Casi al terminar don José le preguntó a Daniel. “¿Cuántos años tienes?”.
Daniel contestó. “Veinticuatro”.
Don José sonrió, era muy joven y se notaban los deseos de aprender. ¿De dónde me dijiste que venías?
Daniel miró al hombre mayor. “De USA”.
“Tienes familia que dejaste allá?”.
Daniel agacho su mirada a la caída y tomó un trozo para comer. “No”.
Don José terminó el interrogatorio y al final le preguntó. “¿Cuándo puedes empezar?”.
Daniel lo miró y le dijo. “Después de encontrar un lugar donde vivir, estaré puntual aquí”.
Don José amablemente negó. “No tienes por qué buscar un lugar, aquí en la azotea tengo un cuarto libre, es solo darle limpieza y estará listo”.
Daniel le dijo. “No quiero incomodarlos”.
Don José miró a su hija y le explicó a Daniel. “Solo somos mi hija y yo, ella casi no está en casa, estudia y trabaja, no creo que para ella sea un problema”.
Marina sonrió y le dijo confirmando la idea de su papá. “Puedes quedarte”.
Al final Daniel asintió aceptando.
Marina sonrió. “El cuarto no se ha usado en mucho tiempo, yo te puedo ayudar a limpiar”.
Daniel miró a Marina de forma significativa, ella sintió muy intensa su mirada y agacho su rostro por unos segundos.
Daniel sonrió. “Me encantaría”.
Al terminar de comer, Don José y Beto se fueron al taller, Marina los siguió llevando a Daniel a unas escaleras que estaban afuera de la casa en el patio trasero, subieron a la azotea, era un patio grande, había dos cuartos, uno tenía las ventanas pintadas con flores, Daniel se asomó y observó muchos cuadros y botes de pintura, marcos y telas por todos lados.
Marina sonrió explicándole. “Este es mi cuarto de pintura, yo soy pintora, aquí trabajo en mis ratos libres”.
Daniel escuchaba a Marina mientras observaba a la habitación por la ventana.
Marina camino un poco más adelante, abriendo la puerta del segundo cuarto. “Este es el lugar, como ves solo hay algunas cosas que debemos sacar, puedes usar los muebles que quieras solo necesitan algo de limpieza”.
Daniel entró observando el lugar, había algunas cajas de cartón y varios muebles pequeños con una cama que estaba levantada, era como un lugar donde guardaban objetos que no utilizaban.
Marina se quedó en silencio mirando a Daniel quien no se movía. “¿Si algo no te gusta podemos arreglarlo y ...”
Daniel miró a Marina interrumpiéndola. “Es perfecto”.
Después de que Daniel dijo eso, ambos se quedaron mirándose por mucho tiempo, había algo en Daniel que llamaba la atención de Marina y ella no podía entender porque se sentía de esa manera, ya había tenido un novio antes pero el sentimiento era diferente.
Juntos sacaron los muebles del cuarto, limpiaron el piso y las ventanas, Daniel acomodo una mesita, la cama y un ropero en el cuarto, las demás cosas las acomodaron afuera de la casa, Beto ayudó a Daniel a sacarlas para que la basura se las llevara.
Al final el lugar quedó acogedor y limpio, Daniel puso su maleta de deportes en la cama y sacó la ropa que llevaba, eran solo cuatro cambios de ropa, Marina terminaba de acomodar un jarrón con algunas flores y observó las cosas de Daniel. “¿Es todo lo que tienes?”.
Daniel levantó la mirada para verla. “Es todo lo que necesito”.
Ella asintió y terminó limpiando sus manos. “Bueno… ya terminamos iré a preparar la cena”.
Ella caminó hacia la salida, Daniel la llamó y ella giró.
“Gracias”.
Ella sonrió y asintió. “Gracias a ti por venir a ayudar a mi padre”.
Más tarde a la hora de la cena, Marina servía los platos cuando su padre le dijo. “Daniel no cenará con nosotros, tiene algo que hacer hoy”.
Marina entendió y solo sirvió lo de su padre y ella, Beto también se había ido temprano.
Don José observó a su hija y le preguntó. “¿Qué te parece Daniel?”.
Marina levantó su rostro. “Está bien papá, es bueno que encuentres alguien que te ayude en el taller”.
Don José siguió. “¿Te molesta que lo haya invitado a vivir con nosotros?”.
Marina negó.
Don José suspiró tranquilo. “El chico acaba de llegar de USA, me dijo que ya no tiene familia y viene a buscar una vida tranquila en este país”.
Marina frunció el ceño. “¿Pero habla muy bien el español para ser de USA?”.
Don José asintió y le explicó. “Si, me dijo que sus padres son de este país, pero se fueron hace muchos años a tener una mejor vida allá, su madre le enseñó desde niño ambos idiomas”.
Marina entendió y siguió comiendo.
Dinora llegó al día siguiente muy temprano. “Ahora si dime, ¿Dónde está ese bombón que dices?”.
Dinora miraba alrededor buscando a Daniel.
Marina rodó los ojos. “Su nombre es Daniel y solo dije que era guapo”.
