GINA.Me tambaleé un poco, mientras apoyaba mi cuerpo contra el de Simon, quien me ayudó a llegar a mi departamento. No sin antes asegurarnos que el chico no se sobrepase con Jenny, pero todo fue al revés; el pobre hombre nos observó con miedo mientras mi amiga lo arrastraba. Mientras subimos a mi departamento, no paro de charlar con Simon sobre mi desastrosa vida amorosa.—Lamento bajarte de esa nube, pero sí —veo la puerta de mi departamento y me agarro de la manilla, girando sin soltarla, mirando a mi acompañante— estoy enganchada con un hombre que solo me quiere para coger —una pequeña lagrima se resbala por mi mejilla— y a mí me gusta un montón.Aprieto mis labios con fuerza, antes de girar tratando de abrir la puerta, desesperada por huir, hasta que siento una mano en mi hombro. —Primero, es importante utilizar la llave —escucho su pequeña risa, y siento mis mejillas arder de la vergüenza mientras extiendo mi mano, pero él la esquiva abriendo la puerta por mí.—Gracias, —respo
GINA. Entro al enorme edificio de mi trabajo, saludando en recepción antes de ir hacia el ascensor, tratando que no se note lo mal que estoy por la salida de anoche. Cuando me desperté esta mañana, Simon, ya se había marchado sin dejar alguna nota o algún número para volver a comunicarnos, pues el chico es muy agradable y sé que nos llevaríamos bien… Al llegar a mi puesto de trabajo, me deslizo en mi asiento acomodando las gafas que traje para disimular mi cara de caballo por la resaca. Miro hacia el despacho de Richard, notando que aún no ha llegado del viaje, lo que quiere decir que Jhared tampoco. Lo extraño… Abro mi celular, dirigiéndome hacia los mensajes, lista para cometer un acto de valentía, sí, así lo llamaré. Comienzo a escribirle un texto sin importarme en que pensará, pues ya no tenemos un contrato, y solo soy como una fan enamorada. Mensaje: Hola, soy Gina, espero que estés teniendo un excelente viaje. Quería decirte que aquí estaré si necesitas hablar… Espero que
Jhared. Unas horas después de habernos despedido a Richard, quien se dirigía de nuevo a nuestro país. Nos encontramos sentados en la sala conversando de banalidades, causando en el Sr. Kimura una gran admiración hacia mí. —Me alegra haberte conocido en persona —me sonríe radiante—; me gustaría que hubieran más personas como tú en el mundo, apasionadas por lo que hacen. —Gracias —respondo, viendo también como su esposa me mira con cariño, y por el rabillo del ojo noto a su hija apuntando con la cámara de su celular hacia nosotros, justo cuando el señor coloca su mano en mi hombro. —Padre, guardemos este momento con una foto —la chica se levanta caminando hacia mí, colocándose a mi costado, y su padre asiente sonriendo. —¿Nos permites tomarnos una foto contigo? —pregunta el Sr. Kimura. —Para mí sería un honor —respondo, y todos nos acomodamos en la foto, y agradezco que Molly solo se quede quieta a mi lado sin hacer algún movimiento extraño. —Digan, queso —dice Molly emoci
GINA. Me quedo confundida, sentada en la cama de mi habitación, pensando que habrá querido decirme. Intenté llamarlo de nuevo, pero no obtuve respuestas. —Dios, porque siempre quiere hacerse el misterioso —me dejo caer contra las frías sábanas, mirando el enorme techo blanco de mi departamento, y en ese momento mi celular repica con una llamada entrante, así que me levanto apresurada, contestando si ver quién es. —Hola, te has arrepentido de no responderme —comienzo un poco alterada, escuchando un silencio de otro lado de la línea—. ¿Hola? De pronto estalla una fuerte carcajada, entre las cuales Richard comienza a disculparse, hasta lograr hablar con claridad… —La verdad es que has llegado a mi vida para alegrarla —comenta, y continúa—. Espero que esas palabras sean para una hermana o un hermano. Me río incómoda, levantándome de la cama para ir hacia la cocina por un vaso de agua. —Sí, un hermano —respondo abriendo la nevera. —Eso es muy reconfortante —comenta, y escucho el c
