La noche había caído como un manto oscuro sobre la ciudad de Rotor, acompañada por el eco de una balada de lluvia que parecía contar secretos al viento. Brihana, con su melancolía habitual, había sido arrastrada por Tiffany a una salida nocturna. "Necesitas desahogarte y brillar a tu manera", le había dicho Tiffany con una sonrisa decidida, y aunque Brihana no estaba convencida, terminó aceptando. Así, se encontraron en un exclusivo bar de lujo, de esos donde solo los ricos y poderosos se permitían entrar. Sentadas en una mesa VIP, rodeadas de miradas curiosas, Brihana y Tiffany disfrutaban de un momento que hacía años no compartían. Algunos las reconocían, otros simplemente se dejaban encandilar por la belleza imponente de Brihana, quien, sin esfuerzo alguno, capturaba la atención del lugar. Las bebidas comenzaron a llegar, enviadas por jóvenes de familias influyentes que intentaban ganar su favor.
Mientras tanto, en otro rincón del mundo, Brith abandonaba su oficina con det
Los ojos de Sofía brillaban con lágrimas mientras hablaba, su voz quebrada por el peso de las promesas rotas. "Me prometiste que siempre estarías conmigo, que todo esto era solo un trato de negocios... pero me mentiste. Nunca volviste a mí." Brith, incapaz de soportar la tristeza reflejada en su rostro, la abrazó con fuerza y susurró: "Siempre estaré contigo, nunca te mentí. Esto es solo un trato de negocios. Te amo a ti, Sofía, y siempre ha sido así. Eres la única mujer que amo; ¿cómo podría amar a otra?". Pero Sofía negó con la cabeza, sus ojos llenos de reproche. "Eso no es verdad. Si me amas, ¿por qué sigues con ella? ¿Qué estás esperando? Ya la has convertido en el hazmerreír, ¿por qué no la dejas de una vez?"Brith guardó silencio, atrapado en un remolino de emociones que no podía explicar. Finalmente, la abrazó más fuerte y prometió: "Cumpliré mi palabra. Me casaré contigo, como te lo prometí. Te llevaré al altar como la mujer más bella del mundo. Solo dame un poco más de tiemp
La noche había dejado una marca en todos ellos, aunque no lo supieran aún. Brihana regresó a casa sin imaginar la revolución que su sonrisa y sus movimientos habían provocado en el vasto mundo de internet. Su madre, sentada en el sofá, alzó la vista al verla entrar. No necesitó palabras, esa sonrisa que iluminaba el rostro de su hija le bastó para sentirse tranquila. Brihana subió a su dormitorio con Tiffany, y juntas se dejaron caer sobre la cama, sus risas llenando el espacio como campanas que repican en un día soleado.Pero la mañana trajo consigo un peso extraño. Brith despertó con el sol acariciando su rostro, y en sus brazos descansaba Sofía, su cabello desordenado cayendo como cascadas sobre la almohada. Sin embargo, una sensación de culpa punzante atravesó su pecho, inexplicable y persistente. ¿Qué estaba haciendo mal? ¿Por qué esa sombra en su corazón?Se levantó despacio, envolviendo su cuerpo escultural con una toalla que apenas lograba cubrir la perfección cincelada de su
El desayuno había concluido en la imponente mansión de los Kazcanov, y Brihana, con un aire de resignación, caminó hacia el estudio de su padre, tal como él lo había solicitado. Al entrar, el hombre, de rostro severo y mirada imponente, le indicó con un gesto que tomara asiento. Su padre, Anatoli, era conocido por su temperamento rudo y su carácter inflexible, pero en ese instante sus ojos parecían suavizarse levemente al encontrarse con los de su hija. "¿Cómo estás?", fue lo único que le preguntó, con una voz grave, pero cargada de un tono que denotaba preocupación. Brihana sintió un nudo en la garganta, sabía que Anatoli la entendía mejor que nadie, y aunque su forma de expresarlo no siempre era la más cálida, ella sentía el amor y orgullo que él albergaba por ella. "Todo es un desastre, papá. Mi vida apesta ahora mismo", confesó, dejando escapar un suspiro que parecía llevar consigo todo el peso de su corazón roto. Anatoli asintió lentamente, como si entendiera cada palabra sin ne
Briahan Kazcanov, una figura que parecía esculpida por los dioses mismos, descendió del auto con la gracia de una reina que pisa su palacio. Su vestido negro, ceñido a la perfección, revelaba su figura como si hubiese sido tejido por las manos más expertas de un sastre celestial revelaba tanto como insinuaba, dejando claro que era una mujer que conocía el arte de la seducción sin caer en la vulgaridad. El escote, audaz, pero sofisticado, trazaba una línea que invitaba a la admiración, mientras que el maquillaje que adornaba su rostro era una obra maestra en sí misma. Sus ojos, delineados con precisión felina, parecían dos abismos oscuros que atrapaban las miradas y las mantenían cautivas. Cada pestañeo era un latido de misterio, cada mirada un desafío silencioso.Su cabello, cuidadosamente peinado, caía en ondas ligeras que enmarcaban un rostro de facciones finas y perfectas. Sus labios, pintados de un rojo profundo, eran una declaración de poder y seducción. La chaqueta negra que de
