25. INTRUSOS

Algún lugar al Norte de Noruega

Sobre la llama palpitante Moyra había dejado caer un delgado hilo de sangre, proveniente de la diminuta herida de su antebrazo. El líquido oscuro se endureció al instante, dibujando sobre la palma de su mano izquierda finos e irregulares caracteres.

_ ¿Qué son? _ la voz de Maureen no solo se escuchaba preocupada sino también confusa.

_ Fronteras. _ declaró la anciana sin demasiados preámbulos _ El joven sorian me ha llamado, y ahora lo busco.

_ ¿Qué es lo que quiere?

_ Ser encontrado, evidentemente, porque de lo contrario jamás hubiera hecho uso de la herida de su brazo para convocarme. _ Moyra sonrió _ No te inquietes, Maureen, querida. Ya he visto que los cazadores se nos unirían, esta no es una sorpresa para mí, y no tiene por qué ser motivo de desasosie

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