GINA. Sé que soy una idiota al no haberme negado y evitado esta situación tan incómoda. Nos encontramos en un pequeño pero lujoso restaurante, cerca de la playa. Miro a Richard, quien siempre lo había conocido como alguien muy relajado y caballeroso, pero hoy se encuentra tenso como la mirada fija al frente, observando a Simon, quien está despreocupado, feliz de asistir y unirse a nosotros. Miro hacia mis manos, nerviosa, lista para hacer cualquier pregunta que pueda tranquilizar la situación, pero la voz del mesero interrumpe, causando que salte en mi asiento, soltando un pequeño chillido, mirando con disculpas hacia el camarero, quien me tranquiliza. —¿Está todo bien, Gina? —me pregunta Richard tocando mi mano, sonriéndome con dulzura. — Yo… —Tranquila, casi se te sale el alma del cuerpo —bromea Simon, colocando su mano detrás de mi espalda, guiñándome un ojo, y trato de sonreír lo mejor que puedo. —Gra-gracias a los dos —respondo con mi voz temblorosa, notando cómo nuevamente
JHARED. Me despido con buenos ánimos del Sr. Kimura, quien me animo a ir el siguiente día para su casa, pero lo menos que quiero es volver a ver a esa chica, quien al final de la noche se comportó de una manera de la cual dudo mucho, pues me hacía sonrisas tímidas e intentaba ayudarme en todas las cosas que quería tomar, y al despedirme extendió su mano para luego mirar a su padre con vergüenza y seguido hacia mí pidiéndome un abrazo, el cual tuve que aceptar por educación… Me levanto temprano en la mañana esperando noticias de Simon sobre Gina, y al ver que no tengo algo a lo que aferrarme, comienzo a escribirle un mensaje, pero a medio camino me detengo borrando todo lo que he escrito. —Necesito salir de aquí —me levanto, dejando a un lado los trajes elegantes, y me coloco ropa deportiva, listo para dar un largo paseo por la ciudad. Salgo del lujoso edificio, decidiendo que es mi momento de dar una larga caminata por la ciudad. Comienzo a andar por las calles elegantes de a
GINA. Observo cómo ellos comen relajados, haciendo preguntas de las cuales trato de responder con naturalidad, pero la verdad es que entre mis primeras opciones tengo pensado huir, pues, Richard, es mi jefe, y a Simon apenas lo conozco. No sirvo para esos programas de entretenimiento en donde la chica escoge entre varios chicos buenotes. —¿Te ha gustado la comida?—pregunta Richard, mientras el mesero se acerca retirando los platos. —Sí, estuvo deliciosa —respondo, viendo cómo se acerca otro mesero colocando los postres delante de nosotros. —Este lo he elegido, espero ganar más puntos por ello —comenta Simon probando el suyo, soltando un gemido al degustarlo—, m****a, esto está delicioso. Richard deja salir una pequeña risa probando el suyo, y yo siguiendo el mismo camino doy un bocado, cerrando mis ojos al instante al sentir el delicioso sabor que me hace soltar también un quejido. —Es delicioso —abro mis ojos con una sonrisa notando cómo los dos me miran fijamente haciendo que
GINA.Escucho el repicar de mi alarma, notando a mis amigas dormidas en la cama. Todas ayer decidieron quedarse para ayudarme a despejar la mente y que me desahogara con ellas, pero lo único que pude hacer fue llorar como si fuera el fin del mundo, y por ello al mirarme frente al espejo noto unas enormes bolsas debajo de mis ojos. —Dios —presiono mis dedos contra mis ojos, tratando de ocultar la hinchazón, pero sé que no tendrá solución, así que me ducho lo más rápido que puedo, y me maquillo cubriendo mi desastroso rostro, tratando de no recordar lo sucedido.Camino hacia la sala en silencio, pero me percato que Juliana se encuentra sentada con una taza caliente entre sus manos, y al verme sonríe.—¿Trabajo? —pregunta mirando mi vestimenta—. Pensé que no saldrías de tu cama en varios días.—Bueno, tengo un trabajo al cual responder —digo sentándome en el sofá colocando mis zapatos.—Es cierto, pero entonces quiere decir que lo superaras rápido —me guiña un ojo, pero no sé si sus pal