Brihana se dejó caer sobre su cama, el peso de su tristeza aplastándola como una tormenta implacable. Las lágrimas, que tanto había intentado contener, fluían libres, desbordando su rostro como ríos descontrolados. Su cuerpo temblaba con cada sollozo, mientras sus manos apretaban con fuerza las sábanas, buscando un ancla en medio de su naufragio emocional. Tiffany, de pie junto a la puerta, la observaba con el corazón encogido, sin saber cómo apagar el fuego de su dolor. "¿Cómo demonios terminé así?", murmuró Brihana entrecortada, sus ojos hinchados buscando los de su amiga. "Dime, Tifa, ¿acaso no soy buena? ¿Soy tan inútil que no puedo mantener una relación?" Su voz se quebró al final, y Tiffany sintió una punzada en el pecho. "Bri, eres la mejor del mundo", respondió Tiffany con firmeza, acercándose para sentarse junto a ella. "El problema no eres tú, es ese idiota de Brith. No sabe la joya que pierde. Si te pidió el divorcio, te está haciendo un favor. Ese hombre no te merece; ere
Bith estaba atrapado en un torbellino de emociones mientras permanecía sentado en su oficina, ese espacio que alguna vez fue su refugio y ahora se había transformado en una prisión de sus propios pensamientos. Su figura imponente, que irradiaba autoridad y poder, parecía desmoronarse bajo el peso invisible de las miradas que sentía clavadas en su espalda. Intentaba concentrarse, mantener la compostura que lo caracterizaba, pero su mente lo traicionaba, llevándolo de vuelta a aquel momento con Sofía. Recordaba con dolor la intensidad en sus ojos llenos de lágrimas, el temblor de su voz cuando le suplicó que no permitiera que Brihana lo tocara, que no compartiera con ella lo que era suyo. Esa súplica había quedado grabada en su memoria como una herida abierta, un recordatorio constante de lo que había perdido. Desde entonces, Bith había cambiado. Dormir en habitaciones separadas, mantener una distancia fría con Brihana, todo era parte de un juego cruel para equilibrar el dolor. Si Sof
Sofía lo miraba con los ojos llenos de preguntas, intentando descifrar si lo que había escuchado era cierto. Brith, atrapado entre su deber y su corazón, le pidió que se fuera, prometiéndole que la alcanzaría en un momento. Tenía que despedir a los invitados y no podía darle explicaciones allí. Sofía, con el alma herida, le exigió que jurara no traicionarla. Él lo hizo, con una voz que intentaba ser firme, aunque sus propios miedos lo traicionaban. Sofía se marchó a casa, llevándose consigo el peso de la incertidumbre. Más tarde, cuando Brith llegó, la encontró sentada en el sofá, con un vaso de whisky en la mano y lágrimas rodando por sus mejillas. La escena le desgarró el alma. Se acercó a ella y la abrazó con fuerza, intentando transmitirle todo lo que no podía poner en palabras. Le explicó que todo era un simple trato de negocios, un contrato temporal que no significaba nada para él. "La mujer que amo eres tú", le dijo con una intensidad que parecía romper el aire entre ambos.Sofí
Liam observó a Brith con una mezcla de frustración y compasión. Su rostro, normalmente sereno, estaba tenso, y sus ojos claros reflejaban una sinceridad que Brith parecía incapaz de aceptar. "Escucha, Brith," dijo Liam con un tono firme pero cargado de paciencia, "si ella realmente te amara como dices, no habría huido. Se habría quedado, habría luchado por ti, habría soportado incluso lo insoportable con tal de estar a tu lado. El amor verdadero no se rinde tan fácilmente." Liam hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran en la mente de su amigo, pero Brith, con los puños cerrados y la mandíbula apretada, se negó a ceder."¡No entiendes nada, Liam!" exclamó Brith, su voz cargada de enojo y desesperación. Su rostro estaba encendido, y sus ojos oscuros brillaban con una mezcla de rabia y dolor. "Ella se fue porque no pudo soportar verme con Brihana. ¿Acaso no es eso prueba suficiente de que me ama? ¡No es fácil para nadie ver al amor de su vida casarse con otra persona!"Liam negó
