CAPÍTULO 8

LA RAZÓN.

Él caminó hasta la cama, y se metió en ella sin importar las palabras anteriores. La agarró del brazo y se abrazó a su cuerpo desde atrás.

—Ian por favor. Así no podré dormir —se removió un poco y su voz era tímida.

—Quiero pensar que son las hormonas del embarazo las que te tienen así —se volteó y colocó sus manos detrás de la cabeza mirando el blanco techo. Suspiró—. Recuerdo que fueron muchas las noches que dormimos juntos. Tú con la cabeza sobre mi pecho en el sofá de tu habitación viendo películas.

—Eso era cuando estábamos en la universidad, y por lo general era cuando algún estúpido me pedía una cita para luego dejarme plantada.

Ian sonrió, recordando cada uno de esos episodios. Era hora de con

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