Dinora camino por la habitación. “Igual quiero conocerlo, para que te haya gustado debe ser realmente guapo, nunca te interesas en nadie”.
Se escucharon pasos en la entrada, era Daniel.
Dinora observó al chico y si era realmente muy guapo. “Hola, soy Dinora amiga de Marina”.
Daniel estrechó su mano sonriendo. “Hola, soy Daniel Montoya”. El giro para ver a Marina y la saludo. “Buenos días Marina”. Pero lo dijo con un tono de mucho encanto, Dinora lo noto al instante y vio como su amiga se sonrojo contestando.
Dinora hizo una mueca divertida y sonrió en completo silencio.
Ambas salieron de la casa después de desayunar con el señor José y Daniel.
En el camino iban en silencio, Marina seguía recordando cada palabra que Daniel decía cuando conversaba con su padre.
Dinora chasqueó la lengua, “Tan lindo, pero… no es mi tipo”.
Marina la miró extrañada. “¿No es tu tipo? ¿Por qué?”.
Dinora sonrió y paró su caminar mirando a su amiga al rostro. “No es mi tipo porque le gustas tú”.
Marina se sonrojo. “¿Yo?, ¿Cómo crees?”.
Dinora se carcajeo. “Se nota amiga, como te vio todo el tiempo mientras comíamos, las sonrisas que mostraba al escucharte charlar”.
Marina negó. “No lo creo”.
Dinora afirmó. “Créeme le gustas”.
-Final del recuerdo-
Dinora y Marina se fueron a la cafetería del hospital, Marina estaba triste, todo había cambiado tanto en solo unos días, recordaba el último día que estuvo con Daniel en casa, ella tenía el deseo de darle la sorpresa de que va a ser papá, pero necesitaba estar segura, aunque antes no habían hablado mucho de tener bebes, Daniel siempre dijo que los tendrían cuando se casaran, pero ya habían pasado dos años desde que vivían juntos.Dinora tomó la mano de su amiga. “Veremos cómo entrar ya lo veras”.Marina asintió, sabía que su amiga era muy buena en eso de las misiones imposibles.Tres días después, Marina seguía visitando a Daniel, pero las guaruras no lo dejaban entrar, siempre estaban de pie y solo cambiaban de turnos, pero nunca dejaban el lugar.Dinora también había visto eso, Marina estaba muy triste y tenía miedo de que le pasara algo a ella y a su nuevo sobrino. Marcó un número que busco en la agenda. “Hola”.Ella sonrió. “No te he visto en semanas…oye… necesito un favor”.Más
Una tarde Marina regresaba de su trabajo, al bajar del autobús se encontró de frente con su exnovio. Ella hizo una mueca y trato de pasar, por un lado.El chico la detuvo tomándola del brazo. “Marina”.Ella hizo una mueca al sentir su brazo apretado. “Déjame ir Rubén”.Él soltó un poco su agarre. “Hablemos Marina… Lo que paso fue solo una tontería”.Marina sonrió sarcástica y burlona. “El que te besaras con esa chica en la fiesta fue una tontería”.El trataba de explicarle. “Yo tenía algunas cervezas de más y estaba borracho”.Marina negó. “Y eso me lo vienes a decir después de seis meses, ¡ja! después de salir con la chica por toda la ciudad”.Rubén trató de hablar cariñosamente acercándose a ella. “Me di cuenta de mi error Marina, esa chica no es lo que yo creía”.Marina negó. “Tengo que ir a casa, mi papá me espera, será mejor que te vayas”.El volvió a detenerla tratando de convencerla.Desde donde estaban se podía ver el taller, Daniel y Beto miraban a los dos. “De nuevo ese tipo
Daniel negó sonriendo. “Era un gran hombre, se llamaba David, me entendía mejor que mi padre”.Marina atenta lo escuchaba, Daniel casi nunca hablaba de su familia. Era como un tabú, su rostro cambiaba cuando ella llego a preguntar algo, así que dejó de hacerlo para no incomodarlo.Daniel observaba una pareja con dos niños caminando.Daniel asintió. “Me gustaría tener hijos… podrían ser cuatro o cinco”.Marina abrió mucho sus ojos. “¿Cinco? ¿No crees que son muchos?”.Daniel negó. “Una familia grande esta bien, me los imagino a algunos corriendo a nuestro alrededor, tu y yo cargando a otros, sé que es difícil, pero sería genial tener cinco”.Marina algo indecisa lo escucho . Deseaba ser madre, pero no de tantos.Daniel preguntó. “¿Tú no quieres?”.Marina le explicó. “Si, pero cinco, se me hacen muchos, yo creo que solo máximo tres estaría bien”.Daniel sonrió besando su mejilla. “No importa cuantos, lo que quiero es que sea contigo…”Él suspiró. “Pero de eso falta mucho tiempo”.Ella
