Capítulo 02

SONRISA ENCANTADORA

-¿Qué se supone que va a pasar ahora? 

-Será mejor que estemos listos para buscar otro trabajo. 

-¡Agh! Llevo tantos años trabajando en la finca que no me gusta la idea de irme. -El viejo Tom acomodó su abrigo por la brisa fresca de la madrugada.

Isa se cruzó de brazos detrás de los dos trabajadores y se quedó allí escuchándolos atentamente, esperando que notaran su presencia. 

-Pobre la Señorita Isa…

-¿Por qué pobre de mí? -Preguntó dándole el sustos de sus vidas, contuvo con esfuerzo la sonrisa divertida cuando aquellos hombres se tomaron el pecho mirandola, como culpandola que casí escupieran el corazón. 

-Nos enteramos de que aquel hombre que vino hace unos días compró parte de la finca.-Dijo el viejo Tom apenado por la conversación. 

-Es mentira. -Aseguró, pero aquellos hombres no se vieron muy convencidos. Pateó una piedra guardando las manos en sus bolsillos. -Si eso pasara les diría a mis empleados… Vamos a trabajar ahora. -Pidió sin ganas de entrar en el tema. 

“Ayer seguro estuve hablando muy fuerte si los trabajadores se enteraron”

Isa les repartió las tareas que se debían hacer en el transcurso de la mañana y se fue a los establos. 

-Buenos días, preciosa. -Dejó la mano en el aire esperando que su yegua acercara su cabeza por la caricia. -Roci, hoy tenemos una caminata temprana. -Avisó preparando la silla de montar sobre su lomo, cepilló y trenzó las clinas y se montó. -Vamos a ver las hectáreas que ese feo hombre quiere comprar. -Dijo en voz juguetona a su yegua y comenzó a trotar por el sendero. 

Después de aquella reunión tan desastrosa, Isa había conseguido información gracias a su amiga. Emma era una columnista en el The Kansas Journal, periódico semanal de gran relevancia en el estado de Misuri. En la situación actual necesitaba de un buen abogado y su amiga seguro conocería a alguien para la tarea… en trabajos como el de periodista conoces a muchas personas y te haces de contactos en el medio, eso le había dicho Emma, junto a un “déjalo en mis manos” con mucha seguridad. Eso había hecho Isa, se lo había dejado a ella para ver la parte legal de todo el tema, pero ya habían pasado tres días y se estaba poniendo muy ansiosa… Ante este sentimiento y la impotencia de no poder hacer nada es que se le ocurrió ir a los terrenos que aquel hombre le exigía. 

La finca era muy extensa y le llevó unos treinta minutos a trote llegar. A lo lejos notó unas maquinarias muy grandes excavando a más de dos kilómetros de distancia del límite con sus terrenos. 

-Oh oh. -Calmó a su yegua frenando el galope al llegar, su muñeca marcaba las 7 am, notó que el cercado de los límites estaban en mal estado, algunas maderas viejas y otras que se habían desprendido, no era un problema, ya que sus animales no pastaban en esa zona, pero ahora necesitaba arreglarlos si no quería intrusos de su lado. 

Lo recorrió de extremo a extremo contando cuánto material iba a necesitar, se había bajado y caminaba tranquila con su caballo detrás cuando notó un Jeep acercándose a gran velocidad, levantando la tierra a su paso. 

-¿Y ahora qué? - Isa se acomodó su sombrero, el sol no estaba tan arriba para necesitarlo, pero si quería evitar que su cara delate su desagrado sería mejor que estuviera en su cabeza. -Estoy en mis tierras. -Le dijo a Roci, como si ella pudiera estar de acuerdo. 

Ignoró el vehículo y siguió su tarea, pero pronto la nube de tierra la cubrió y vio el Jeep a su lado frentando. Tosió un poco y agitó el sombrero como abanico para correr la tierra de su rostro enojada. 

-Mira nada más. -Aquella voz la reconoció de inmediato. Isa se colocó el sombrero y siguió caminando. -Ya sabía que no tenías muchos modales, pero el buenos días todo el mundo lo conoce. -Aquel tono sarcástico.

-Buenos días Sr. Sader. -Se limitó a decir ignorando la provocación. 

-Sí, son buenos días para mí. -Isa levantó la vista del cerco al notar tanta jovialidad en su voz y fue que notó el atuendo de aquel hombre. 

-Puff. -Carraspeó su garganta escondiendo la risa que le dio al ver prendas tan elegantes para el campo. -¿Por qué está tan alegre señor? hasta donde sé, aún no le vendo mis terrenos. -Logró borrar aquella sonrisa, pero no tardó en adoptar una actitud arrogante. 

-Bueno, hoy estoy supervisando el comienzo del gran complejo. -Isabela miró en la distancia nuevamente. Una zona de campo de lujo, sus tierras pasarían a tener un lindo césped para millonarios que jugarían golf en él, eso sí este tipo llegaba a tener razón con los papeles que le había presentado. -Ver el proyecto en marcha me da esperanza de poder llegar a un acuerdo con la Srita.- Isa enarcó una ceja sospechando por la amabilidad que desprendía ese hombre. Este le sonrió tan abiertamente, que no pudo evitar ablandarse un poco. Tal vez lo había juzgado con apuro y ese día no se encontraba para negociar, sí las personas con grandes empresas deben estar muy ocupadas y cargados de estrés pensó. Pero ese John Sider parecía otra persona, derrochaba sonrisas y amabilidad que no pudo evitar pensarlo.

"Es un hombre muy apuesto"  

-Es hora que me marche... Sr. Sider. -Dijo a modo de saludo tocando su sombrero y puso su pie en el estribo subiendo de un salto. 

-¡ESPERE!- Aquel hombre regresó a su Jeep rápido y aunque le era extraño, Isa esperó curiosa.

Cuando regresó, Isa se acercó a la cerca con Roci para aceptar el papel que el hombre le extendía con una sonrisa de ganador. 

-¿Qué es?- Preguntó pensando que tal vez encontraría su número personal. 

-El otro día di una mala primera impresión. -Isa sonrió apenada, ella también estuvo mal ese día. Abrió el papel doblado y miró confundida. -Es un cheque en blanco, pon el precio que quieras. -Aquello lo dijo conservando la sonrisa. 

-Arrogante.

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