La tensión en la sala era palpable. Todos los ojos se movían entre Brith y Brihana, conscientes de que su relación enfrentaba dificultades, pero no sabían cuán evidente era la batalla que se libraba entre ellos. Cada extremo de la mesa representaba a los accionistas mayoritarios, y estaban uno frente al otro, como dos titanes listos para chocar.Una de las inversionistas, llamada Kloer, miró a Brihana, quien opacaba toda su existencia con su belleza y su aire de confianza. "Señora Brihana, la veo con la vista baja en la carpeta. Seguro que entiende lo que dice. Se sabe que fuiste una esposa que no salía de casa; seguro que podrás manejar esto sin ningún problema", dijo con una sonrisa sarcástica.Brihana, sin siquiera mirarla, respondió con voz firme: "Empecemos". Todos los presentes sintieron que la atmósfera se volvía más tensa, como si la batalla aún no hubiera terminado. El comunicador de la familia, Edmond, comenzó a detallar su proyecto, exponiendo cada aspecto y dejando al desc
Aunque proyectaba autoridad y control, su cuerpo traicionaba sus verdaderos sentimientos. La rigidez de sus movimientos y la tensión en sus manos y mandíbula revelaban su frustración y su lucha interna. Su mirada fija en Brihana era una mezcla de deseo, enojo y una necesidad desesperada de conexión."¿Soy tan repugnante frente a sus ojos?"preguntó Brith, con un tono bajo y áspero, como si las palabras le costaran salirLiam observó a su amigo con una mezcla de incredulidad y frustración, su mandíbula apretada y los ojos llenos de una furia contenida que parecía a punto de desbordarse. Sus manos se cerraron en puños, temblando ligeramente, mientras trataba de mantener la calma ante las palabras que acababa de escuchar. Brith, por otro lado, lo miraba con una expresión endurecida, sus labios apretados en una línea tensa, como si estuviera luchando por justificar sus acciones. Pero en el fondo de sus ojos se podía percibir algo más: un rastro de dolor, de arrepentimiento mal disimulado.
El imponente edificio de cristal y acero reflejaba la luz del sol de la mañana, proyectando un aire de poder y sofisticación que solo una de las empresas más prominentes de la ciudad podía emitir. El distintivo sonido del motor de un Rolls-Royce resonó en la entrada principal, atrayendo la atención de los empleados que pasaban cerca. Cuando la puerta del auto se abrió, Brihana, con su porte elegante y su caminar seguro, descendió del vehículo.Brihana llegó a la empresa de su padre con la elegancia que siempre la había caracterizado. Bajó del Rolls Royce con una calma que ocultaba el torbellino de emociones que llevaba dentro. Caminó con paso firme hacia la entrada, y aunque hacía tiempo que no visitaba la compañía, su presencia iluminó el ambiente. Los empleados, acostumbrados a la problemática Klara, la hija menor, se sorprendieron al ver a Brihana, siempre tan sofisticada, comprensiva y amable. Las miradas de admiración y los saludos cálidos no tardaron en aparecer, aunque todos sa
El ascensor subía lentamente, emitiendo un leve zumbido que llenaba el silencio. Brihana estaba sola en el interior, apoyada contra la pared de acero inoxidable, con los brazos cruzados y la mirada perdida en la pantalla digital que marcaba los pisos. Había tenido una mañana particularmente agotadora, llena de reuniones y decisiones estratégicas que parecían no tener fin. Aunque su rostro permanecía sereno, un leve fruncimiento en su ceño delataba la tensión acumulada.Cuando el ascensor llegó al piso 12, el sonido de voces alteradas rompió el silencio. Las puertas se abrieron y, al instante, Brihana captó el eco de una discusión acalorada que provenía del pasillo. Con el ceño aún más marcado, salió del ascensor y caminó hacia el origen del conflicto. Cada paso que daba la acercaba a una escena que parecía sacada de un drama caótico.Frente a la sala de conferencias, una mujer de cabello castaño, desordenado por la furia, gesticulaba de forma exagerada mientras gritaba a una empleada