GINA. Me quedo confundida, sentada en la cama de mi habitación, pensando que habrá querido decirme. Intenté llamarlo de nuevo, pero no obtuve respuestas. —Dios, porque siempre quiere hacerse el misterioso —me dejo caer contra las frías sábanas, mirando el enorme techo blanco de mi departamento, y en ese momento mi celular repica con una llamada entrante, así que me levanto apresurada, contestando si ver quién es. —Hola, te has arrepentido de no responderme —comienzo un poco alterada, escuchando un silencio de otro lado de la línea—. ¿Hola? De pronto estalla una fuerte carcajada, entre las cuales Richard comienza a disculparse, hasta lograr hablar con claridad… —La verdad es que has llegado a mi vida para alegrarla —comenta, y continúa—. Espero que esas palabras sean para una hermana o un hermano. Me río incómoda, levantándome de la cama para ir hacia la cocina por un vaso de agua. —Sí, un hermano —respondo abriendo la nevera. —Eso es muy reconfortante —comenta, y escucho el c
GINA. Sé que soy una idiota al no haberme negado y evitado esta situación tan incómoda. Nos encontramos en un pequeño pero lujoso restaurante, cerca de la playa. Miro a Richard, quien siempre lo había conocido como alguien muy relajado y caballeroso, pero hoy se encuentra tenso como la mirada fija al frente, observando a Simon, quien está despreocupado, feliz de asistir y unirse a nosotros. Miro hacia mis manos, nerviosa, lista para hacer cualquier pregunta que pueda tranquilizar la situación, pero la voz del mesero interrumpe, causando que salte en mi asiento, soltando un pequeño chillido, mirando con disculpas hacia el camarero, quien me tranquiliza. —¿Está todo bien, Gina? —me pregunta Richard tocando mi mano, sonriéndome con dulzura. — Yo… —Tranquila, casi se te sale el alma del cuerpo —bromea Simon, colocando su mano detrás de mi espalda, guiñándome un ojo, y trato de sonreír lo mejor que puedo. —Gra-gracias a los dos —respondo con mi voz temblorosa, notando cómo nuevamente
JHARED. Me despido con buenos ánimos del Sr. Kimura, quien me animo a ir el siguiente día para su casa, pero lo menos que quiero es volver a ver a esa chica, quien al final de la noche se comportó de una manera de la cual dudo mucho, pues me hacía sonrisas tímidas e intentaba ayudarme en todas las cosas que quería tomar, y al despedirme extendió su mano para luego mirar a su padre con vergüenza y seguido hacia mí pidiéndome un abrazo, el cual tuve que aceptar por educación… Me levanto temprano en la mañana esperando noticias de Simon sobre Gina, y al ver que no tengo algo a lo que aferrarme, comienzo a escribirle un mensaje, pero a medio camino me detengo borrando todo lo que he escrito. —Necesito salir de aquí —me levanto, dejando a un lado los trajes elegantes, y me coloco ropa deportiva, listo para dar un largo paseo por la ciudad. Salgo del lujoso edificio, decidiendo que es mi momento de dar una larga caminata por la ciudad. Comienzo a andar por las calles elegantes de a
GINA. Observo cómo ellos comen relajados, haciendo preguntas de las cuales trato de responder con naturalidad, pero la verdad es que entre mis primeras opciones tengo pensado huir, pues, Richard, es mi jefe, y a Simon apenas lo conozco. No sirvo para esos programas de entretenimiento en donde la chica escoge entre varios chicos buenotes. —¿Te ha gustado la comida?—pregunta Richard, mientras el mesero se acerca retirando los platos. —Sí, estuvo deliciosa —respondo, viendo cómo se acerca otro mesero colocando los postres delante de nosotros. —Este lo he elegido, espero ganar más puntos por ello —comenta Simon probando el suyo, soltando un gemido al degustarlo—, m****a, esto está delicioso. Richard deja salir una pequeña risa probando el suyo, y yo siguiendo el mismo camino doy un bocado, cerrando mis ojos al instante al sentir el delicioso sabor que me hace soltar también un quejido. —Es delicioso —abro mis ojos con una sonrisa notando cómo los dos me miran fijamente haciendo que
