LA INFORMACIÓN.
Debía de decirle lo que había pasado.
—Yo rompí mi compromiso con él; al encontrarlo en su apartamento con Amanda —suspiró—, pero luego decidí mandarlo a la mierda cuando me enteré de que me había sido infiel con ella durante siete meses.
—¿Tanto tiempo? —preguntó un poco sorprendido, porque ni él lo sabía.
—Sabes que él no maneja bien el hecho que le nieguen las cosas. Una noche fue a mi casa y como no le abrí la puerta para dejarlo entrar. — Pensaba muy bien lo que iba a decir conocía del carácter de Ian —lo hizo a la fuerza rompiendo la puerta y destrozó todo el lugar.
Ahora fue Ian quien le apartó un poco, para que ambos quedaran sentados en la cama y pudiese contarle mejor lo sucedido.
—¿Por qu&eacut
EL AMANECER. Diana se despertó sintiendo un cuerpo caliente que se pegaba a su espalda. Se removió un poco y pudo sentir como algunos músculos de su cuerpo protestaban así también como su vejiga que le hizo despertarse y abrir muy bien los ojos. Lo que había pasado la noche anterior, cambiaba el rumbo de las cosas. Se movió despacio, para salir de la cama, no quería despertar a Ian. Aunque sabía que sería caso perdido una vez que las náuseas matutinas hicieran acto de presencia. Llegó hasta el cuarto de baño. Hasta el momento todo estaba normal. Se apoyó en el lavamanos y se lavó la cara. Miró su reflejo en el espejo y vio algo diferente en el. No podía mentirle, había tenido sexo. El cabello despeinado. Los labios hinchados, se acercó un poco más. Tenía un chupetón en el medio de sus pechos. Ian la había tomado dulcemente, pero había dejado huella de su posesión. Se lavó la cara y se aseó un poco. Al parecer esa mañana
BAJO SOSPECHA.Estaba a favor de ésta nueva actitud de Diana. Pero no confiaba en Andrew. Sabía que iba a hacer algo para borrar ese optimismo de ella. Llegaron al edificio de la empresa. Estaban llegando al sótano. Ian tomó la mano de Diana.—¿Estás segura de esto? —preguntó por cuarta vez.Ella asintió. —Lo estoy Ian, —suspiró— lo que pasó ayer no volverá a ocurrir. No aceptaré más abusos por parte de Andrew.—Me parece la decisión correcta —no se atrevía a preguntar acerca de lo que había sucedido con ellos. La verdad era que le espantaba un poco saber la respuesta. Aunque eso no afectaba su buen humor. Le sentaba muy bien el saber que Diana y él estaban en sintonía.Bajaron del automóvil, de la manera más casual. No dejaba de sentirse
LA PROPUESTA.Ese hombre no tenía nada de tacto para decir las cosas. Ian le había dicho que se casarían. No fue una pregunta. Mucho menos una propuesta de matrimonio romántica, digno de una novela de Hollywood.—Estás muy pálida. ¿Te sientes bien? —preguntó frunciendo el ceño.—Es que ni siquiera me has preguntado si quiero casarme contigo —le miró un poco furiosa.—Es cierto, —sonrió arrogante— no te lo estoy pidiendo. Te lo estoy informando.—¿Alguna vez pides las cosas con un por favor al final?—Sólo cuando es necesario —se estaba divirtiendo al ver su rostro ؙ—la envolvió en sus fuertes brazos.—Ian... esa decisión es muy apresurada.Cubrió los labios con los suyos y permitió que el calor de aquel beso l
LA SORPRESAEl camino se recorrió en silencio. Cuando entró al ático. Suspiró. Sentía que verdaderamente era su hogar. No por la comodidad y las hermosas vistas. Era simplemente porque Ian estaba ahí.Lo primero que hizo fue buscar a Ian en su despacho. Necesitaba verlo y quedarse por un buen rato entre sus brazos. Rodeada de aquel calor que le decía que estaba segura. Él no estaba.Fue a la habitación que estaban compartiendo como una pareja consolidada y casi se le salen los ojos al verlo como se colocaba el pantalón de chándal que usaba para dormir. La vio reflejada en el espejo y le sonrió.—¿Cómo te fue? —preguntó de manera casual.Caminó hasta donde estaba y lo abrazó. Él la besó y sintió como si todos los problemas hubiesen desaparecido y solo existieran ellos e
EL RECONOCIMIENTOUn cuerpo caliente pegado al suyo, despertó a Ian al día siguiente, junto a unas piernas torneadas enrolladas con las de él. El cabello espeso sobre su pecho y la mano entrelazada con la sábana envolviendo sus extremidades. Es su pecho los latidos de su corazón comenzaban a latir rápidamente.Ya no era una fantasía. Diana Miller muy pronto sería suya y con el título de propiedad incluido. Ella se removió y él solo pudo apretar los dientes, pues inconscientemente rozaba su erección matutina.Ian comenzó a acariciar su espalda. Los párpados de Diana se removieron lentamente hasta que sus ojos se abrieron. Cuando se encontró con su mirada, ambos sonrieron como un par de tontos.—Buenos días —dijo él sin dejar de sonreír.—Hola —respondió ella t&iacu
LA VERDAD—¿De qué se supone que estás hablando esta vez? —preguntó calmado.—Ese siempre fue tu plan. ¿Cierto?—No sé de qué estás hablando. Tampoco sé la razón por la cual entras a mi oficina de esta manera.—Tengo derecho soy tu...—N-A-D-A. Mónica. No somos nada.Con los ojos inyectados en sangre por la rabia. Mónica lo miraba fijamente sin decir una palabra.—Esto ha sido un completo error —Mónica cambió el tono de voz y se acercó un poco a él pero no se lo permitió—. No estamos separados Ian. Lo nuestro es para siempre —repetía mientras se jalaba un poco los cabellos histérica.En ese momento hizo su aparición Diana en la oficina distraída hablando por su teléfono celular y se qued
EL SECUESTROSentada en el recibidor de su oficina verificando unos planos, días después, todavía Diana se preguntaba de dónde había sacado el valor para enfrentarse a todos y decir de una vez la verdad. Con el escándalo que había hecho Mónica todo el mundo lo sabía. Cuando salió esa mañana de la oficina todo el personal de la empresa la miraba y hablaba de ella cuando daba la espalda. Sin embargo; Karla se encargaba de defenderla delante de todos.Ojalá y tuviese el temple de Ian, quien le seguía diciendo que no hiciera caso. Que no importaba lo que pensaran los demás. Ellos eran los únicos que necesitaban saber qué había pasado realmente, y al igual que él, también estaba un poco cansada de ocultar a todos sus sentimientos hacía él. De ninguno de los sabía absolutamente nada. Mó
LA TRAGEDIA—¿Dime en dónde está? —exigió Ian a Andrew entrando a su apartamento.—¡Suéltame, maldito bastardo! —dijo zafándose de su agarre.—Si no me dices en dónde tienen a Diana, y a mi hijo iré a la policía. Tienen en su cargo de conciencia la muerte de Mark.Andrew abrió los ojos.—¿Mark está muerto? —preguntó sorprendido.—¡Vamos Andrew! Ahora me dirás que no lo sabías. Cuando estoy seguro que has sido tú quien planificó todo esto.—No —negó firmemente la cabeza —. Yo no he hecho nada.Cuando Ian miró a su alrededor pudo ver que Andrew a lo mejor no había podido planificar nada. Habían botellas de whisky tirados por todo el suelo de la sala y lo menos que le sorpr