Una semana después… Marina hizo su maleta y bajó con ella para explicarle a Beto como llevar lo del taller, Dinora entró a la casa con su maleta también. Beto trató de comprender todo lo que Marina le decía, la abrazó y le deseo suerte saliendo de la casa a seguir trabajando. Dinora se acercó a Marina y le preguntó. “¿Estás segura de esto?”. Marina asintió. “Si él no me recuerda. Y no puedo decirle quien soy. Lo que me queda es enamorarlo de nuevo”. Dinora estaba feliz y abrumada por la gran determinación de Marina. “Amiga, estoy feliz de que luches por lo que quieres y estaré contigo en cada paso, pero recuerda que debes cuidarte, estás embarazada”. Marina afirmó. “Lo sé, tendré cuidado, además vas conmigo, con tu apoyo todo será mucho más fácil”. Dinora feliz hablo del viaje. “Claro no podía dejarte sola en esta aventura, además conoceré chicos guapos e iré a lugares que hace mucho no visitaba”. Marina le regalo una pequeña sonrisa, estaba decidida a recuperar a Daniel, era
El hombre se levantó pidiendo a sus hombres que salieran haciéndoles una señal con la cabeza.Camino alrededor de la habitación mirando a la chica que estaba de pie en medio del lugar. Después de unos segundos habló. “Te dije que te alejaras”.Ella nunca bajó la mirada, no iba a dejar que la asustara. “Yo no puedo hacerlo”.El hombre sonrió. “¿Cuánto dinero quieres?”.Marina abrió muchos sus ojos. “Yo no quiero dinero… Yo amo a Daniel”.El señor Raúl repitió lo último que ella dijo. “Daniel…”Él sonrió. “Se todo lo que pasó entre ustedes hace tres años, mi hijo no estaba preparado para ser mi sucesor, se sentía presionado y decidió irse por un tiempo, yo se lo permití…”Ella escuchaba al hombre frente a ella.El señor Raúl regresó a su asiento. “Mi hijo ha vuelto y la vida que llevaba contigo se acabó, solo fuiste un pasatiempo para él”.Ella molesta negó. “Eso no es cierto, nos amamos, nosotros vamos a…” Ella estaba a punto de decirle sobre él bebe, pero el hombre golpeó el escritori
Tiempo después se despidió del chico y Dinora se acercó a Marina. “Mi amigo dice que está en el área VIP”. Marina y ella subieron al área VIP, había muchos hombres con trajes disfrutando con chicas, otros bebían y se relajaban conversando. A lo lejos vieron a Daniel junto con otros hombres tomando vino, ella se quedó cerca observando los movimientos de Daniel, unos minutos después él se levantó rumbo al baño, sus hombres iban a seguirlo, pero él negó pidiéndoles que se quedaran. Dinora y Marina se vieron y asintieron tácitamente, ambas caminaron hacia el baño siguiéndolo. Esperaron a que Daniel saliera, cuando al fin se asomó, Marina corrió hacia él y tropezando con él a propósito. Ella llevaba un vestido rojo muy corto y su cabello estaba suelto, su maquillaje era ligero y se veía hermosa. Daniel la tomó en sus brazos para que ella no cayera. “¿Está bien?”. Ella asintió torpemente. “Si, gracias”. Al recomponerse, Marina lo observó al rostro, como extrañaba esos ojos que la en
Marina observó a su amiga y sus lágrimas empezaron a caer. Lloro por mucho tiempo hasta que se calmó. Dinora no entendía que paso, pero no era nada bueno. La abrazó hasta que se calmó. Al final Marina le contó todo lo que pasó. Dinora ahora ni siquiera estaba molesta con Daniel, solo triste por toda la situación. Su amiga había sido herida no imaginó que pasaría eso, de saberlo nunca la hubiera dejado hacer esa locura de irse con él del bar. Marina se limpió la cara. “No me importa, mañana será un día nuevo, yo voy a volver a buscarlo”. Dinora ya no estaba tan segura de lo que hacían, todo había fallado. “Marina… creo que deberías…” Marina la interrumpió. “Iré a buscarlo mañana, veras que lo convenceré ya sé dónde vive”. Dinora le advirtió. “Deberías descansar unos días, has estado de arriba abajo sin descanso, él bebe”. Marina aceptó, se sentía algo incomoda después de estar con Daniel, él no fue tan cariñoso como antes, su encuentro había sido solo sexo. Dinora ya no dijo más
Dinora no estaba muy segura pero después de meditarlo por un rato comprendió que era peligroso quedarse, el señor Estrada era capaz de tanto con tal de alejar a Marina de Daniel y si se enteraba que ella estaba embarazada serían más problemas. Marina estaría en peligro junto con él bebe. “Está bien, haré las maletas y verificaré los vuelos…” Marina la interrumpió. “Quiero irme después de su boda…” Dinora le advirtió. “Eso será muy doloroso para ti, no creo que sea buena idea”. Marina le explicó. “Necesito verlo por última vez y necesito ver con mis propios ojos que se terminó al verlo felizmente casado ¿Entiendes?”. Dinora asintió en silencio tristemente, no estaba segura de la decisión de Marina, pero como siempre la respetaría y estaría acompañándola. Dos semanas después, Marina y Dinora estaban de pie cerca de una gran iglesia, estaba lleno de gente, los medios grababan y tomaban fotografías de todos los invitados, ambas vieron como la pareja de novios salía de la iglesia tom