El señor Rossi puso una mano en el hombro de su hijo, podía ver lo mucho que estaba sufriendo por el mal estado en el que se encontraba su nuera, y no era para menos. — Escucha Ismael, sé cómo te sientes, te conozco perfectamente y sé que te duele muchísimo lo que le sucedió a tu esposa, pero debes mantenerte fuerte, ella va a vivir y van a superar este difícil momento, también espero que mi nieto se salve, tu madre y yo ya estamos muy ilusionados por conocer a tu hijo o hija. No debes perder la fé. — Es difícil papá, Griselda es... Ella es un ángel, su corazón es bondadoso, no le hace daño a nadie, no se merece pasar por esto, si pierde al bebé va a quedar destrozada, si la pierdo a ella y a mi hijo yo... Ismael sabía que si perdía a su esposa y a su bebé iba a quedar destruido para siempre, su corazón se haría de piedra y jamás volvería a amar a nadie más en lo que le restara de vida. (....) — Mamá, la barriga me está hablando, tengo hambre, ¿Podemos comer algo? — Alex
Ismael que apenas unas horas antes era de todos los hombres del mundo el más feliz, ahora estaba sumido en la desesperación. — !Quiero verla! ¿Dónde está ella? — En estos momentos la están trasladando a una habitación donde tendrá todos los cuidados necesarios, el área de urgencias y el área de quirófanos es muy ajetreada, es mejor que descanse tranquila y en privado. — Bien. Deben atenderla con la mejor eficiencia. Hacer todo y más para que se recupere y que mi hijo siga viviendo, que no me entere que han sido negligentes en algo por qué juro que los mato. — El CEO lo dejaba muy claro, su esposa debía ser excelentemente atendida. — Entiendo, estará en el segundo piso en la habitación seiscientos doce. Los veré allá. Los hombres vieron al médico entrar de nuevo a la sala de urgencias. — Ismael, yo... Lo siento tanto, me pediste que cuidara de Griselda y no lo hice bien, debí poner más atención, ella es mi adoración, fuí descuidado. — El señor Smith se lamentaba muchísi
A la jóven Smith no le quedó más remedio que calmarse, no le convenía llevar un pleito a los extremos y quedarse sin prometido. Ella todavía tenía que casarse. — No te hagas el inocente conmigo William Larsson, te investigué y conozco tu pequeño gran secreto, ¿No me crees? Dime, ¿Cómo te sentías cuando los corpulentos enfermeros entraban a tu blanca habitación y te inyectaban calmantes para que dejaras de gritar que te sacarán, que no estabas loco? — ¿Qué dijiste? — Pobre señorito Larsson, abandonado por su madre y criado por su dominante y perverso padre, fue el quién te llevó a esa clínica, ¿Cierto? Y todo por qué no soportaba verte mal por la ausencia de la zorra que se le había escapado de las manos. — ¡Cállate! — Relájate, sabemos que tu padre estaba equivocado y no estabas demente, ni tenías ningún problema psiquiátrico, pero... La sociedad elite en la que vivimos y nos movemos no lo van a entender, te señalarán y tendrás que cargar con ese estigma por el resto de
Isabella dejó a sus hijos con sus padres y siguió al doctor hasta la sala de cuidados intensivos. Cuando llegó hasta ahí, la chef efectivamente vió al hombre ruso que tenía los ojos abiertos, pero eso no lo hacía ver mejor. — Sergey... Sergey... Estoy aquí. — Isabella lloraba. — ¿Cómo... cómo te sientes? No tienes color en el rostro. Sergey con la poca fuerza que tenía y con la mano temblorosa llegó a ella, se la puso en la mejilla y muy despacio susurró. — No llores, no quiero verte así. Voy a estar bien. La mujer quería poder abrazarlo, pero debido a la mala condición del hombre eso era imposible. — No, no estoy llorando, estás viendo mal. Sé que te vas a poner bien, Sergey... No me dejes, no mueras, no sabría que hacer sin tí, ¿Cómo voy a cuidar y criar a los trillizos yo sola? Además llevo a otro bebé en el vientre, tú... no te puedes ir. — No voy a dejarte. He luchado tanto para recuperarte que cuando te tengo de nuevo no me voy a ir. Pelearé, Me conoces, ¿Ciert