La noche había caído como un manto oscuro sobre la ciudad de Rotor, acompañada por el eco de una balada de lluvia que parecía contar secretos al viento. Brihana, con su melancolía habitual, había sido arrastrada por Tiffany a una salida nocturna. "Necesitas desahogarte y brillar a tu manera", le había dicho Tiffany con una sonrisa decidida, y aunque Brihana no estaba convencida, terminó aceptando. Así, se encontraron en un exclusivo bar de lujo, de esos donde solo los ricos y poderosos se permitían entrar. Sentadas en una mesa VIP, rodeadas de miradas curiosas, Brihana y Tiffany disfrutaban de un momento que hacía años no compartían. Algunos las reconocían, otros simplemente se dejaban encandilar por la belleza imponente de Brihana, quien, sin esfuerzo alguno, capturaba la atención del lugar. Las bebidas comenzaron a llegar, enviadas por jóvenes de familias influyentes que intentaban ganar su favor.Mientras tanto, en otro rincón del mundo, Brith abandonaba su oficina con det
Los ojos de Sofía brillaban con lágrimas mientras hablaba, su voz quebrada por el peso de las promesas rotas. "Me prometiste que siempre estarías conmigo, que todo esto era solo un trato de negocios... pero me mentiste. Nunca volviste a mí." Brith, incapaz de soportar la tristeza reflejada en su rostro, la abrazó con fuerza y susurró: "Siempre estaré contigo, nunca te mentí. Esto es solo un trato de negocios. Te amo a ti, Sofía, y siempre ha sido así. Eres la única mujer que amo; ¿cómo podría amar a otra?". Pero Sofía negó con la cabeza, sus ojos llenos de reproche. "Eso no es verdad. Si me amas, ¿por qué sigues con ella? ¿Qué estás esperando? Ya la has convertido en el hazmerreír, ¿por qué no la dejas de una vez?"Brith guardó silencio, atrapado en un remolino de emociones que no podía explicar. Finalmente, la abrazó más fuerte y prometió: "Cumpliré mi palabra. Me casaré contigo, como te lo prometí. Te llevaré al altar como la mujer más bella del mundo. Solo dame un poco más de tiemp
La noche había dejado una marca en todos ellos, aunque no lo supieran aún. Brihana regresó a casa sin imaginar la revolución que su sonrisa y sus movimientos habían provocado en el vasto mundo de internet. Su madre, sentada en el sofá, alzó la vista al verla entrar. No necesitó palabras, esa sonrisa que iluminaba el rostro de su hija le bastó para sentirse tranquila. Brihana subió a su dormitorio con Tiffany, y juntas se dejaron caer sobre la cama, sus risas llenando el espacio como campanas que repican en un día soleado.Pero la mañana trajo consigo un peso extraño. Brith despertó con el sol acariciando su rostro, y en sus brazos descansaba Sofía, su cabello desordenado cayendo como cascadas sobre la almohada. Sin embargo, una sensación de culpa punzante atravesó su pecho, inexplicable y persistente. ¿Qué estaba haciendo mal? ¿Por qué esa sombra en su corazón?Se levantó despacio, envolviendo su cuerpo escultural con una toalla que apenas lograba cubrir la perfección cincelada de su
El desayuno había concluido en la imponente mansión de los Kazcanov, y Brihana, con un aire de resignación, caminó hacia el estudio de su padre, tal como él lo había solicitado. Al entrar, el hombre, de rostro severo y mirada imponente, le indicó con un gesto que tomara asiento. Su padre, Anatoli, era conocido por su temperamento rudo y su carácter inflexible, pero en ese instante sus ojos parecían suavizarse levemente al encontrarse con los de su hija. "¿Cómo estás?", fue lo único que le preguntó, con una voz grave, pero cargada de un tono que denotaba preocupación. Brihana sintió un nudo en la garganta, sabía que Anatoli la entendía mejor que nadie, y aunque su forma de expresarlo no siempre era la más cálida, ella sentía el amor y orgullo que él albergaba por ella. "Todo es un desastre, papá. Mi vida apesta ahora mismo", confesó, dejando escapar un suspiro que parecía llevar consigo todo el peso de su corazón roto. Anatoli asintió lentamente, como si entendiera cada palabra sin ne