Condiciones...

-Esa noche, en el departamento…puede ser que me vieras follando con otra joven – viendo como la joven frunce el ceño – espero que no te esté avergonzando con este recuerdo infantil

- ¿Por qué tendría que avergonzarme?

-Entonces deja que llegue al fondo del asunto, dado que está picando mi curiosidad ahora – dando un sorbo a su ron – ¿te fuiste con Félix a mi cama porque estabas borracha y molesta por lo que pensaste haber visto, y él se aprovechó de tu estado? ¿o quizás?

Adriana miró fijamente la lámpara de la mesa, estaba llena de rabia y resentimiento en contra de toda aquella m*****a familia en especial de esa m*****a mujer que dijo ser su amiga y el primo de Roger, vivió una pesadilla después de esos malditos eventos, todos la señalaban con el dedo, a ella y a sus hermanas como si estas tuvieran la culpa, aunque sus padres le decía que no le diera importancia a aquello simplemente no podía, Klaus; el padre de Roger movió todos sus contactos para arruinar a su familia, y eso nunca podría perdonarlo, porque por su culpa sus padres tuvieron que hacer ese viaje, por su culpa sus padres tuvieron ese accidente, por su culpa sus hermanas y ella eran huérfanas.

¿Por qué iba a admitir todas las agonías por las que él la había hecho pasar esa noche? ¿Por qué humillarse así misma dándole gusto a ese hombre? ¡¿Por qué no fue capaz decirle esas dudas en su momento?! Miranda tiene razón, ese maldito hombre no es más que un sapo, con aires de grandeza…

-¿O qué?

-O…¿simplemente te fuiste con Félix a mi cama porque no te iban a ver o porque?

- ¡Lo hice porque me dio la m*****a gana! – exclamo ella desafiante y harta de su m*****a actitud pedante

Roger apenas pudo observarla.

-¡Solo estás jugando conmigo, para calmar tu maldito orgullo! – dijo ella sin importarle nada – es claro que dirás que no, por supuesto ¡no sé para qué perdí el tiempo viviendo acá!

-Porque estás desesperada – dejando su vaso en la mesa y cruzándose de brazos, mostrando una arrogancia propia de esa m*****a familia

-Bien, entonces ¿Por qué no te limitas a decirme que no? – diciendo ella, perdiendo la poca paciencia que le quedaba y levantándose del sofá

Roger igualmente se levantó.

-No es necesario ponerse así, Adri ¿Por qué no dejas ese bolso y te vuelves a sentar?

Su rostro estaba lleno de indignación si pudiera ya hubiera matado a ese hombre.

Se sentía sofocada por ese abrigo, pero se cruzó de brazos, cosa que divirtió a Roger.

-¿Qué te parece tan divertido?

-Siempre parecías tan tranquila, pero ahora…estoy viendo a la verdadera Adriana, airada, terca e implacable

-Estas no son circunstancias normales, no presumas que me conoces ¡porque no sabes nada de mí!

-Pero si no aceptas la carta que he puesto en la mesa, yo romperé la baraja, y créeme no te gustará cuando lo haga – dijo Roger con un tono suave.

Adriana se dio cuenta hasta ese momento de que ella tampoco conocía a Roger. Él como todo un caballero extendió la mano, y ella se quitó por fin el abrigo y se lo arrojó, dejando ver un sencillo vestido, que agradó al hombre.

-Siempre te ha encantado humillar a los que no pueden contigo, ¿no es así? Tengo que recordarlo a futuro

Roger ignoró ese comentario dejó en abrigo en una silla, y luego ofreció asiento a la joven.

-Ahora toma asiento para que puedas escuchar de mis condiciones para este matrimonio

Adriana quedó en shock, y con sus ojitos claros muy abiertos.

-Sí, lo que quieres está a tu alcance, pero puede que no quieras pagar el precio que te pido

- ¿Precio?

-Todo lo mejor tiene un precio, ¿o es que todavía no lo sabes?

Confundida por ese hecho, de que él fuera a aceptar…Adriana quedó en silencio, no sabía qué responder

-Estás extrañada…cosa que me sorprende – admitió él con franqueza – la semana pasada parecías muy confiada en poder lograr que yo accediera

-Tú no me animaste mucho…no vi ganas de tu parte, además de que odias a Miri…

-Me he pensado mucho tu proposición, tengo que advertirte que soy implacable cuando de negocios se trata y sí tienes razón no soporto a ese desastre de persona

-Dime algo que no sepa – girando su rostro

-Tengo un par de condiciones que las que vas a tener que acceder, y en este caso no hay posibilidad de negociación alguna

-Dime ¿Qué quieres? – dijo Adriana con un lindo brillo de esperanza en sus ojitos

-Firmarás un acuerdo prenupcial

-Por supuesto

-Me darás un poder cediendo todas tus pertenencias

-Claro…

-Te daré algo parecido a un sueldo, así que no tendrás que pedir nada a nadie

- ¿Eh?

-Tendrás que confiar en mí…

-Bien, mientras pueda pagar el tratamiento de Miri y darle una casa decente a mis hermanas

- ¿Y la mansión de los Davies?

-Vendida…

-Bien, naturalmente no permitiré que tus hermanas sufran de alguna manera – mirando hacia la joven – estuve investigando, y es verdad lo que dijiste de ese desastre ambulante

- ¿Eh?

-Así que descuida, desde mañana los gastos de ese problema con pies corren por mi cuenta – viendo una enorme felicidad en los ojitos de la joven – trataré a tus hermanas como parte de mi familia desde luego

Aquella oferta era más que generosa, Adriana quedó impresionada, pero agradeciendo desde el fondo de su corazón.

-Yo nací en Suiza, aunque sea hijo de padres irlandeses…pero tal parece que los Davies no te supieron criar, ¿crees que no lo sé? ¿Qué tú eres una hija nacida fuera del matrimonio? – Adriana quedó en shock

-Yo…yo lo sé…

-No…no lo sabes, ni siquiera eres hija de Jeffrey, él te aceptó por buen corazón, como aceptó al demonio de Miranda, se ve que no te educaron para ser una mujer digna, los hombres irlandeses valoramos la virtud de una mujer y tú al igual que tu madre no supieron llevar eso con rectitud

-Nos estamos saliendo de tema – dijo ella tratando de tragarse su dolor, cómo se ve que Roger solo sabe lo que le conviene – ¿Qué decías acerca de que tengo que darte todo?

-Eso no es negociable, se supone habías aceptado

-Era para volver al tema que nos incumbe a los dos, además no me importa el dinero

- ¿Crees que no te conozco? Sé lo codiciosa y avara que puedes ser…Tamara me lo dijo

Adriana frunce el ceño en el acto.

-Solo diré esto Roger, vuelves a nombrarla y me voy…y no me importará nada más ¿te quedó claro?

-No me amenaces…

-Entonces no me nombres a esa mujer

Él miró su reloj y luego volvió su vista a ella.

-Esto está andando muy lento, Adri ¿me vas a dejar continuar?

Ella simplemente asintió.

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