GINA.Escucho el repicar de mi alarma, notando a mis amigas dormidas en la cama. Todas ayer decidieron quedarse para ayudarme a despejar la mente y que me desahogara con ellas, pero lo único que pude hacer fue llorar como si fuera el fin del mundo, y por ello al mirarme frente al espejo noto unas enormes bolsas debajo de mis ojos. —Dios —presiono mis dedos contra mis ojos, tratando de ocultar la hinchazón, pero sé que no tendrá solución, así que me ducho lo más rápido que puedo, y me maquillo cubriendo mi desastroso rostro, tratando de no recordar lo sucedido.Camino hacia la sala en silencio, pero me percato que Juliana se encuentra sentada con una taza caliente entre sus manos, y al verme sonríe.—¿Trabajo? —pregunta mirando mi vestimenta—. Pensé que no saldrías de tu cama en varios días.—Bueno, tengo un trabajo al cual responder —digo sentándome en el sofá colocando mis zapatos.—Es cierto, pero entonces quiere decir que lo superaras rápido —me guiña un ojo, pero no sé si sus pal
JHARED — Sí, padre… Él me estaba cortejando, desde el momento que llegue… Por eso yo actué de esa manera… Molly, como toda una buena actriz, mira sus manos con nerviosismo, acomodando su cabello detrás de su oreja, mientras todos la escuchamos con atención, sin interrumpirla, y quisiera callarla para que no siga haciendo el ridículo y acomulando más mentiras, pero todo esto me beneficia a mí. No sé como habrá planeado todo esto, pero se nota que no es buen pensante. — Sr. Rogers, ¿Esto es cierto? —pregunta el sr. Kimura, mirándome con preocupación, pues sé que al principio creerá todas las palabras de su hija. Miro a mi abogado a través de la pantalla de mi aparato electrónico, y le asiento con aprobación para que responda. — No. —Dios —la chica me mira asombrada, cubriendo su boca, dejando escapar algunas lágrimas, y suspiro mirando de nuevo al sr. Kimura y a su esposa que no ha dejado de mirar con duda hacia su hija. —Por lo que hemos escuchado —comenta el abogado del sr. Ki
JHARED.Luego de dos días de tormento, se ha acabado el teatro, y por fin regreso a mi país junto con los Kimura, quienes insistieron en acompañarme para disculparse también con mi familia en persona, al igual que realizar otra conferencia de prensa con nuestros comunicadores, pues en su tradición les gusta disculparse de manera personal para así dar a entender que son disculpas sinceras.Al llegar al aeropuerto nos recibieron varios paparazzis como era de esperarse, y me mantengo lo más alejado que puedo de esa chica, quien ha estado con la cabeza gacha desde que todos se enteraron de la verdad, por las palabras de su amiga y las fotos de conversaciones entre ellas, entre las cuales se encontraba la foto que me había enviado acosandome.— Sr. Rogers, ¿Aún continúan los planes de su boda?— ¿Todo fue planeado? ¿Es una de sus asombrosas campañas de publicidad?Varios de ellos nos rodean, y los guardaespaldas nos cubren ayudando a que subamos a nuestros respectivos autos, que nos dirige
GINA. Siento mi cuerpo temblar desde las uñas de los pies hasta la punta del pelo en mi cabeza. No sé si sentirme emocionada, triste o enojada, por lo cual me quedo sin palabras por unos segundos observándolo.Volvió…— ¿Qué sucede, preciosa? ... Escucho la voz de Simon, y segundos después sale junto a mí con el cachorro en las manos. Mira a Jhared por unos segundos, frunciendo el ceño ante la intrusión, y luego me mira preocupado.—¿Todo bien? —Me pregunta y yo miro a Simon sintiendo que es mi salvavidas en este momento, y al parecer, se percata de mi estado, pues se acerca hacia mí bajando al cachorro con su correa puesta. Seguido se levanta, acercándose a mí, apoyando su mano en mi espalda baja, acariciándola.—Vamonos… —no termino de hablar, pues Jhared me interrumpe con una voz llena de autoridad.— Estás despedido. Giro mi rostro hacia Jhared, confundida, sintiendo el enojo crecer en mí al escuchar sus palabras.¿Despedirme? ¿Acaso no dejamos las cosas en claro? — ¿Discul...