EL DOLOR DE TU DESAMOR
EL DOLOR DE TU DESAMOR
Por: Tsukimorikan
Desesperación...

Sufrimiento…

Eso sentían Adriana y su hermana menor Kala, al ver a Miranda en cama conectada a un respirador, el cáncer ha hecho estragos y ellas ya no tienen como costear el costoso tratamiento, si la joven permanece en el hospital simplemente es por caridad, pero les han dejado en claro a las hermanas que si no pagan las facturas que tienen pendientes Miranda será sacada del hospital.

Ellas están desesperadas, hace unos años quedaron huérfanas, sus padres murieron en un misterioso accidente de auto, que nunca fue esclarecido, y aunque heredaron una verdadera fortuna, Miranda fue diagnosticada con cáncer pulmonar etapa 3, aunque se sometiera a un rudo tratamiento y entrara en remisión en su momento, el cáncer reapareció con metástasis en el aparato reproductor de la joven, y aunque Adriana intentara recurrir a las amistades de sus padres los Hansen, Eduard se negó a ayudar, todo por la mala reputación de la muchacha.

-¿Crees que te voy a ayudar? ¡debes estar bromeando!

-Senior Hansen…por favor, Miri…

- ¡Me importa muy poco esa joven! – asustando a la joven

-Por favor, puedo devolverle el dinero, con intereses si usted quiere, solo ayúdeme no quiero perder a Miri, ya perdí a mis padres…

- ¡Menos mal Grace y Jeffrey están muertos! ¡así no vieron a la desvergonzada hija que tuvieron! ¡te ayudé a conseguir un matrimonio de primera! ¡con Roger Pedersen! ¡el joven más rico del país, él te iba a dar un nombre! ¡y lo arruinaste!

Adriana baja su cabecita y muerde su labio…desde que terminó y en tan malos términos con ese hombre todo en su vida se ha ido a pique…

-Mis padres aún estaban vivos senior Hansen, además…ese matrimonio…

-Ese matrimonio fue concretado por sus madres, es verdad…pero yo era quien debía vigilar tu comportamiento, no solo fuiste una zorra desvergonzada, ¡te revolcaste con el primo de Roger!

- ¡Basta! – dejando sorprendido al hombre – ¡si no quiere ayudarme no lo haga! ¡pero usted no tiene derecho de acusarme! ¡no lo tiene! ¡viejo barba de chivo!

Y así Adriana se marcha…dejando al hombre evidentemente sorprendido…

-Tío, ¿Por qué te negaste?

-Porque ella no merece nada…

-Tío, Miranda es mi…

- ¡Ni soñando! ¡ustedes no emparentarán con esa familia! ¡ninguna de esas jóvenes es digna!

Ambos hermanos Hansen fruncen el ceño, es claro que por primera vez van a desobedecer a su tío, así que ambos se dirigen al hospital para ver a Miranda…

Mientras en el estacionamiento, Adriana solo puede llorar, no sabe qué más hacer, su hermana morirá si ella no consigue el dinero para el tratamiento, le gustaría hablar con los hermanos Hansen, pero sabe que Eduard primero enviará a sus sobrinos lejos, para que estén lejos de ellas…hasta que ve una revista en el suelo y se sorprende al ver que Roger Pedersen, su ex…estaba en la ciudad de Dublín dado que estaba por abrir una nueva sucursal de la empresa de su familia, así que lo piensa por un segundo y se arma de valor, para ir a la oficina del hombre y encararlo con lo único que puede ofrecerle; su empresa y ella misma…

Así que la joven usa el último dinero que le queda para ir hacia la enorme industria Pedersen, y pide a la secretaria de Roger que la anuncie – señor Pedersen, espero no estar interrumpiendo

-Dije que no quería ser molestado ¿Qué pasa?

-Una joven de nombre Adriana Davies pide verlo ¿Qué le digo?

- ¿Adriana Davies?

Aquel nombre, que le causaba ternura y una furia desenfrenada, pensó que no volvería a saber de esa zorra desvergonzada después de la humillación que le causó diez años atrás, volvió a estremecerse como aquella vez, cuando le dijeran que su otrora novia le había sido infiel, y con su propio primo, al que le costó perdonar, pero lo hizo por ser familia, pero a esa mujer ¿perdonar a esa zorra? ¡jamás! Se colocó de pie, haciendo que sus socios igualmente lo hicieran, se acercó al enorme ventanal y pensó en que Eduard quien era el tutor de las hermanas Davies, recordó cuando le dijo que esa humillación nunca la perdonaría y era verdad…se supone Eduard es un hombre de palabra.

Inclusive el solo pensar en aquella humillación que había sufrido al verse encarado con el hecho de que su prometida, la cual pregonaba de castidad e inocencia cuando bien pudiera, había seducido y emborrachado al imbécil de su primo, para divertirse los dos en la cama del hombre…era simplemente asqueroso, realmente el solo recordarlo le hacía lamentarse no haber tenido la oportunidad de castigarla de forma apropiada.

-Amo Pedersen…

Roger se giró un brillo malicioso estaba presente en su mirada.

-Dile que espere, estoy muy ocupado

- ¿A qué hora le digo a la señorita que lo verá?

-Que espere…no tengo tiempo para lidiar con zorras como ella

Pasó la hora del almuerzo, empezaba a caer la tarde, Adriana era perfectamente consciente de que todos los que pasaban a su lado la miraban de forma sospechosa, pero ella mantuvo su cabeza alta, fingiendo indiferencia. Había logrado entrar y tenía que aprovechar la oportunidad, se supone que Roger no se ha negado a verla, tenía que tragarse el orgullo, pensar en su hermana y también en Kala quien había empezado a cometer pequeños robos solo para ir pagando las cuentas del hospital…

Pero justo antes de las cuatro, la secretaria se acerca a Adriana y le informó.

-El amo Pedersen ha abandonado el edificio, señorita Davies 

La dulce joven se puso pálida, quería protestar por el hecho de que le hicieron esperar durante todo el día, pero llega un mensaje a su celular y el número claro que lo conoce bien, así que simplemente se marcha, rumbo a la estación de policía, pues de nuevo han arrestado a su hermana menor.

Pero estaba decidida, si tenía que ir todos los días a la empresa lo haría, sus hermanas la necesitan, tiene que tragarse el orgullo.

De camino hacia la comisaría, pensó que Roger ya no era el guapo hombre joven del que una vez se había enamorado. Ahora era todo un hombre maduro, buen mozo que seguramente ha llevado a varias mujeres y jóvenes a su lecho…aquel hombre debe odiarla tanto que le había dejado concebir una esperanza, eso en verdad era muy cruel de parte del hombre, pero ella debería haber estado preparada para esa jugada sucia.

Al llegar el comandante de la estación Christian Anderson la recibe con una sonrisa, y la conduce hacia la celda donde su hermana está.

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