12. HUELLAS

Las tres camionetas llevaban más de dos horas estacionadas frente a la posada de carretera y ninguno de los sorian se había detenido siquiera por un instante en distracciones secundarias, como preguntar si alguien había visto a dos jóvenes, una niña y un par de tigres blancos. Sabían que era muy difícil que se dejaran ver todos juntos, pero podían sentir el rastro y adentrándose un par de kilómetros en el bosque ese rastro prometía hacerse más claro, más revelador. Llevaban casi cuarenta y ocho horas de retraso con respecto a Lara, y cada día que pasaba el regente los presionaba más. La quería muerta a como diera lugar, sin excusas y lo más pronto posible.

El destacamento entero penetró en la espesura y los exploradores no pidieron permiso para comenzar a buscar. Después de varios minutos Sam palpó un tocón en un pequeño cla

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