convertirse en un problema grave en este preciso momento.
—No lo he pensado bien Alan.
—Tenemos que actuar rápido. Debes hacer que Mónica termine de firmar el divorcio. Antes de que todos se enteren que el hijo que está esperando Diana es tuyo.
—Realmente no deseo otra cosa más que eso y casarme con ella.
Alan se echó a reír.
—Al parecer sientes algo más que un revolcón por ella.
Ian miró por la gran ventana de la habitación del hotel en Roma. Suspiró y se giró para enfrentar a su amigo.
—No voy a negarlo. Siempre he tenido sentimientos hacía ella. Las cosas pasaron de una manera muy extraña, pero ahora estoy dispuesto a luchar por ella.
El toque en la puer
EL ANHELO.Diana se despertó con el roce de unos labios sobre los suyos. Era el toque más sutil y más ligero que una pluma, pero cálidos como una brisa de verano. Si eso era un sueño, no quería despertar. Tampoco necesitaba saber quién era el dueño de esos labios carnosos, delineados y masculinos.—Ian… —pronunció el nombre con un débil susurro y luego extendió los brazos para enroscar las manos alrededor de su cuello y así poder acercarlo más a ella. Pudo saborear el toque del whisky en los labios y un pequeño toque de menta en su lengua.Sólo había degustado sus besos una vez, pero jamás lo había olvidado. Ella quería más, frotaba sus pechos ahora más sensibles por el embarazo contra el firme pecho masculino. No sabía que estaba pasando con su cuerpo. É
LA RAZÓN.Él caminó hasta la cama, y se metió en ella sin importar las palabras anteriores. La agarró del brazo y se abrazó a su cuerpo desde atrás.—Ian por favor. Así no podré dormir —se removió un poco y su voz era tímida.—Quiero pensar que son las hormonas del embarazo las que te tienen así —se volteó y colocó sus manos detrás de la cabeza mirando el blanco techo. Suspiró—. Recuerdo que fueron muchas las noches que dormimos juntos. Tú con la cabeza sobre mi pecho en el sofá de tu habitación viendo películas.—Eso era cuando estábamos en la universidad, y por lo general era cuando algún estúpido me pedía una cita para luego dejarme plantada.Ian sonrió, recordando cada uno de esos episodios. Era hora de con
LA DISCUSIÓN.Todo el personal de la oficina observó detenidamente cuando llegó con Diana a la empresa. Murmullos, y bajos comentarios se escuchaban a sus espaldas. Ian decidió hacer la reunión en ese mismo momento, para que los empleados dejaran de hacerlo. Le molestaba ver el rostro de ella preocupada.La reunión solo duró cuarenta y dos minutos, lo indispensable para dejar claro que Diana seguía siendo la coordinadora del proyecto. Lo que hizo que se escuchara en la sala una fuerte cantidad de susurros apenas audibles con comentarios malintencionados, todo el personal quedó en silencio cuando dio la última información que ella estaba bajo su protección.Ian apenas se había sentado en su escritorio, cuando la puerta se abrió de un solo golpe.—¿En qué coño estabas pensando?Sin levantar la mirada al reci&ea
LA FURIA.Ella no sabía cómo actuar. La oficina estaba siendo destrozada por ellos. Así que no se le ocurrió otra cosa que meterse entre ambos hombres para tratar de dejar que siguieran peleando. Diana no lo vio venir, tampoco Ian tuvo tiempo de hacer algo. Cuando Andrew le estampó un puño en el rostro de ella que la desmayó.—¡Diana! —gritó Ian— ¡Maldita sea! —miró a Andrew—. Ahora sí que la jodiste. ¡Cabrón!.Se volvió hasta el hombre y le propinó una golpiza que lo dejó inconsciente. Se acercó a Diana que aún estaba desmayada. Fue entonces cuando observó que Daren estaba en la puerta.—¿Qué ha sucedido aquí? —preguntó un poco alarmado cuando vio a Diana y Andrew desmayados en el suelo.—El cabrón de
LA AMENZA. Diana iba en el automóvil con Mark. —No se preocupe, señora. Ian saldrá bien de todo esto —el guardaespaldas de Ian estaba tratando de confortarla. Ella suspiró, lo menos que quería que él tuviese un lío legal por su culpa. Colocó las manos en su vientre. —Gracias, Mark —dijo—. Volvamos a la empresa. El chófer negó con la cabeza. —Lamentablemente no puede ir allá, señorita. Ian me dio orden específica de llevarla directamente al ático. Diana no estaba de acuerdo con lo que había dicho. Iba a contestarle cuando sonó su teléfono celular en su bolso, frunció el ceño al contestar. —¿Estás bien? —Esa voz la conocía muy bien. —¿Cómo conseguiste mi número telefónico? —Diana al salir de Miami, lo primero que hizo fue cambiarlo. —Eso no importa, querida. —¿Qué demonios quieres Andrew? —Lo único que quiero saber es si estás bien. —Con un golpe en e
LA VISITA.A veces las personas tenían reacciones extrañas. Se dijo Ian. Después de que Andrew le había hecho una denuncia por los cargos de agresión física estaba en la sala de su casa. ¿Cómo tenía el descaro de presentarse como si no hubiese pasado nada entre ellos? ¿Cómo si no le hubiera denunciado por agresión en la policía?Cuando Mark le avisó de su llegada tenía ganas de partirle la cara, pero la presencia de Diana hacía que se frenara. Tal vez lo mejor sería que se enterara de una vez de su relación con ella, que supiera que él, era el padre de su hijo, pero estaba muy seguro que no contaría con la aprobación de Diana.—¿Qué haces aquí? —preguntó inmediatamente cuando lo vio.—Necesito que me digas en dónde está D
LA INFORMACIÓN.Debía de decirle lo que había pasado.—Yo rompí mi compromiso con él; al encontrarlo en su apartamento con Amanda —suspiró—, pero luego decidí mandarlo a la mierda cuando me enteré de que me había sido infiel con ella durante siete meses.—¿Tanto tiempo? —preguntó un poco sorprendido, porque ni él lo sabía.—Sabes que él no maneja bien el hecho que le nieguen las cosas. Una noche fue a mi casa y como no le abrí la puerta para dejarlo entrar. — Pensaba muy bien lo que iba a decir conocía del carácter de Ian —lo hizo a la fuerza rompiendo la puerta y destrozó todo el lugar.Ahora fue Ian quien le apartó un poco, para que ambos quedaran sentados en la cama y pudiese contarle mejor lo sucedido.—¿Por qu&eacut
EL AMANECER. Diana se despertó sintiendo un cuerpo caliente que se pegaba a su espalda. Se removió un poco y pudo sentir como algunos músculos de su cuerpo protestaban así también como su vejiga que le hizo despertarse y abrir muy bien los ojos. Lo que había pasado la noche anterior, cambiaba el rumbo de las cosas. Se movió despacio, para salir de la cama, no quería despertar a Ian. Aunque sabía que sería caso perdido una vez que las náuseas matutinas hicieran acto de presencia. Llegó hasta el cuarto de baño. Hasta el momento todo estaba normal. Se apoyó en el lavamanos y se lavó la cara. Miró su reflejo en el espejo y vio algo diferente en el. No podía mentirle, había tenido sexo. El cabello despeinado. Los labios hinchados, se acercó un poco más. Tenía un chupetón en el medio de sus pechos. Ian la había tomado dulcemente, pero había dejado huella de su posesión. Se lavó la cara y se aseó un poco. Al parecer esa mañana