Isaías Rossi se acercó a abrazar a su hija, sabía que estaba a punto de derrumbarse, había visto al CEO ruso en muy mal estado y eso era un golpe duro para ella. — ¿Mamá, estás bien? ¿Papá sigue vivo? Dinos la verdad mamá. — El pequeño Alexander preguntaba a su madre. — Alexander, tú padre sigo vivo. El dijo que peleará y saldrá adelante con su salud. Ahora vamos a casa, tengo que darme una ducha rápida y cambiarme de ropa. Ustedes se quedarán al cuidado de la niñera y serán buenos y pacientes. Yo vendré y acompañaré a papá. ¿Esta claro? — Si mamá... — Los niños dijeron a coro. No estaban de acuerdo pero debían obedecer. (...) En la habitación donde Griselda descansaba, Grace y el CEO Larsson llegaron de sorpresa y sin avisar. El señor Smith ya se sentía un poco mejor y estaba sentado en un sofá conversando con Ismael. — Papá, estamos aquí, venimos a ver a mi hermana. ¿Cómo está ella? — ¿Cómo va a estar? Esta mal, ahora mismo está descansando. No creo que su estado le
Los trillizos se quedaron muy bien protegidos por los hombres que contrató el eficiente asistente, no debían perderlos de vista, que nadie saliera o nadie entrara a la villa sin que ellos se enteraran Los niños eran lo más valioso que tenían Sergey y Isabella. Además de los guardias que permanecieron posteados afuera, había tres dentro de la mansión que recorrían toda la casa, esos niños eran el tesoro de sus padres. — Alexander, Vamos a estar a salvo aquí, ¿Cierto? — El pequeño Alexandro preguntaba a su hermano. — Por supuesto Alexandro. Mamá y papá no van a dejarnos desprotegidos. Debemos esperar y ser buenos, les advierto que no pienso tolerar sus peleas. — Estás muy gruñón Alexander. — Aleksey no se guardó su opinión. — Ya están advertidos. Más tranquilos los niños siguieron comiendo su merienda, se sentían a salvo, sobre todo el mayor de los hermanos que había vivido el trauma de ser secuestrado y ver a su padre ser herido de bala por el chef Oliver. (....) F
Los hermanos Rossi pasaban por uno de los peores momentos de sus vidas, afortunadamente sus padres estaban ahí para apoyarlos. — Isabella, mis hijos, ¿Cómo están? Quiero que queden fuera de esto, del hospital, de preocupación, y que se queden en casa. — Ellos están en la villa como lo pediste. Hay guardaespaldas dentro y fuera de la mansión, ellos no estaban muy convencidos de dejarte aquí, pero les pedí ser buenos. Los he dejado comiendo una rica merienda. — Son tan valientes, sin duda la sangre Ivanov corre por sus venas. Gracias por darme a mis tres bellos hijos, Isabella, siempre soñé con conocerlos y tenerlos a mi lado. — ¿Qué puedo decir? son mis adorados bebés, mis hijos con el hombre que amo. El médico vino y dió una noticia importante a la bella chef. — Señorita Rossi, hay algo que quiero decirle, a pesar de la delicada situación del paciente, hemos decidido transferirlo a una habitación privada. Tendrá todo lo necesario para que esté cómodo, además habrá un
Una semana después en la que Sergey se había visto mal y a otras veces más mal, tanto que en ocasiones llegó a pensar que no viviría más y que se perdería el poder ser feliz con Isabella y sus hijos. — Ivanov, el notario y el abogado ya están aquí, el otro señor es el secretario. Le he pedido a Isabella que se quedara a cuidar de Griselda para ir a la compañía a ver unos asuntos, así que no creo que se aparezca por aquí en un rato. — Bien, trataré de apresurarme con esto, ¿Irás a la compañía Rossi entonces? — Si, tengo unos pendientes que ver. Por cierto, hay algo que Isabella no ha querido decirte, se trata de Alexander. — ¿Qué pasa? ¿Qué sucede con él? Espero que no me hayan mentido y que ese hijo de puta no lo tenga en sus manos todavía, ¿Eh? Te asesino si eso está pasando y no me lo dijiste Ismael. — ¿De verdad? ¿Y como que podrías hacerme estando tirado en esa cama moribundo? Cuéntame que me dió curiosidad. — Voy a levantarme, no pienso quedarme aquí para siempre.